31 octubre 2009

Las copas del terror

Halloween ya está aquí. Hoy parece que incluso el clima se las ha apañado para crear un ambiente jallogüinero: Málaga ha amanecido con una neblina extraña que hace que la bahía parezca el Chicago de los años 20 xD

Y bueno, no pensaba yo añadir mucho más al tema terrorífico; es más, tenía planeado publicar una foto mía haciendo el canelo (para variar) con unas antenas con calabazas de los chinos, pero... tenía que hacerlo. Tenía que venir rauda y veloz a publicar una historia que me ha puesto la piel de gallina, porque es real. Verdaderamente verídica, valga la redundancia.

No sé si lo he contado ya, pero mi madre se ha aficionado a la fotografía y hasta se ha comprado una Reflex muy chula. Dice que la mejor luz para las fotos son al amanecer y al anochecer, así que no es extraño levantarme temprano por la mañana y encontrármela en pijama y zapatillas haciendo fotos en la terraza...
Y así ocurrió hace unos días. Me desperté a eso de las nueve y media, me levanté y me arrastré hasta la cocina en busca de café... y me choqué con ella en el salón. Mi padre aún no se había levantado, y mi perro dormitaba en su sofá. Mi madre, en cambio, estaba ya muy sonriente y emocionada: Bea, Bea, Bea, ¡no sabes lo que me ha pasado! 
Entorné los ojos mirándola como ese smiley que tanto me gusta: ¬¬ qué te ha pasado, mamá...

Y entonces me hizo sentarme delante de su portátil y me enseñó las fotos que había estado haciendo esa mañana. Al principio no veía nada extraño: composiciones que pretendían ser artísticas, como ella dice, y fotos bastante bonitas de las flores y cactus del balcón. Ahí fue cuando ella señaló otra serie de fotos, en las que se veía  su juego de copas de colores puestas delante de folios de papel para simular un fondo blanco:



-Muy bonitas, mamá. Aunque deberías usar una sábana o algo, en vez de papel, que queda cutre...


-¿¿ES QUE NO LO VES, BEA??

Yo abrí los ojos como platos y traté de despertarme del todo para fijarme bien en la foto, pero no veía ná. Hasta que ella le dio al botón de ampliar, buscó el pedazo de foto que le interesaba y me lo plantó delante de las narices... y lo comprendí todo:



Supuse que se trataba de una de las genuinas bromas de mi familia, y me giré para ver si mi señor padre estaba por ahí escondido y descojonándose de mí... pero no. Mi madre había estado sola, completamente sola, mientras hacía esas fotos. Me contó que se había sentado en el suelo al hacerlas, para no salir reflejada en el cristal. Era imposible que nadie más hubiese estado de pie a su lado esa mañana... así que ¿quién (o qué) es esa sombra que aparece en la foto, reflejada en la copa roja? ¿Por qué parece un hombre de pie, con las piernas abiertas, y se ve con tanto detalle?

Nunca lo sabré. No pienso mandar las fotos a Cuarto Milenio, porque como no le encuentren una explicación científica al asunto me veré obligada a mudarme inmediatamente.
Así que aquí estoy, respetando el día de los muertos más que nunca. Y si vivir con un fantasma en casa es mi castigo por jugar con fuego... más me vale acostumbrarme, supongo.

Os dejo, que me voy a leer un libro de poltergueistes. Sed buenos esta noche, ligad mucho y, sobre todo, alejaos de las copas de colores.



Queda finalizada -por este año- la sección terrorífica de Una de Rizos... Mañana mismo continuará la pava.

28 octubre 2009

Creo que me he hecho pipins

¿Os gusta el cine?
A mí me apasiona, y más si la película en cuestión es de esas que enganchan y que me mantienen en vilo durante dos horas.
Como os podréis imaginar, las de terror son mis favoritas. Os dejo con algunos de los momentos del cine que verdaderamente consiguieron que me temblasen hasta los rizos:


















24 octubre 2009

Fear of the dark

Soy bastante cagueta. Le tengo miedo a lo desconocido, a caminar sola por la calle a partir de las ocho de la tarde, a los que van haciendo el loco en el coche por la autovía.
Pero lo que más miedo me da, lo que me aterra de verdad... es lo que no puedo ver. Lo que siento, pero no se ve.

