25 noviembre 2015

No intereso.

Que yo no intereso, vaya.
He llegado a esa conclusión volviendo a ver La Boda de mi Mejor Amigo, mi peli más favorita de todos los tiempos. Siempre que la he visto (unas mil millones de veces) he acabado llorando de emoción sin tener muy claro por qué, pero creo que ya lo he comprendido: me emociono porque soy yo. Julia Roberts soy yo. 

Julia, la mala. La mujer imperfecta. La estúpida y sensual Julia. La que se enamora a destiempo y demasiado rápido, que tiene celos de vez en cuando, que siente con intensidad y actúa a base de impulsos, que miente, que es torpe,  que se ríe a carcajadas hasta tener dolor de barriga, que la lía, que a veces no reconoce lo verdaderamente importante, que se equivoca, que es exigente y cabezota, que no sabe nada de bebés ni tiene instinto maternal, que no conoce la discreción, que se chuta adrenalina y vive en una montaña rusa constante, que llora, que a menudo tiene que curar lo que no supo prevenir, que no sabe cocinar ni caminar con zapatos de tacón, que es inoportuna, que necesita atención, que aprende a base de errores, que habla demasiado rápido y en voz demasiado alta, que dice tacos, que sigue aprendiendo a querer. *

Y en la vida, como en la peli, al final el chico siempre acaba diciendo adiós a la pelirroja con la que se ha divertido un tiempo para marcharse de luna de miel con una Cameron Diaz. 

Ya lo voy captando.






*Iba a añadir también: "la de las tetas gordas" pero igual restaba dramatismo a mi discurso.

17 noviembre 2015

Tengo un plan.

Tengo un plan.
He estado estudiando mucho estos días, subrayando los párrafos más importantes, repasando todos los apuntes y los errores en los exámenes anteriores y ya he llegado a identificar qué es lo que fallaba.

No tengo que conformarme nunca más. Esa debe ser la clave del éxito. Ser exigente con todo, con todos e incluso (incluso no, sobre todo) conmigo misma.
Si algo no me gusta, fuera.
Si alguien no me gusta, fuera.
Si algo no suma en mi vida o si lo único que suma son malos ratos... fuera.
Si no encaja con lo que quiero, fuera. Y mucho más si encaja con lo que no quiero.
Si algo parece bueno pero de pronto empieza a cambiar para mal, fuera.
Si alguien me hace esperar o perder el tiempo, fuera.
Si algo no funciona y no sé arreglarlo, fuera.
Si yo no soy como tengo que llegar a ser, empezaré a currar para conseguirlo. Implique lo que implique.

Tengo un plan: esperar más de la vida y sobre todo de mí misma sin importarme la nota final. Igual vuelvo a suspender pero, total... peor que la media que llevo hasta ahora no puede ser.

Nada de besos a medias.
Nada de lágrimas inútiles.
Nada de echarme la culpa de todo.



Tengo un plan: quien me quiera que me busque.  Siempre he seguido esa premisa de "arremángate y sal a buscar lo que quieres" y me ha servido para una mierda. A partir de ahora voy a dejar de querer tanto y a empezar a dejarme querer un poco. Que me llamen, que se lo curren, que me demuestren, que me besen primero. La vida es corta y en la mía quiero que me den muchos primeros besos. 

Sin prisas; sé que es un proceso de transformación personal, que todo depende de mí y de nadie más y que me llevará un tiempo. 
Por eso y hasta que suceda -si es que sucede- estaré por aquí bailando. Que tampoco está mal y es mi plan B.







12 noviembre 2015

Queridos Reyes Magos 2015


Este año he sido muy buena, pero vamos, como siempre. Podrán decir que soy despistada, torpe, pava, zumbada o lo que sea, pero mala, no.

Además tengo que deciros que acabo el año un poco pachucher, pero que no os quiero dar pena ni nada porque seguro que hay gente mucho peor que yo. Lo que quiero decir es que si algún año os he venido a pedir cosas al blog, esta vez igual las necesito un poquito más fuerte. Pero nah, sin presiones. Yo os suelto aquí mi lista y ya vosotros veis lo que se puede hacer, ¿ok?
Allá va:

-Quiero un vestidaco de ModCloth. O de donde sea, pero uno de esos que me sienten bien y me hagan tipazo y que encima sea cómodo y que me lo plante y me coma el mundo. Ando con la autoestima un poco pocha y me vendría muy bien verme guapérrima otra vez.

-Quiero un trabajo. Y a estas alturas no me pongo exigente, eh. De lo que sea, pero algo estable y que me permita tener una nómina todo el año, no sólo en verano.

También molaría si les buscáis un curro a mis colegas en paro, ya sabéis quienes son. Aquí o trabajamos todos o amanece más temprano.

