Yo tenía doce años. Doce años y un cuerpo canijo que de espaldas podría pasar por el de un chavalín esmirriado, pero que de frente no podía ocultar la (por entonces) cruel realidad: me habían crecido las tetas.
Para mí aquello de tener tetas era algo incómodo e inútil: ¿para qué quería yo tener tetas, si no hacían más que estorbar? Encima la ropa dejaba de quedarme bien, mis amigas me empezaban a mirar raro y algo dentro de mí sabía que ya nada volvería a ser igual. Que a eso se le debía llamar "dar el estirón", solo que unos crecían de una parte, y yo de otra.
La cuestión es que allá por febrero de 1993, mi familia y yo nos fuimos a pasar un fin de semana a un hotel, celebrando no se qué historias del trabajo de mi abuelo. El sábado por la noche se daba una fiesta de gala en la que todo el mundo tenía que ponerse sus mejores lanas, y mi madre eligió para mí un conjunto monísimo de blusa/pantalón de una -oh, fortuna- delicada tela color beige. Y al ir a ponérmelo algo enfurruñada porque yo quería vestido, mi madre sacó una extraña prenda del armario y vino hasta mí muy sonriente, para soltarme una de esas frases lapidarias que me acompañarían para el resto de mi vida: "Beíta, toma, ya tienes que ponerte un sujetador".
Sostuve aquella extraña prenda en mis manos durante un par de minutos, extasiada, preguntándome para qué narices servía eso y por qué se lo ponen todas las mujeres a diario. Aquel sujetador no tenía aros, por supuesto, y era más una camisetilla minúscula de lycra que otra cosa, pero me hacía sentir una extraña en mi propio cuerpo y me tuvo media hora observándome con el ceño fruncido delante del espejo, sin atreverme a salir de la habitación.
Al final salí, claro, porque el hijo de unos amigos de mi familia vino a buscarme para ir a la fiesta infantil en la que beberíamos champín y bailaríamos Xuxa. Le saludé sacándole la lengua (me gustaba, no había duda) y echamos a correr por los pasillos del hotel hablando de no se qué serie de la televisión, hasta que llegamos a las estrechas escaleras que bajaban hasta el salón comedor del hotel y el chaval, muy caballeroso, se apartó para dejarme bajar primero dándome una palmadita en la espalda.
Lo que yo jamás me hubiese esperado ni en un millón de años fue su reacción al tocarme y rozar sin querer su mano con los tirantes de mi nueva prenda. El chaval se paró en seco, abrió los ojos como platos y gritó, impresionado:
-LLEVAS... LLEVAS... ¡¡¡TÚ LLEVAS SUJETADOR!!!
Casi me da un chungo de la vergüenza, os lo prometo. En ese momento no entendía el por qué de su impresión, de su sorpresa desmedida, pero mi intuición femenina recién estrenada me decía que debía ser fruto de la admiración más que de la animadversión, así que opté por hacerme la digna y sabia mujer de mundo y, sonriendo con soberbia, le dije algo así como: -"pues claro, imbécil, soy una mujer".
Él se me quedó mirando entonces como si yo fuese una extraña extraterrestre a la que acababa de conocer, y durante el resto del fin de semana me siguió como un perrillo faldero por todo el hotel y me dejó ganar en todos los juegos.
Fue ese fin de semana cuando aprendí que, por alguna sabia decisión de la naturaleza, tener tetas mola. Que las mujeres estamos destinadas al poder sobre los hombres a cambio de pagar el pequeño precio de llevar sujetador, esa prenda del mal que años más tarde se fue haciendo más y más incómodo, con esas varillas que se clavaban y esa forma de condicionar mi vestuario, pero que era un mal menor comparado con todo lo demás.
Más tarde aprendí que el mero hecho de tener tetas no te hace poderosa, sino que también tienes que ser inteligente y aprender a usar ese poder. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, ya sabéis.
Pero esa es otra historia y será contada en otra ocasión.
¿Te dejo ganar a todos los juegos? Tiran más dos tetas que dos ovejas.
ResponderEliminarxDDD Me dejó ganar, sí, y para mí aquello era pura magia :P
EliminarPues que quieres que te diga, yo preferiría tener menos tetas y más diversidad de vestuario, en vez de los airbags estos... Pero bueno, poco puedo hacer. Por cierto, la imagen me ha matado xD
ResponderEliminarBah, yo creo que las que no tienen tetas quieren tenerlas, y las que las tenemos nos quejamos por eso. Lo cierto es que a mí las mías me gustan, inconvenientes aparte xDDD
EliminarJajajaja bueno, no hablaste del Tekken, pero también fue una buena historia (par ano variar :p)
ResponderEliminarMe alegro. Lo de Par Ano Variar suena muy rarete xDDDDDDDD
EliminarTetas!!! y ya no tengo mas que añadir xD
ResponderEliminarYo tampoco :P
EliminarAinsss yo pasé mi adolescencia deseando saber lo que se sentía teniendo tetas... Y no había manera!! ahora, a mis 35, lo he conseguido por fin (una pasta jajaja) y es verdad: tener tetas mola! Lo bueno, es que yo ahora estoy sintiendo todo lo que no sentí en mi adolescencia: estoy empezando a entender lo que significa tener el poder jajaja y la responsabilidad que eso conlleva. Es muy interesante :)
ResponderEliminarOye, pues disfruta ahora, mujer. Nunca es tarde para entrar en la edad del pavo :P UN besazo!
