27 octubre 2016

Soy pro Gianluca

Normalmente la gente rica da asco. Y asco de envidia, quicir. Les tengo mucha manía porque ellos tienen casas preciosas con piscinas infinitas y no tienen que trabajar ni cocinar y pueden comprarse todas las Yankee Candles que quieran porque son millonarios.

Pero Gianluca Vacchi me cae bien. No bien, genial. Y supongo que me resulta majo porque el primer video de su instagram que apareció por mi TL fue este:

Un vídeo publicado por Gianluca Vacchi (@gianlucavacchi) el


A mí es que me hacen el payaso y me ganan, qué queréis que os diga. 
Pues este señor es Gianluca, un empresario millonario italiano de 49 años (muy bien llevados) que vive con su novia Giorgia, la mujerona del vídeo, y se dedica a llenar su instagram de vídeos haciendo el canelo, bailes, ropa preciosa, risas y deporte. Vale, y de yates y mansiones también, pero no nos quedemos en los detalles.
A Gianluca debemos quererlo todos por muchos motivos, yo os dejo aquí algunos bastante importantes:

1) Es un gran bailarín y rebosa sensibilidad y romanticismo y así nos lo hace saber.

Un vídeo publicado por Gianluca Vacchi (@gianlucavacchi) el


 2) Se monta unas tardes de yate-and-friends que para mí las querría:

Un vídeo publicado por Gianluca Vacchi (@gianlucavacchi) el


3) Hace deporte con la misma música pachanguera de mierda que escucho yo. El deporte ya no es el mismo que hago yo xD

Un vídeo publicado por Gianluca Vacchi (@gianlucavacchi) el


4) Gianluca ama a su novia de verdad y nos enseña lo que es el verdadero vínculo entre dos personas. Porque sólo alguien que ama a una mujer le monta un vestidor como este:


Un vídeo publicado por Gianluca Vacchi (@gianlucavacchi) el



5) Y a mí me acabó de conquistar del todo cuando también se vio un poquito oveja negra :)


Una foto publicada por Gianluca Vacchi (@gianlucavacchi) el



16 octubre 2016

Su relación, gracias.


Gracias. Me diste las gracias y te quedaste tan pancho. 
Y lo peor no fue que después de dejarme tirada me dieras las gracias como quien va a por tabaco a la máquina, sino que de todos los motivos de los que disponías para agradecerme algo, (yo podría escribirte unos cuantos porque no soy muy de falsas modestias y, seamos sinceros, siempre te di lo mejor de mí misma) al preguntarte yo escogiste el peor. El más ridículo. Me soltaste un "pues...no sé... por la relación... hay que ser agradecido, supongo".

Hay que ser miserable y tener muy poquita empatía. Estoy hasta el rizo de tíos inmaduros emocionalmente, muy leídos, muy cultos, con muchas inquietudes pero tristes e incapaces de echarle cojones a la vida. 


A vosotros os pongo por testigos de que la próxima vez que me enamore, -si es que eso llega a suceder, que nunca se sabe y estoy muy tranquilita ahora- será de un hombre y no de un niño. Un hombre, sí, pero una buena persona que me haga reír a carcajada limpia, que me haga llorar de la risa y consiga que termine mis tardes con dolor de mofletes y pensando "ay, ha sido un día de mierda pero qué bien me lo he pasao".

Ya está bien de gente supuestamente inteligente. La inteligencia está sobrevalorada o, al menos, mal entendida. Yo lo que quiero es hacer el canelo y descojonarme viva por chorradas.  La vida son dos días y yo quiero vivirlos de verdad, así que si me lees, si te molo una poquita, si tienes sentido del humor y ganas de disfrutar como un crío y no estás roto por dentro... dime argo, pordió, porque empiezo a pensar que lo de convertirme en la loca de los gatos no está tan lejos.

02 octubre 2016

Octubre

Siento vértigo. 2016 está pasando veloz, muchísimo más rápido que cualquier año que recuerde. Y no  es que haya sido especialmente bueno. Ni malo, tampoco: está siendo uno de esos años de sentarse a esperar a ver qué pasa. De caminar porque sí. De tener paciencia, de dejar de pensar. De atrapar las oportunidades. De decir que sí y luego ya veremos. 

Hay años de transición y creo que este es uno de esos; tan sólo espero que con tanto caminar y caminar no me pierda  por el camino hacia ninguna parte y consiga llegar, finalmente, hasta un refugio.