-Quiero curarme de la espalda de una vez y poder hacer bicicleta y pilates para ponerme cañón y empezar la operación bikini 2016 cuanto antes. Escuchadme bien que os pongo de testigos: el verano que viene me van a rifar en la playa de Pedregalejo. En filita los voy a poner a todos.

-Quiero que mi familia tenga buena salud. 

-Quiero que mi Nico se ponga grande y fuerte y que sea muy feliz en su nueva etapa.

-Quiero que a mi madre le toque otro jamón. De bellota, a poder ser.

-Quiero poder ver más a mis amigos, a ver si les podéis aligerar la agenda (y ellos dejan de tener niños como churros)

-Quiero viajar. Y dentro de esta petición incluyo viajes románticos, viajes familiares, viajes juerguísticos a Valencia o Barcelona, viajes incluso yo sola conmigo misma... Lo que sea, ya veis, soy una facilona. Ya si os da por organizarme el viaje de mi vida por EEUU, mejor que mejor, claro.

-Quiero que 2016 sea un año mejor para todos, pero en especial para todos mis seres queridos que hayan pasado un mal año. Menuda mierda de 2015, chatos. 

-Quiero dejar de llorar como una lerda cuando estoy sola. Aunque las lloreras me duren sólo dos minutos.

-Quiero hacerme famosa en el mundo inmobiliario Sim.

-Quiero que Bertín Osborne me invite a su programa un miércoles y nos hagamos un Mariló en la cama los tres: Fabiola, él y yo. #gorrinismo #Marilópetarda #mevanlostríos

-Quiero aprenderme la canción Yo es que en Amores soy muy Ligera y petarlo en Youtube con mi perfomance, boa de plumas incluida.

-Quiero que Juanjo aprenda a ser feliz.

-Quiero que mis dos estudiantes particulares, Cris y Gabri, saquen muy buenas notas y dejen de necesitarme aunque eso me suponga menos pasta a mí. Se merecen lo mejor y además quiero que sean felices en Málaga.

-Quiero un Tinder para pavas.

-Quiero aprender cosas nuevas, sea estudiando o... yo que sé, ligándome a un intelectual bielorruso.

-Quiero que me guste Star Wars y dejar de ser una marginada de la sociedad friki.

-Quiero que me guste el atún, III.

-Quiero encontrar mi sitio en el mundo o aprender a vivir en el limbo forever.

-Quiero una serie nueva que me entusiasme tanto como Lost o como Breaking Bad. Porfa, porfa, que la nueva temporada de Penny Dreadful no la cague.

-Quiero que al final de 2016 no sepa qué pedir por Reyes, porque tengo todo lo que necesito.


06 noviembre 2015

Por qué Tinder es un pozo del mal

Tinder, esa app del demonio en la que todas mis amigas tienen perfil y de la que todo el mundo habla. Esa herramienta mágica que parece solucionar los problemas de toda persona solitaria y con ganas de calor humano. 
Esa aplicación que, para los que no la conozcan, te permite conocer personas cercanas a ti siguiendo tus criterios de búsqueda. 

Yo la conocí gracias a mi amiga Leti, que siempre estaba contándome lo guay que era y lo bien que funcionaba. Me imaginé aquello como una especie de IRC moderno, donde muchas personas se conectan para charlar y pasar el rato y donde podías encontrar gente con tus aficiones y sentirte menos solo. Leti me aseguraba que había de todo: gente guapa, gente fea, gente que iba a lo que iba y gente que sólo quería charlar. Y yo que soy una gata curiosa y ahora que vuelvo a estar en el mercado de la carne no quise perder la oportunidad de oler por mí misma de qué iba todo aquello...

MAL, BEA, MAL. Pero por entonces yo no lo sabía. 

Lo primero que tienes que hacer después de descargarte la aplicación es crearte el perfil. Tinder se fusiona con tu cuenta de Feisbu (la verdad es que no sé si puedes registrarte sin tener cuenta en FB) y por defecto pone como tu primera foto del perfil la que tengas actualmente en Feisbu. Y esto es importante, amigos, aunque parezca que no. Esa foto que tengas en la red social de Zuckerberg, donde tienes a tus amigos, a tu madre y a tu cuñao, marcará la imagen que vas a dar en una aplicación para ligar, que parece que hay que decirlo todo. 

Después eliges si quieres añadir más fotos, si quieres escribir una descripción de tu persona y listo, ya tienes perfil. Ahora pasamos a tus criterios de búsqueda: ¿a quién quieres conocer? Hombres, mujeres, rango de edad y a un rango de distancia de tantos kilómetros. Yo elegí hombres cercanos de un rango de edad razonable teniendo en cuenta que ya soy una señora de mediana edad, que tampoco era plan de ponernos exóticas así de primeras.


