29 agosto 2012

The sheep needs you!


Amigos, hermanos y demás ovejas:

Tenemos una misión en el rebaño. Una misión muy importante en la que todos y cada uno de nosotros desempeñamos una función indispensable de la que podría depender el resultado operativo.

Y es que participo en un concurso estival en fareborn para ganar un e-reader, donde la foto que consiga más "me gusta" tendrá más posibilidades de asegurar la victoria. No es concluyente, pero el jurado tendrá en cuenta los votos de la peña. 
Yo he enviado una fotico bastante resultona mostrando mis lanas y mi cuerpo serrano veraniego leyendo en la piscina, y aquí es donde entráis vosotros: necesito que pinchéis en este enlace y le deis a ME GUSTA. Nada más y nada menos.


Que igual no ganamos, pero que por intentarlo no quede. Porque nosotros somos más. Porque podemos. Porque los rizos algún día dominarán el mundo.  Porque nunca he ganado nada en ningún concurso, y me hace ilu. Porque la lié parda para meterme en la piscina sin mojar el libro y eso se merece un like como un camión de grande xD

El periodo para votar finaliza a mediados de septiembre. Ya os iré contando vía fareborn o twitter cómo vamos en cuanto a votos, para teneros informados.


A todos los que me ayudéis con vuestro voto, gracias. Balaré por vosotros. 
Al resto, que os la pique un pez. Así, de buenro.
Y al jurado que decide el ganador: necesito vuestra dirección para mandaros los jamones. 


ESTO ES...    ESPARTAAAAAAAAAAAAAAAAA!



26 agosto 2012

Mi caja.

En ocasiones cierro los ojos con mucha fuerza y no quiero volver a abrirlos. No quiero saber si lo que me rodeaba sigue ahí o si, por algún imposible milagro del destino, todo ha desaparecido o evolucionado. Prefiero no saber, no mirar, no asumir. No razonar. Y soy incapaz de echarle narices al asunto y trato de aferrarme a la esperanza que aún brilla en mi imaginación mientras arrugo los párpados y la oscuridad lo inunda todo.

En ocasiones, decía, mi vida es una maldita caja de Schrödinger en la que lo más importante no es saber qué demonios pasa con el gato. Me da igual si está vivo o muerto; lo que verdaderamente quiero es que nadie toque mi caja... porque me aterraría que se abriese y verme obligada a mirar adentro.


23 agosto 2012

De trolls y Ovejas Reinas

Os pregunté yo en fareborn esta mañana si vosotros, los que también tenéis blogs, habéis sido víctimas de trolls y demás chusma internetera. Y vuestra respuesta (aunque esperada) me ha dado bastante pena y rabia: la mayoría de los propietarios de blogs y foros han sufrido el ataque de trolls y han acabado agobiados de verdad, hasta tal punto de que algunos hayan tenido que dejar de actualizar el blog, cerrarlo o cambiar de nick, dirección y cuenta.

A mí no me cabe en la cabeza. Ya os he hablado alguna vez de mis experiencias con este tipo de gentuza, tanto en el blog como en las redes sociales. A mí se me ha juzgado, me han dicho cómo y sobre qué debía escribir, qué tenía que omitir, cómo debo llevar el blog, se me han cuestionado mi forma de pensar y mis opiniones, me han dado consejos personas que no me conocen de nada y me han tratado de ofender de formas más o menos elegantes e inteligentes. Todo ello escudándose en el anonimato, claro. 
Y no, por ahí no paso. Una de Rizos... es mi blog. MÍO Y DE NADIE MÁS. Es un blog público que todos podéis leer de manera gratuita, sin suscripciones, sin contratos, sin compromisos. Si no os gusta y os parece una chorrada es tan sencillo como no leerlo. Si os gusta, os agradezco que volváis. Pero que me digáis cómo tengo que pensar o de qué escribir, no. Que os quejéis porque tengo los comentarios moderados, tampoco. Yo no estoy obligada a publicar insultos o faltas de respeto, faltaría más. Tampoco niñerías o indirectas. Si queréis decirme algo, me mandáis un e-mail con vuestro nombre y apellidos, y charlaremos... pero la guardería yo la dejé hace muchos años ya, y las gilipolleces en mi blog no son bien recibidas.
Otra cosa muy distinta son los comentarios educados y respetuosos que se ofrecen al diálogo. Por ahí vamos bien, claro. No me creo conocedora de la verdad universal, y si alguien se dirige a mí con respeto aunque piense de forma diferente, le escucharé y responderé con el mismo respeto. Pero a esos anónimos insolentes que parecen escritos por un niñato de 12 años, no.