Hace algunos años escuché por la radio una historia que me heló la sangre: una mujer contaba que al conducir de madrugada camino de su casa por una carretera comarcal desierta, se topó con un coche volcado y un montón de gente alrededor. Se bajó inmediatamente, dispuesta a ayudar a los accidentados, y se acercó al grupo observando un extraño comportamiento en ellos: nadie se movía. Todo el mundo estaba de espaldas a ella, parados mirando el coche destrozado.
La mujer se acercó entonces a un hombre y le preguntó qué estaba pasando ahí, a lo que el extraño caballero se giró hacia ella con una expresión extraña en el rostro y le dijo, muy serio: aléjate de aquí. Vete inmediatamente; ésto no es para ti.
Ella se asustó y se dio la vuelta para irse, pero a medio camino entre el lugar del accidente y su coche decidió dejarse de tonterías y hacer algo para ayudar. Se giró de nuevo para pasar del tío raro y acercarse al coche volcado, pero allí no había nada ni nadie. Sólo campo y oscuridad.

Aquella historia me puso la piel de gallina, sobre todo porque la escuché conduciendo de camino a casa, de noche. Me pasé todo el trayecto imaginándome fantasmas caminando por la autovía; tenía miedo al torcer cada curva, no fuese a salir nadie raro de detrás de la esquina.
Y no, no salió ningún fantasma... pero fue horrible. Seguramente fruto de mi imaginación, sentía cosas chungas, malas energías en el ambiente... y estaba segura de que había alguien más por allí, aunque yo no pudiese verlo.
Aún hoy me pasa que cuando conduzco de noche a veces noto sensaciones raras y se me pone la piel de gallina. Entonces recuerdo aquella historia radiofónica y ya se me ponen a temblar las manos, como a una quinceañera.

No lo puedo evitar. Mi imaginación es mucho más poderosa que mi vista, y más teniendo en cuenta que veo poco y mal sin gafas.
Pero cuando voy a entrar en una habitación a oscuras y alargo la mano hacia el interruptor para encender la luz, me acuerdo de una historia que me contó mi madre hace tiempo y me entra el canguelo, pensando que hay alguien agazapado en la oscuridad y que me rozará el brazo justo cuando apoye la mano en el interruptor.

Lo que se siente, pero no se ve.
¿Qué es lo que te da más miedo a ti? Cuéntamelo y quizá esta noche a todos nos una el mismo temor...

19 octubre 2009

Noche en el monte rizoso

Somos de naturaleza condicionable y sensorial. A todos nos ha pasado alguna vez que, caminando por la calle en una noche tranquila y hermosa de luna llena, nos acordamos de pronto de aquella peli en la que los vampiros o los zombies o los hombres lobo atacaban a los pobres paseantes solitarios... y sin poder evitarlo terminamos aligerando el paso para llegar pronto a casa.

En mi caso es fácil asustarme. Tengo una imaginación traviesa que adora gastarme bromas de mal gusto, así que tan sólo hace falta un mínimo de creatividad para hacer que se me ponga la piel de pollo: una película de serie B cualquiera, una historia de terror contada a la luz de las velas, una frase malintencionada en el momento preciso, una canción intimidante de melodía lúgubre, un paisaje oscuro y siniestro al torcer la esquina conduciendo...

Junto con el olfato, la música tiene el poder del tiempo. Una canción cualquiera puede hacernos retroceder al pasado y hacernos revivir de nuevo aquel episodio que nos marcó hace muchos años, aunque por entonces decidiésemos que es mejor olvidar.
Cuando se trata de miedos la cosa se hace incluso más irremediable: ¿alguien no ha sentido cierto malestar al escuchar los chirridos de la banda sonora de Psicosis, o la angustiosa melodía del Exorcista?
Yo no lo puedo evitar. Quizá porque mi vida ha estado siempre repleta de música de todo tipo, aquellas canciones que me provocan castañeteo de dientes no se podrían contar con los dedos de las manos.
Os dejo con las más importantes, y os invito a que me digáis las vuestras propias.


MusicPlaylist

18 octubre 2009

Marmolina.

Yo siempre escuchaba a mi profesora de manualidades atentamente, mientras ella nos contaba mil historias de fantasmas para amenizar esos ratos en los que nosotras, sus cuatro aprendizas de once años, dábamos pinceladas de turquesa y magenta sobre la delicada marmolina.