Ya estaba lista para empezar con el tema, así que le di a OK y ale, al lío: un chorreón de hombres aparecieron ante mis ojos. Al principio parece divertido porque te van saliendo en plan catálogo, como si estuvieses eligiendo sofá pal salón. 
Debajo de cada perfil (en el que la foto es lo más importante, no os vayáis a creer que nos movemos por terrenos intelectuales) te dan tres opciones: descartar, aceptar o super like. La diferencia entre aceptar o el super like es que cuando aceptas a alguien, esa persona nunca lo sabrá si no te acepta a ti también. Pero si le das a super like, Tinder le avisa y le dice: "oye, mira, que esta chica tan mona de rizos que parece lerdilla dice que le molas un huevo y que por favor le des a like a su perfil". Por eso hay que tener mucho cuidado y ser muy consciente de a quién le das tus super likes, que con los me gusta o los descartes te puedes equivocar, pero un super like es para siempre.


Como os decía, cuando le das a "me gusta" a una persona hay dos opciones: que no pase absolutamente nada y no vuelvas a saber de ella, o que de pronto Tinder te avise de que ha habido un "match", es decir, que esa persona también te ha visto y le has gustado. Entonces es cuando se abre la veda: Tinder abre el chat entre vosotros y ya podéis foll hablar.
Fácil, sencillo y para toda la familia.

Y debo decir que como sistema es cojonudo, sobre todo para las personas que van a lo que van y no se andan con chorradas. Pero yo, que soy Bambi y me fijo en todo, no sólo en la foto del perfil, pues... En fin, os explico para que me entendáis.

El primer hombre que me salió tenía de foto de perfil un yate. Su segunda foto era él en el yate, con un gorro de marinerito, bronceado naranja de bote y una botella de champán al lao. Inmediatamente me sentí perroflauta y a él lo descarté porque no me veía yo en Puerto Banús diciendo oshea.

El segundo que me salió fue mi ex. A tope y sin vaselina. Instadescarte.

El tercero fue un jefe que tuve.

Entonces fue cuando me propuse limar aún más mis criterios de búsqueda, porque esto no estaba saliendo como yo esperaba. Quité un par de años para abajo, un par de años para arriba, y me dije a mí misma que no le daría a like ni me fijaría en ningún hombre que no tuviese una bio graciosa. 

Y así fue como me salieron los primeros casados, los optimistas que tienen de foto de perfil a su novia, los que ponen la foto de su boda o de sus hijos, los que salen tocándole el culo a una tetona o los que conducen un cochazo con una pegatina de esas de "bebé a bordo". Que yo lo veo correctísimo, ojo, porque al menos con estos ya sabes lo que hay de primeras y las chicas que busquen darle una alegría al cuerpo sin compromisos sin duda se decantarán por ellos.  Pero para mí, como ya supondréis, estos chicos son un descarte seguro.

También me salieron los aventureros cuyas fotos sólo muestran deportes de riesgo, el Himalaya, selvas amazónicas y playas exóticas con olas enormes. Este tipo de chicos suele escribir en su perfil cosas como "be free" "be wild" o "sport for life", y seguro seguro que tienen alguna foto con un tigre de bengala abrazao. Otro descarte por mi parte, ya que para mí la verdadera aventura está en entrar en el Ikea y conseguir salir la misma tarde, no escalar. 

Luego están los guapos, que están buenorros y lo saben. Ni biografía ni nada, que aquí hemos venido a hablar de nuestro libro: abdominales. Fotos en calzones rollo modelo de Calvin Klein, por si quedaba alguna duda de que  tienen buen paquete and you know it. Muchas veces me pregunto qué leches harán estos muchachos en Tinder si podrían tener a la que quisieran chasqueando los dedos, pero luego recuerdo que es todo mentira y se me pasa la curiosidad. Otro descarte. 

Después tenemos a los millonarios, que es un grupo en sí mismo. Es curioso porque en el Tinder de Málaga hay una gran cantidad de hombres de Marbella, y todos son pijos, pijos, pijos. Obviamente con ellos no tengo nada que hacer porque nuestra conversación se acabaría cuando les dijese que yo me compro las bragas en el Carrefour.

Un colectivo tinderiano que me hace mucha gracia es el de los hombres de paso. Al poner en los criterios de búsqueda el rango de distancia al que tienen que estar y funcionar por gps, Tinder no te muestra a los hombres que vivan cerca de ti, sino a los que estén cerca de ti en ese momento. Por eso a veces también te pueden salir guiris que están turismo en tu ciudad o chicos que vienen una semana por trabajo y buscan chicas para salir y tomar algo y hacer turismo sexual. A estos chicos no los descarto a priori porque algunos son majos y me gusta conocer gente diferente, pero no me gustaría encariñarme de alguien que se va en tres días ni estoy en esa etapa social de quedar para un café y lo que surja, la verdad. 