Entiendo que a todos nos gustaría caerle bien a todo el mundo, y recibir tan sólo comentarios positivos y amorosos... pero eso es imposible. Y partiendo de esa base, tampoco debe darnos miedo o molestarnos si alguien no está de acuerdo con nosotros. En la vida offline ya tenemos que lidiar con cotillas, con marujas, con criticones, con envidiosos, con cobardes hipócritas. Por desgracia nos los tenemos que encontrar en el súper, en el patio de vecinos, en el parque. Y a esos no les damos cuartelillo, ¿verdad?.  Si pillamos a alguien insultándonos por la espalda, o bien le mandamos a Cuenca de un zurriagazo o simplemente le ignoramos. Si alguien que no nos conoce de nada nos parase por la calle para reírse de nuestro culo enorme o de nuestra ropa, lo último que haríamos sería ir a nuestra casa a cambiarnos, ¿cierto? Pues entonces no lo hagamos también en nuestra vida 2.0. No dejemos de hacer algo que nos gusta tan sólo porque alguien no esté de acuerdo o nos critique. Si tenéis que moderar comentarios, hacedlo. Si tenéis que bloquear una IP en vuestro blog, adelante. Si os mandan mails ofensivos, borradlos. Si os sigue un indeseable por twitter, unfollow+block. Si os sentís amenazados de forma real, poneos en contacto con las autoridades pertinentes, que los delitos informáticos están a la orden del día. Y que no os pese la conciencia, coñe. Ignorad. BLOCKS, BLOCKS, QUE ESO ES LO QUE LES JODE.

En un blog mostramos una parte de nosotros mismos que puede caer en gracia a los demás o no. Charlaba vía twitter el otro día con unas colegas de follows acerca de una mujer bastante famosilla que escribe en un blog sobre cómo mejorar tu vida, en general. Una de las chicas dijo que esa mujer es una prepotente, y yo podré estar de acuerdo o no (que lo estoy) pero también es cierto que nadie nos obliga a entrar en su blog y leerla. Que tendrá millones y millones de seguidores y, la verdad, no creo que nuestra opinión le importe mucho PORQUE NO NOS DEBE NADA.  Ella es prepotente porque puede. Es su blog y en él es Dios. 
Que puede que fuera de su blog se coma los mocos, pero en él es la reina y lo veo maravilloso, maravilloso. Vive y deja vivir.

Igual que aquí yo soy la Oveja Reina porque me sale del rizo. Y aunque siga sin entender por qué no me adora todo el mundo, (que soy lo más), respetaré que si no os molo no vengáis a leerme. 

Pero si venís, que sea de buenro y no para joder*. 


*O sea, joder de fastidiar, que la cosa está mu mala y no es plan de cerrar puertas.

Y NO PERMITÁIS QUE OS AMARGUEN LA VIDA 


20 agosto 2012

De Agostos inmortales.

Sabía que sucedería. Que, llegado Agosto, mi tranquila vida cotidiana se vería sacudida por el devenir de las circunstancias y que mi zen interior se iría al carajo en cerocoma. Que mis queridas amigas Fle y Gordi vendrían a verme a Málaga para pasar unos días juergo-festivos en feria, acompañadas de personajes ilustres como Miri, Omar o Pablo, y que eso de dormir estaría sobrevalorado hasta que todos se hubiesen vuelto a ir a sus rediles. 
Y no me equivocaba.