Tenía una casa verdaderamente grande. Para llegar hasta la terraza, que era donde teníamos las pinturas y pinceles y aquella mesa enorme que olía a bosque viejo que tanto me gustaba, había que recorrer un pasillo estrecho y sinuoso desde el que se podían adivinar bastantes habitaciones, todas en sempiterna penumbra y silencio. Sandra, la profesora, solía decirnos que le gustaba la tranquilidad y que por eso no quería abandonar aquella casa familiar perdida en mitad de la nada: la ciudad no estaba hecha para los artistas, o al menos para los bohemios como ella.
Yo pasaba mi mirada por cada estantería repleta de libros, polvo, jarrones rotos decorados a mano y fotografías en blanco y negro, y pensaba que quizá un poquito de ciudad no le iría mal a aquel lugar que casi parecía tender al derrumbe.
Justo antes de llegar a la terraza, en el salón, un butacón orejero gigante presidía la esquina más oscura. Allí era donde la mamá de Sandra, (nunca me la presentó pero supuse que sería su madre, por la edad y el parecido físico) una anciana seria y a menudo ausente, solía sentarse a dormir la siesta o ver la tele. Jamás conseguí sacarle una sonrisa a pesar de saludarla a diario con educación, así que después de unos meses yendo a clases opté por ignorar su presencia tal y como hacía la anciana con nosotras las niñas.

Pues bien, como os comentaba, a Sandra le encantaba contarnos historias de terror mientras trabajábamos. Creo que es la mujer más imaginativa y divertida que he conocido, y sabía como hacer que nos temblasen las rodillas en sólo diez minutos. Aseguraba que cada una de las vivencias relatadas eran reales: que ella misma había escuchado aquellas voces en caserones deshabitados y contemplado esas sombras amenzantes bajando escaleras. En más de una ocasión me puse tan nerviosa que no conseguí dominar al pincel y acabé por salpicarlo todo de pintura... con su reprimenda correspondiente, eso sí, entre risas.

Aún recuerdo aquella mañana como si fuese ayer. Yo cumplía doce años y para celebrarlo me llevé a casa de mi profesora una tarta de chocolate y batidos, consciente de que tanto Sandra como mis compañeras eran unas golosas sin remedio.
Limpiamos de trastos y pinceles la mesa de la terraza, colocamos un mantel de colores y vasos de plástico y nos sentamos formando un círculo para dar buena cuenta de los manjares festivos. Justo antes de cortar el primer pedazo, Sandra se giró hacia el salón y gritó:
-¡Mamá! ¿Quieres tarta de cumpleaños de Bea?

Como era de esperar, no obtuvo respuesta alguna. La vieja continuó con la mirada fija en la tele, sentada en su butacón de la esquina. Mis compañeras me miraron entonces muy serias, quizá pensando lo mismo que yo: la pobre anciana estaba senil o simplemente pasaba del resto del mundo... incluida su hija.
Pero aquello no pareció inmutar a Sandra, que cortó la tarta en pedazos bastante generosos y nos fue sirviendo una por una con su mejor sonrisa en los labios. Comimos hasta hartarnos charlando sobre no se qué casa encantada de la playa, hasta que me armé de valor y, dejando la cucharilla de plástico sobre el plato, comenté con voz temblorona:

-Oye, Sandra... ¿qué le pasa a tu mamá? ¿Está bien? A mi abuelo le han comprado un sonotone que es realmente bueno, y quizá no tendría que poner la tele tan alta si...

No pude terminar la frase. Sandra se levantó de un salto con los ojos muy abiertos, desorbitados, y dando una palmada seca sobre la mesa se volvió hacia mis compañeras y gritó, sosteniendo el cuchillo en el aire de una forma un tanto violenta:

-¡¡¡LO VEIS!!! ¡¡NO ESTOY LOCA!! Decídselo a vuestras madres, ¡no estoy loca!

Las niñas casi se atragantan ante tal griterío y, asustadas, se levantaron y casi atropelladamente salieron de allí sin despedirse como alma que lleva el diablo. Yo me quedé estupefacta, sin saber cómo reaccionar. Opté por levantarme también, azorada y sin comprender qué pasaba ahí, y me despedí de Sandra con la mano sin ni siquiera poder articular palabra. Salí de la terraza caminando hacia el pasillo confundida, y cuando estaba a punto de torcer la esquina me topé de frente con la anciana en su butaca. Tenía la mirada encendida, clavada en mí, y me asustó el verla tan... despierta y seria. Como si de pronto tuviese algo que decirme. Como si me advirtiese de algo malo.

