Acabo de volver del cine. He visto una de esas películas que de primeras parecen simples, pero que te calan sin darte cuenta. Y lo sé porque, conduciendo de camino a casa entre árboles de navidad prematuros y luces de colores, algo del argumento de la película me ha recordado a ti.
Hacía años que no me acordaba de ti y ya ves, aquí estoy, sonriendo como una tonta porque todavía recuerdo bien cómo sonaba tu risa y cómo levantabas la ceja cuando yo hacía algo que te descolocaba. No guardo ningún rastro de amargura ni rencor -es lo bueno de tener memoria selectiva- pero a veces me pregunto si tú piensas en mí alguna vez. Probablemente si lo hicieras no sería con el mismo cariño, claro.
Es más. Probablemente tampoco me reconocerías si me volvieras a ver ahora. Me entristece un poco porque cuando me miro al espejo me agrada ver en lo que me he convertido, pero no queda ni rastro de aquello que tanto te gustaba de mí. Creo que contigo yo siempre fui mejor persona.
No tengo ni idea de dónde estarás ahora, pero espero que te vaya bien. Yo esta noche voy a tomarme una copa de eso que bebías siempre, a tu salud. Como la protagonista de la película. Como si tú tampoco hubieras existido nunca.
Te entiendo bien... a veces echamos de menos sin echar, porque en realidad somos mejor ahora. Y aún así...
ResponderEliminarUn beso!