He vivido unas semanas frenéticas en las que ha habido de todo. Bueno, asesinatos no, pero quitando eso creo que no ha faltado de nada :P 
Yo he visto cosas que no creeríais. He conseguido que dos catalanas y una valenciana bailen sevillanas. He sorprendido a un catalán con burros en la playa. He visto a niñas de siete años trabajando. He visto los fuegos artificiales desde la playa. He probado el peor mojito de la historia y he saboreado uno de los mejores. He aprendido que, al igual que Punset, todos somos inmortales hasta que se demuestre lo contrario. He hecho feliz a una mujer con una piscina, una sombrilla y un tomate picao. He comido y bebido por encima de mis posibilidades. He reunido a mis bloggeras favoritas con mi fiebre-rubia favorita. He movido el culo a ritmo de tché, tché, tché, tché como si no hubiese un mañana. He llevado a una rubbis a ver el pueblo de Verano Azul. Me he reencontrado con gentes varias y, por fin, no he sentido nada. He sentido cosas por otras gentes. He comprendido aquello del autoestopista de "lleva siempre una toalla". He desconcertado a la gente con la orla del colegio donde yo no parezco yo. He visto a Dani, a.k.a. Houdini, durante cinco minutos. He visitado la catedral con ojos de turista. He conquistado la noria gigante y casi me da un infarto por culpa de un compañero de vagón. He comido pescao. He dormido una media de 5 horas diarias durante dos semanas. He posado cual Ana Obregón en 34.562 fotos. He meneado el abanico hasta desarrollar bíceps. He conocido al primo encantador de Helena. He jugado al juego de 4chan y he sobrevivido. He cotilleado, criticado y ejercido de Vieja del Visillo. He pasado mucho calor. He visto un tatuaje que decía Amor de Madre. He compartido mi chino mágico con mis amigas. He visto flores adornar el cabello de otras flores. He explicado medio millón de veces lo que es una biznaga. Me he visto involucrada en una pelea de tribus urbanas donde la Vane y la Berenise luchaban por entrar al servicio. He bailado Ska-p. Me han hecho el alien y otras cosas menos desagradables. He salido en fotos que no recordaba haberme hecho. He visitado el museo Thyssen y he  comprendido que lo mejor es el Cartojal que te dan al final de la visita. He conseguido que a tres guiris se les medio pegue mi acento andalú. He descubierto que en el mar viven cosas y que las chanclas nos hacen un culo feo. He bailado en casetas imposibles. He conocido a Pepe, el pino viudo. He visitado el aeropuerto 5 veces, tres con alegría y dos con pena, y he recordado lo poco que me gusta ese lugar. He visto cómo el cuentakilómetros de Martín echaba humo. He dicho muchas tonterías y me he callado algunas verdades. He sufrido dolor de mofletes de tanto reírme. 

Y, al final, la sensación que se me queda en el cuerpo es de felicidad. De haber pasado unos días maravillosos en los que no ha faltado de nada. Si acaso, tiempo.
Y la seguridad de que, a pesar de haber comprendido que a veces se conoce a la gente a destiempo, -en el momento equivocado y en el lugar más insospechado-, saber que a fin de cuentas ha merecido la pena.

Gracias a todos los que habéis aportado vuestro granito de arena en este Agosto Chachins que recordaré siempre. 

Y quién sabe qué pasará a partir de ahora: quedan aún muchos agostos por vivir. Vamos allá.


03 agosto 2012

Porque Wicked somos todos.

Los buenos, en los libros y en las películas, son muy buenos. Salvando casos como Spartacus o Juego de Tronos (donde todos son un poco cabroncetes y van a lo suyo) normalmente el narrador nos hace sentirnos cómplices del protagonista y acompañarle hasta que sus aventuras y desventuras nos llevan a un final mágico y esperado donde triunfa el bien sobre el mal. 

A mí no me gustan esas historias porque me parecen muy poco realistas. En la vida real, el bien y el mal se diluyen y entremezclan y a veces es complicado juzgar a alguien tan sólo porque haya obrado según sus principios. No creo ni que los buenos sean tan buenos ni que los malos sean tan horribles. Y, por supuesto, tampoco creo que todas las historias se merezcan un final feliz,  y disfruto igualmente con esos desenlaces ácidos y oscuros que nos recuerdan la crueldad real de la vida y nos hacen más fuertes y sabios.


Precisamente por todo eso es por lo que Wicked, memorias de una bruja mala, de Gregory Maguire, me ha fascinado y lo he leído en dos días, del tirón. Comencé a leer el libro sin tener ni idea de lo que me iba a encontrar, salvo dos o tres comentarios de amigas de Twitter que me lo recomendaban y lo tachaban de brutal y diferente. Y en cuanto hube leído diez o doce páginas, ya estaba yo enganchada a su historia y sabía que ese libro me iba a marcar. 