Solté un alarido y eché a correr. Ya era demasiado para una niña asustada... Tardé menos de un minuto en alcanzar la puerta y salir de aquella maldita casa. No podía quitarme de la cabeza la imagen de mi profesora enloquecida, chillando frases sin sentido sin venir a cuento. También me sentía mal porque presentía que ese ataque de demencia fue provocado por algo que dije yo, y no lograba entender el qué ni por qué.
Y la vieja, con esa mirada enfadada y profunda después de meses de ausencia y pasotismo. Pensaba en todo a la vez mientras cruzaba la calle y llegaba a la parada del autobús para volver a casa, cuando me topé con mis compañeras de manualidades, que también esperaban allí. Me miraron por un instante con una expresión muy rara que me hizo detenerme en seco.

-¿Pero qué narices os pasa? ¿Qué ha pasado allí dentro?

Tardaron unos minutos en responderme. Una de ellas, la más pizpireta, susurró:

-Bea, ¿en qué estabas pensando? ¿Por qué mencionaste a su madre, sabiendo que Sandra está medio loca? Mi madre me prohibirá volver allí si se entera de que ha tenido un ataque...

De nuevo más confusión. Ya sí que no tenía ni idea de qué estaba ocurriendo, y como debieron verlo en mi mirada perdida, traté de explicarme como mejor pude:

-Pero vamos a ver. ¿Por qué no puedo nombrar a la vieja? Es normal que los ancianos no escuchen, sólo me preocupaba por ella y por Sandra, que la pobre tiene que llevar fatal el estado de su mamá...

-Su mamá murió hace dos años, Bea. Mis padres fueron a su entierro.






No volví a aquel caserón. Pero aún ahora, dieciséis años más tarde, sigo viendo en mis peores pesadillas aquella última mirada de la madre de Sandra, amenazante... siniestra. Me pregunto si a día de hoy volvería a verla si fuese a visitar a mi profesora con alguna excusa.

La verdad es que prefiero no saberlo.

17 octubre 2009

Pumpkins scream in the dead of night

Ya se acerca jallogüín, y con motivo de tan bonito día mi blog celebra un especial dedicado a ese género tan adorado por algunos y detestado por otros: el terror.
Desde hoy y hasta el 31 de Octubre, Una de Rizos... se viste de negro murciélago y todos los posts que publique hablarán de lo oscuro, lo misterioso, lo sobrenatural... y no, no me refiero a Jorge Javier Vazquez ni a su premio Ondas, sino al maravilloso mundo del miedo.

Debo decir que como buena cagueta que soy, mi vida ha estado siempre salpicada de episodios extraños y expedientes-x que, todo sea dicho, han dado una nota de color entre tanta monotonía... pero es que a veces ya era la leche, vamos. ¡Cuántas noches he pasado dando vueltas en la cama tapada hasta las cejas, cual tierna infante, muerta de calor y con la gélida sensación de que alguien me observaba!

En fin, sin más dilación y para romper el hielo terrorífico, os dejo con una instantánea de Cholo... que también quiso contribuir y ayudarme a disfrazar este vuestro blog.


Sed buenos, no os acostéis tarde y, sobre todo, no caminéis solos por la calle a altas horas de la madrugada...


MWAHAHAHAH....

12 octubre 2009

That's life

A veces creo que la justicia divina existe, pero que está mal repartida.

Lo siento mucho, Pablo. Aunque después de todo esto podemos estar seguros de que el cielo existe; ¿dónde si no estaría ahora tu mamá?


09 octubre 2009

Una de tests

Hacía ya tiempo que no respondía al aluvión de preguntas típicas de los tests de internet, y aprovechando que me acaba de llegar uno al correo, os lo transcribo por si acaso fuese de algún interés para alguien.
Y si no, también lo leéis, como las lentejas. Aunque sea porque me adoráis :P

Here we go!

1. Quién eres?
Yo soy Bea. Ja- ja- ja.

2. Si tuvieras que escribir tu autobiografía. Qué título le pondrías?
Una de Rizos, sin duda alguna. Mi vida ha estado (y creo que lo seguirá estando) llena de rizos y curvas del destino: ahora pacá, ahora pallá, ahora parece que se acaba pero aparece otro rizo y vuelta a empezar. Y todo inundado de brillo, olor a azahar y belleza, como mi cabellera... jurjur.