Luego están los frikis. Pero frikis chungos, eh, no friki guay. Me refiero a los hombres que quieren parecer románticos y sensibles y ponen de perfil una foto morreándose con su perrito, del osito de peluche con el que duermen  o de un atardecer desde su ventana. Algunos tienen, incluso, frases de Coelho en su bio... que ya es un WTF en toda regla. Los chicos sensibles no son ya "buena gente y amigo de mis amigos", sino que yo he llegado a ver -y no os miento- "leal y amante de mis amigos". Puro amor. Yo de estos no me creo nada y además de ser cierto que les va el rollo osito conmigo no tienen nada que hacer, así que otro descarte.

Y por último están los divertidos, que son  los únicos a los que les doy like. De momento he hablado con muy pocos pero son los más normales porque parto de la base de que para tener sentido del humor hay que ser inteligente, y eso me mola. Podría deciros que el chico más normal que me he encontrado y al que meto en esta categoría tiene un burro llamado Bastardo, así que ya os hacéis una idea xDDD
Y bueno,  entre que los chicos normales y sin yates ni fotos de esposas no abundan y que los demás también tienen que darle al like en mi perfil, he tenido pocos matches hasta ahora y he hablado con poca gente.

Y con menos que hablaré, que me da a mí que mis aventuras por Tinder van a durar poco. Ni me he metido aquí buscando conocer a nadie realmente, ni creo que pudiese encontrar nada interesante rascando entre esta fauna. No sé si es por ti, Tinder, o es por mí, que soy especialita, pero no sirvo para este mundo frívolo de apariencias y postureo en el que o tienes una vida super interesante o tienes que mentir como una perra para ligar. La idea de quedar con un chico de estos me aterroriza, no sé por qué. Igual mi yo de 23 años hubiese quedado con todos y se habría echado unas risas, pero yo es que ya no estoy para estos trotes. Supongo que sigo siendo una romántica que sigue creyendo en relaciones que se forjan poco a poco, ahí con su esfuerzo, sus nervios, su emoción.
Así me va.


Y así es como tienen que quererme.




02 noviembre 2015

Ay, Danny

Culpo a Danny Castellano de mis altas expectativas con los hombres. Danny, ese doctor buenorro que, además, es adorable. Ese hombre inteligente, divertido, responsable, masculino, tierno, detallista, romántico. Ese que, encima, te hace unos bailecitos sensuales que se te cae todo. Ese hombre que... bueno, que no existe porque es el coprotagonista de una serie y su personalidad ha sido escrita y dirigida en un guión, pero eso son minucias que no vienen al caso.

Danny Castellano es el compañero de Mindy en la fantástica y maravillosa serie The Mindy Project. Os la recomiendo si no la conocéis: es divertida y fresca y te sacará dos o tres carcajadas sinceras por capítulo, que ya es mucho decir. Adoro a Mindy, me siento muy identificada con ella en algunos aspectos y a veces, en los capítulos tristes, querría achucharla y llorar con ella a su lado comiendo helado hasta que se nos cayesen los ojos e implotáramos. 
Pero sobre todo amo a Danny. Creo que no existe mujer heterosexual que pueda debatirme el hecho de que sea, probablemente, EL HOMBRE, y de hecho no lo digo yo sola, que lo dicen muchas en el interné por ejemplo aquí o aquí. Ese ideal al que todas aspiramos conocer y enamorar algún día: alguien que nos quiera por nuestros defectos, que nos comprenda, que mueva el culo por nosotras, que nos ponga por las nubes cuando habla de nosotras con sus amigos y familia, que nos mime, que nos sepa mangonear cuando toca, que nos haga felices. Si es que hasta cocina, coñe. 

Mi amiga Bich fue la que me descubrió esta serie y desde entonces solemos ver cada capítulo nuevo a la vez para poder ir corriendo a comentarlo a twitter, y siempre acabamos suspirando cual adolescentes ante Justin Bieber. Y una cosa os voy a decir: pienso encontrar a mi Danny. O a mi Chris Messina, vale, que es su nombre real. 

No sé cuánto tiempo me llevará, pero mientras tanto creo que no podré seguir viendo la serie porque acabo con unas lloreras que no veas con cada capítulo. Sobre todo con esta última temporada, en la que Danny es más adorable que nunca y hace cosas que me tocan la patata porque pa mí las querría. 

Igual me sale más a cuenta ver The Walking Dead, que representa mucho mejor la fauna masculina que me encuentro día a día por la calle.
O Zoo.

Ay. Omá.