Wicked nos vuelve a llevar a Ciudad Esmeralda. Seguramente los que disfrutasteis con El Maravilloso Mago de Oz en cualquiera de sus formatos (el libro, la película, el musical) encontréis este argumento delicioso y atrayente, puesto que Wicked no es más que el antecedente, aquello que sucedió en el universo de baldosas amarillas, espantapájaros, monos alados y Leones que hablan antes de que Dorothy y Totó llegasen por accidente a Oz, y qué sucedió verdaderamente, después. 

Ahora llega la sorpresa: la protagonista absoluta de este libro no es otra que Elphaba, la que todos conocíamos como la Malvada Bruja del Oeste. Página a página nos vamos enterando de cómo fue su dura vida desde su extraño nacimiento hasta su madurez. Acompañamos a una mujer muy interesante (y de piel verde) durante su infancia, sus primeros pasos y sus primeras palabras ("horrores, horrores"), su complicada adolescencia en una familia quizá demasiado estrambótica o sus años de universidad inundados de ansia de conocimiento y fascinación por las Ciencias donde también conocemos a Galinda/Glinda, la que será la Bruja Buena del Norte; y así aprendemos con ellas a hacernos preguntas, a cuestionarlo todo, a plantear la realidad desde un punto de vista distinto en el que "el malo" cambia dependiendo de quién narre la historia.  Es fácil encariñarnos con esta Elphaba que, a ojos de Glinda, 
[...]"era un caso agudo de lo que Galinda llamaba «cráneos lectores». No podía hacerse un ovillo (era demasiado huesuda), pero se plegaba sobre sí misma, con la ridícula nariz verde y puntiaguda metida entre las páginas mohosas de un libro. Mientras leía, jugueteaba con el pelo, enrollándolo en torno a unos dedos tan finos y vegetales que casi parecían formar parte de un exoesqueleto. De una manera extraña y horrible, era un cabello hermoso, con un brillo semejante al del pelaje de un vigoroso dorantílope. Seda negra. Café hilado. Lluvia nocturna".

Wicked no es un libro para niños. A pesar de habérmelo encontrado clasificado como "infantil/juvenil" en algunas webs, en sus páginas nos encontraremos con una Elphaba madura y profunda que siente pero que nunca llora, que tiene sus días buenos y malos, que habla de política con pasión y mantiene relaciones sexuales como el resto de los mortales; una mujer inteligente y brillante atrapada en un mundo que no la comprende. Lo que tenemos en nuestras manos no es un cuento, sino una biografía que quizá nos choque de primeras al romper nuestros esquemas sobre la historia del Mago de Oz que ya conocíamos, pero que acabamos disfrutando al comprender que la realidad que percibe una Dorothy de catorce años no es la misma que la que rodea a una mujer de 32. Que en Oz también hay guerras y terrorismo, que el racismo y la xenofobia están a la orden del día y que la vida en Ciudad Esmeralda no es fácil para unos Animales (que son como nuestros animales, pero con  humanidad, conciencia, uso de la razón y del lenguaje) subordinados y maltratados por la tiranía de un Mago muy poco amable. Es muy divertido ir leyendo el libro y poco a poco ir atando cabos mentales, relacionando ambas historias (El Mago de Oz y Wicked) y entendiendo el por qué de muchos pasajes del Mago de Oz que no llegamos a conocer en profundidad en su día, como por ejemplo de dónde salen los famosos zapatos de rubí, quién es en realidad el famoso Mago o quién le robó el valor al León Cobarde.



Wicked ha vendido ya millones de ejemplares e incluso ha sido llevada a Brodway, Chicago, Los Ángeles y Londres en un musical fantástico que espero poder llegar a ver algún día.
Y no puedo hacer más que recomendarlo 100% si es que aún no lo habéis leído, porque os aseguro que nunca más volveréis a ver a las brujas con los mismos ojos ni pensaréis que Dorothy es tan maja como la pintaron.

Somewhere over the rainbow y que te la pique un pollo, bonita. Que ya te podías haber quedado en Kansas.