3. A quiénes admiras?
Admiro a gente cercana a mí que por alguna razón consigue hacer de forma natural lo que a mí me cuesta horrores. Por ejemplo a mi padre, que en cerocoma te prepara un plato de alta cocina increíble. A mi madre, que hace maravillas con la cámara de fotos. A mi amigo Antonio, porque consigue ver siempre el lado positivo de las cosas. A Alberto, por su sentido del humor tan inteligente y esa capacidad que tiene de reirse de sí mismo. A mi profe de salsa, porque consigue mantener la templanza incluso ante mis traspieses y mis unos a destiempo...

4. A qué cosas tienes miedo?
A la muerte sobre todo... pero también a la soledad y a las arañas, aunque eso es más bien fobia chunga.

5. En qué lugar duermen las hadas?
Las hadas son muy traviesas y no suelen parar quietas, pero cuando descansan les gusta fundirse en nuestros ojos. Las más curiosas y alegres suelen preferir esconderse en personas de ojos claros, azules o verdes; y como su naturaleza feérica es delicada y suave, hacen que el sol afecte más a la mirada de la persona que les cobija.
Las hadas serenas eligen a modo de lecho los ojos oscuros: marrones, negros, grises. Les otorgan una profundidad misteriosa, casi mágica, y consiguen hacer irresistible por unas horas la mirada de su anfitrión.

Y así, cuando alguien escucha una canción especial o cuando nos dan un beso el hada de nuestros ojos se despierta, pega un brinco y nos inunda la mirada de polvo de hadas, iluminándola por un instante.
6. Qué te provoca la risa de un niño?
Me provoca unas carcajadas tremendas, no me puedo contener xD
7. Qué te provoca el llanto de un niño?
Depende. Si son lágrimas de cocodrilo, me provoca ternura. Pero si es llanto de tristeza auténtica... pues me provoca pena, preocupación y hace salir a flote mi instinto maternal :P
8. Qué te provoca el llanto de un hombre?
Exactamente lo mismo que el llanto de un niño, jiji

9 .Tienes alguna fórmula mágica para ser feliz?
Cada persona debe encontrar la suya propia. Yo tengo la mía, claro: sol, mar, bocatatortilla, biofrutas y compañía agradable.

10. Cuál es el mejor lugar del mundo?.Qué hay allí?
Mi mejor lugar del mundo mundial... la terracita de mi bar favorito, en la playa de Pedregalejo.

11. Existe alguna buena razón para una guerra?
La única guerra que aceptaría yo sería en la que muriesen todos los hombres de guerra del mundo, y sólo quedásemos vivos todos los demás.

12. Sobre qué temas te gustaría escribir un libro?
Lo cierto es que no lo sé. Me gustaría ser capaz de crear un mundo fantástico, una cultura, un idioma... vamos, como Tolkien. Pero creo que es pedir demasiado :P

13. Qué tres deseos pedirías ante la fuente?
Salud, felicidad y vivir rodeada de gente que me quiera.

14. De quién te gustaría tener un autógrafo?
De los Tripod. Y si me cantan algo, ya me da un yuyu...jiji
.
15. Cuál es la virtud o virtudes que te reconoces sin pensar demasiado y por qué crees que sean importantes?
La alegría, supongo. Es importante transmitir optimismo y contagiar sonrisas, que a fin de cuentas son las que hacen que al final del día te acuestes y duermas como un niño.
A mí me gusta que los demás noten cuando estoy bien, cuando me lo hacen pasar bien.

16. Qué fue aquello que más te hizo reír en tu vida?
Muchos ratos con mis amigos de siempre; me costaría elegir uno solo porque casi siempre me dejan con los lagrimones colgando, de tanta carcajada.

17. Y algún hecho que te dio tristeza ?
En este blog ya he hablado de muchos momentos tristes de mi vida, no es plan de seguir contando amarguras :P
Pero bueno, digamos por poner uno... el día en que murió mi abuelo materno.
18. Cuál es el peor defecto que puede tener un ser humano?
La envidia. No sólo afecta a los demás, sino que te destruye por dentro y te impide alcanzar la propia felicidad.
19. Qué es un primer beso?
Son cosquillas en el estómago, temblor de rodillas, punzada en el corazón. Temor, alegría, nerviosismo, euforia e inquietud todo junto y revuelto, además.