EliminarJajaja, yo no tuve grandes problemas como tengo lacasitos...XD Y contenta con ellos oye! Aún así con 12 años también empezé poner camisetitas de esas porque para según qué cosas como correr en gimnasia pues...ya daban la lata, si es que encima tiene que doler! Pero vamos yo recuerdo que lo normal para mi era no llevar sujetador y en esa época tonta los niños se afanaban en tirar de los sujetadores para luego soltarlos...ya sabes...pues conmigo siempre se llevaban la sorpresa y marchaban gritando "haaalaaaa esta no lleva sujetadooor!!".
ResponderEliminarUf, a mí también me hicieron lo de tirar de la tira de la espalda y soltarla para que te diera un latigazo... qué dolor XD
EliminarPuffff a mí me costó un poco adaptarme a aquellos sujetadores "de iniciación" que eran tops deportivos más que otra cosa. Los odiaba al principio. También me costó algo adaptarme a mis "lolitas"... me echaba hacia delante para disimularlas... Ya ves tú, tampoco había demasiado que disimular pero a esa edad impactan bastante los cambios que sufre nuestro cuerpo.
ResponderEliminarAl poco tiempo terminas "HAMÁNDOLAS" ;)
Tener tetas mola, claro que sí, y sobre todo es alucinante el magestuoso poder que te otorgan, nunca dejará de sorprenderme :O
Lo más importante, sin duda, el final. Me quedo con ese último párrafo.
Gran post, un beso!
pd: ay, he recordado al leerte que con esos años (12-13) más o menos había una moda estúpida, tanto en niños como en niñas, que consistía en tocarte la espalda/hombro para ver si ya eras usuaria de la mítica prenda. Si era NO, no pasaba nada. Si era SÍ, risitas envidiosas de las que aún no habían dado el paso, miraditas cómplices de las que estaban en tu situación y reacciones variadas en ellos. Qué absurdo todo oye.
Ay perdón perdón perdón :_______( Me leo y MIS RETINAS SANGRAN HORRIPILADAS:
EliminarmaJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJestuoso
¬¬ no sé qué me pasó ¬¬
No pasa nada, mujer, un lapsus lo tiene cualquiera XDDD Y sí, las mujeres eran unas envidiosas por entonces, pero es curioso: al principio, cuando eres una criaja, envidiabas a las que todavía no necesitaban llevar sujetador, y unos años después las que envidiaban eran las que todavía no lo llevaban XDDD
EliminarUN besazo!
Ese fin de semana descubriste el poder de la manipulación, y cómo los hombres nos dejamos engañar con tanta facilidad
ResponderEliminarBesoooooos
Oye, que tampoco es engaño, tenemos todo a la vista y sin trampa ni cartón :P
EliminarLo que es el instinto oye. Desde bien chico nos quedamos embobaos mirandolas
ResponderEliminarJAJAJA Si es que la naturaleza es una cachonda :P
EliminarEres estupenda.
ResponderEliminarGracias por las risas
Gracias a ti, resalá, que me vas a sacar los colores!
EliminarLas tetas son como el anillo único, lo que hay son exceso de Frodos deseando portarlo XD
ResponderEliminarx_DDDDDDD Suerte para vosotros que no sean únicas :P
EliminarMaravilloso;)))
ResponderEliminarYo siempre tuve pocas. De unos años a esta parte, además, me niego a ponerme el sujetador, sólo para trabajar y alguna ocasión nocturna;))
Suertuda tú! Es la gran ventaja de no tener el pecho grande, sin duda alguna.
EliminarBueno, no tuve pocas, tuve dos, pero pequeñas.
ResponderEliminarJajaja!
EliminarEste post ha sido la caña, pero la foto del final mola mil xDDDDDD
ResponderEliminarEncima el sujetador es morao :DDD xDDDDDDDDDDDD
EliminarJeje, Rizos, me das envidia porque no consigo recordar ese momento en el que yo empecé a usar sujetador. Sí que recuerdo sin embargo cuando una compi del cole, bastante precoz en todo, empezó a llevarlo y tuvo su primera regla cuando estábamos en 5º de EGB, y la verdad que todos se metían con ella y se lo hicieron pasar fatal. En el fondo supongo que era envidia.
ResponderEliminarA mí cuando me crecen porque engordo o porque me va a bajar la regla, me hacen sentir de lo más incómoda. Como todo, ha de tener su justa medida. Y sobre todo que estén bien puestas. ¡Pero que vivan las tetas! Yo abuso bastante de escote siguiendo la premisa de lo que han de comer los gusanos, que lo vean los cristianos.
Rizos, solo un comentario... Afirmas que "tener tetas mola"
ResponderEliminarBueno, pues que sepas que eso NO es lo que dice mi Dama cuando me ve las mías...
:-PP
No me extraña que te siguiera al fin del mundo, son ideales :)
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