20. Qué es un último beso?
Tristeza, melancolía, derrota. Los tangos siempre me han sugerido éso mismo: últimos besos.

21.Cómo es una buena declaración de amor?
Es sincera. Que en realidad no importa si te dan rosas o bombones o anillos o peluches; si se hace de día o al atardecer; en la playa o en una terraza abarrotada de gente. Lo que cala hondo es lo que no se dice, sino que se muestra... lo que se transmite de una forma u otra.
22. Lo sexual es importante para la persona o puede quedar relegado a otros planos inferiores?
En una pareja (de amigos -amantes o novios o lo que sea) no es ni más ni menos importante que el respeto, la confianza, la complicidad, el cariño. Todas y cada una de esas cosas - incluyendo al sexo- son indispensables pero no suficientes por ellas mismas.
23.Qué te inspira un libro destruido?
Me inspira rabia. Alguien debió sentirse muy pequeñito para destrozar algo que le hacía sentirse vulnerable y tonto.
24. Qué libro lees ahora y por qué?

Canción de Hielo y Fuego. Porque me lo ha recomendado alguien de quien me fío mucho :P
25. Te fijas en los ojos de otra persona?
Sí, claro. Y ahora que bailo salsa y que mi profe me obliga, más... ¡aunque soy bastante tímida y a veces me cuesta!

26. Cuál es la manera adecuada de perder el tiempo?
No hay formas adecuadas de perder el tiempo. Todo lo que hagamos, sea lo que sea, emplea un tiempo merecido si al final nos aporta algo.

27. Morir es nacer a otra vida?
No lo sé, y eso me provoca cierta...inquietud. Ya veremos, je.

28. Cuál fue la pregunta que más te gustó responder y cuál fue la que más te costó responder?
Me gustó la del último beso. La que más me costó es la de elegir algo que odie en el ser humano... hay taaantas cosas y soy taaaaan quejica xD

Besotes para todos, gracias por llegar hasta aquí ;)

05 octubre 2009

When Jesús was born

¡Chus! Que mañana es tu cumple :) Jo, cómo pasa el tiempo. Hace nada eras un niño payasete e inocente, y hoy ya eres todo un hombre payasete e inocente xD

¿Te acuerdas cómo nos conocimos? Apuesto a que no... Venga va, haz memoria. Creo que estábamos en 1989. Así, como suena. Éramos dos guapos jovenzuelos de ocho años... y el primer recuerdo que tengo tuyo es de cuando la profesora nos castigaba a ambos por escribir mal. Jajajaj.... lo veo como si fuese ayer, los dos haciendo copias de caligrafía en cuadernillos Rubio: tú por tener esa letra tan fea e ininteligible que te caracteriza, (con la edad que tienes seguro que sigues sin saber escribir :PPP) y yo por salirme de los renglones por culpa de escribir rápido rápido para terminar pronto.

Eso sí, nuestra primera conversación como amigos formales fue mucho más tarde, en octavo de EGB. Ahí fue cuando a ambos nos compraron la Master System, ¿recuerdas? Alex Kidd nos unió en los recreos y se formó el grupo.

Pues bueno... como yo siempre me adelanto para todo, quería felicitarte antes que nadie y desearte mil años más repletitos de risas, buenos momentos y ligrettos. Porque sabes que te aprecio un montón, aunque te lo diga poco y mal porque encima a ti te dan corte estas cosas :P

Siento mucho estar tan lejos y no poder darte un achuchón de esos que te ponen nervioso, pero que sepas que por Málaga no nos olvidamos de ti y que esperamos que muy pronto decidas volver :P

Y con esta felicitación tan chorra pero con cariño me despido, no sin antes dejarte nuestra canción xD
Un besote gordo, gordo, gordo.

03 octubre 2009

REC 2: Atención, spoilers

Pues bien... acabo de volver del cine. He visto Rec 2, la peli que se rodó justo al lado de mi trabajo en Barcelona.

No diré qué me ha parecido aún, ya que acaban de estrenarla y no quiero condicionar a nadie con mi humilde opinión, pero... he tenido una visión. Justo cuando salía de la sala de cine acompañada por mi madre, (pues sí, la gente es muy valiente, pero yo a ver pelis de miedo me llevo a mi mamá) un flash ha venido a mi mente: el cartel de una posible REC 3, continuación de la saga.
Os dejo con lo que más o menos he visto durante dos segundos, salvando las diferencias provocadas quizá por mis precarios instrumentos de edición fotográfica: