30 enero 2009

Searching: rizos (II)

Y aquí estamos otra vez con una nueva entrega de todo aquello que los usuarios de internet buscan con google hasta que dan a parar en mi blog.
Nunca dejaré de sorprenderme...

-Recibo e-mails de sexo en mi correo, de donde salen.
Pues chico, seguramente de las quincemil webs porno en las que estás registrado...


-Patatas chips en fanta naranja.
Eso justo después de hincharte de boca-bits con petit suisse o gusanitos con natillas, ¿verdad? Qué buen gusto culinario hay por el mundo...

-Yo lo que quiero es que todas me coman la.
¿La qué? ¿La sopa? ¿Tándo te costó cocinarla? :P Lo cierto es que aunque suene raro yo también busqué eso en google hace un año más o menos, para enterarme de cómo se llamaba la canción de marras...

-Salón manga 2008 disfrazada pikachu.
Ehhm... os prometo que yo jamás me disfracé de pikachu. Ni siquiera fui al salón del manga en 2008... Si la buena mujer que escribió eso sigue por aquí, por favor que me mande una foto del evento, que le hago famosa.

-Disfraz sexy morbo.
Y dale con los disfraces. Coñe, si desde que me fui del hotel no me he vuelto a disfrazar, y mucho menos de conejita de Playboy o de enfermera cachondona... Oye, igual me están dando ideas para los carnavales xD

-Realización de rizos antiguos.
¿Rizos antiguos? ¿En plan caracolillo flequillero de Marifé de Triana? Perdona, bonita, pero servidora tiene mucho más glamour, así que vete buscando otro blog :P


-Oveja que come chorizo.
Ostras, aquí si que me han dejao k.o. Una oveja que come chorizo es como un hamster que se alimenta de carne humana, más o menos... El apocalipsis ha llegado, ¡¡¡¡arrepentíos!!!!


-Autobús botón para parar.
¿Ves? Éste sí que sabe cómo usar el google y cómo buscar con eficacia, ya que historias de autobuses encontrará unas cuantas en Una de Rizos...


-Polvazos.
Por supuesto, éste también sabe dónde buscar. Je.

27 enero 2009

El chorizo volador

Estaba yo anoche preparando la cena cuando un pedazo de pollo se me cayó al suelo. Y entonces me vinieron a la mente los segundos más hilarantes de mi historia: me acordé de Jesus David.

Él era un muchacho dos años mayor que yo (por entonces yo tenía doce) y su figura espigada (canija) y sus ojos oscuros eran para mí como la más armoniosa melodía de las musas del olimpo.
Vivía en Lucena, un pueblo de Córdoba al que yo solía ir a pasar los fines de semana en la casa del campo de mi mejor amiga. Él, Jesus David, (Jesudaví para nosotros) formaba parte del grupo de amigos bastante peculiar en el que Elena, mi amiga, y yo éramos las únicas y orgullosas féminas.

Aquel verano decidimos dar una fiesta en el campo. Prepararíamos suculentos manjares en la barbacoa, luego jugaríamos a las cartas a la sombra de los olivos y a media tarde nos refrescaríamos en la piscina. Todo estaba bien dispuesto y preparado para pasar un día estupendo, y yo ya planeaba mil maniobras de acercamiento para conseguir que Jesus David dejase de verme como a un colega más y pasase a considerarme una mujer atractiva con la que salir a tomar una coca-cola o ir al cine cogidos de la mano (bendita inocencia).

Mi amiga Elena, la más despabilada, empezó a chamuscar sus chuletas en la barbacoa del porche y yo preparaba la ensalada mientras los machos charlaban animadamente en la mesa, dos olivos más a la derecha. Mi Jesus David debió suponer cansancio en nuestras miradas, ya que acudió raudo y veloz a ayudarnos con la comida cual Superman cordobés. Yo me derretía mientras Elena ponía un buen montón de choricillos caseros en un plato y él cortaba tomate conmigo, codo con codo, mirada con mirada.
Y ahí fue cuando sucedió todo.

-Toma, Jesudaví, lleva ésta bandeja a la mesa.- le pidió Elena, pizpireta.
Mi macho agarró la bandeja humeante y suculenta , se giró y se encaminó ufano hacia la mesa donde esperaban los demás...
Pero el cruel destino hizo que tropezase torpemente, que soltase la bandeja en pleno batir de brazos y que los chorizos saliesen volando como sonrosadas mariposas campestres.

Fueron sólo tres o cuatro segundos, los justos para que su espigado cuerpo pasase a ser larguirucho ante mis ojos. Para que sus gráciles andares resultasen desgarbados y mecánicos, y su mirada, antes tan interesante, se convirtiese en los ojos de un chiquillo torpe y humano.

Elena empezó a chillarle y reprenderle cual madre cabreada, y él bajaba la vista hacia el suelo disculpándose mientras los perros hacían buena cuenta del manjar que les había caído del cielo, literalmente.

Y sé que es triste y que no dice nada bueno de mí, pero por aquel entonces yo buscaba un príncipe azul que pudiese sacarme de cualquier entuerto, y por culpa de Jesus David me pasé media hora friendo más chorizo y otra media hora llevando a los perros al veterinario, porque se empacharon.




Años después me enteré de que se había metido a cura... y sonreí.
Espero que le vaya muy bien, y que no me guarde rencor por la de veces me he descojonado a su costa estos años cada vez que preparo chorizo frito.

23 enero 2009

Veinte años no es nada

Ayer estaba yo tan deprimida y traumatizada por el comentario de la portera (aún me dan escalofríos) que decidí autoanimarme yendo a comprarme un libro. Ya véis.... hay gente que se compra zapatos, helado o chocolate para paliar depresiones. Yo me meto en la librería.

Le pregunté a Esther, mi amiga bibliotecaria, qué novedades había que me pudiesen gustar... y encontré el nuevo de la Neville, El Fuego.

Es curioso cuando te pones a observar el tipo de personas que dedican su tiempo libre a pasearse por las librerías; todos (o casi todos, ya que algunos van por compromiso y regalos pendientes) tenemos ese brillo en la mirada cuando acariciamos los lomos de cualquier tomo, la misma sonrisa tonta cuando damos con el nuestro. Cuando por fin hallamos el libro que nos esperaba, y lo compramos casi a escondidas y lo metemos nosotros mismos con mucho cuidado en la bolsa de plástico que nos ofrece la cajera.



Recuerdo que cuando yo era una niña mi madre me llevaba al quiosco cada lunes, muy temprano. Yo todavía caminaba medio dormida, colgándome de su mano y dando tumbos por las calles aún desiertas de Málaga, preguntándome por qué habíamos cambiado hoy el camino hacia el cole...
Hasta que llegábamos y una montaña de chucherías se levantaba ante mí. Caramelos, gominolas, gusanitos, regaliz. El olor era insoportable, irresistible para una criaja golosa como yo.
Y cuando mis sentidos estaban ya extasiados ante tal maravilla, mamá se acercaba a mi oído y me decía: "elige, Pilu. O las chuches o el libro de Disney."

Entonces mi mente traviesa recordaba. Cada lunes salía un nuevo tomito de los libros de Disney, aquellos de tapas duras y oscuras que yo iba colocando con infinita delicadeza en las estanterías de mi habitación.
Y así le daba una última mirada a las chuches, igual que Aladino tuvo que mirar las maravillas de la cueva antes de ir a por la lámpara.
-El libro, mamá.

Y volvíamos de nuevo de la mano camino del colegio, ella llevando mi mochila y yo abrazada a mi libro nuevo. La magia de aquel momento me hacía sonreir y cantar sin parar, consciente de que en pocos minutos yo entraría a formar parte de un cuento y viviría el despertar de la Bella Durmiente o la boda de la Cenicienta.





Anoche, veinte años después, me sentía igual de feliz mientras sujetaba con fuerza el libro contra mi pecho en el autobús, de vuelta a casa...

Y un poco después ya estaba yo buscando las piezas del ajedrez maldito por el Mundo.

22 enero 2009

Light

Sabrás cuál es el momento ideal para ponerte a dieta cuando...

la portera del edificio donde trabajas te salude un día y te diga, sonriendo:
-Oye, ¿tú estás embarazada?
...

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Vale, llevaba un abrigo nuevo muy fashion que quizá no me favorezca. Ahora mismo lo quemo.

21 enero 2009

MikeM’s Site te regala este paquete.

Bueno, pues hoy vengo con un mandato especial, y es que me han pasado un meme de esos generosos que a la vez son concurso.
Ha sido pikomite, mi colega de frikismos videojugones, y si queréis saber de qué va ésto os contaré que se sortea un paquete misterioso entre los que participen en este meme.
¿Las reglas?
- Enlazar el post desde el cual se te pasó el meme,
-dejar un comentario en esta entrada para que MikeM sepa quién participa
-y pasarle el muerto (digooo el meme) a cinco personas. Mis elegidos son: Fle, Angelito, Janton, Albret y Roboto.

No os sintáis obligados a participar, chicos...( lo digo para tener más posibilidades de ganar, que por la forma del paquete yo creo que es un chalet en Cadiz, wahaha)
Y a los demás que sepáis que estáis invitados a participar, tan sólo pasaros por el blog de MikeM.

Un besote!


16 enero 2009

Expediente autobús.

Bueno, pues aquí estoy otra vez.
Os prometo que hoy no tenía intención de actualizar, pero aún sigo traumatizada y tenía que contaros lo que me ha pasado esta mañana antes de que se me olvidase.


Iba yo al trabajo en el autobús de siempre, cuando un grupo de ancianitas empezaron a discutir y a elevar la voz cada vez más y más. Al principio yo no llegaba a escuchar qué decían concretamente, pero entonces una de ellas supongo que se indignó y se puso de pie para gritarles a las otras:

-¡¡¡¡¡¡DIOS ES LIBERTAD!!!!!!

Joder. Yo no sé si Dios es o no es libertad; lo que sé es que todos los que íbamos en el bus, conductor incluído, pegamos un bote tremendo y nos volvimos para mirar qué coñe pasaba allí...

En ese momento pensé: Bea, ésto tienes que escribirlo en tu blog...
Pero luego llegué a la conclusión de que me paso la vida escribiendo en el blog historias de autobús, que parece que no tengo nada más que hacer durante el día que montarme en el autobús a ver qué sucesos apasionantes me esperan... Así que no, no iba a postear la historia de las viejecitas religiosas.


Hasta que sucedó.
Un señor picó el botón para parar el autobús en la siguiente parada demasiado tarde, por lo que el conductor pasó de largo la que supongo sería su parada...
El señor que se enciende y le grita:

-¡¡¡OIGAAA!!! ¡¡¡¡¡Que había picado la parada!!!!! ¡¡¡Pare inmediatamente!!!

El conductor, más chulo que un ocho, mete tercera y grita:

-NO. ¡Haber picado antes!

Ea. Otra vez todos que nos giramos hacia delante para ver cómo el señor se acerca al coductor pegando alaridos y le arrea un puñetazo en toda la boca así, con todas sus fuerzas.
El conductor que da un volantazo, frena en mitad de la Gran Vía (yo ya tengo experiencia en este tipo de conducciones temerarias) y se encara con el señor en plan a mí no me toca ni Dios, que es libertad.

Un grupo de viajeros corrieron para separarles, mientras desde la parte trasera del autobús las ancianitas gritaban asustadas y yo me agarraba, histérica, al asiento de delante.
Pudieron separar a las fieras vete a saber cómo, y la historia terminó con un conductor con el labio sangrante diciendo que llamaría a la policía si el otro no se bajaba del autobús... cosa que, gracias al Dios Libertino, sucedió en breve.

Y aquí estoy, sana y salva de forma milagrosa, preguntándome qué carajo pasa con el transporte metropolitano de Barcelona... que saca lo peor de nosotros mismos. ¿Será una brecha por la que se escapa el aliento de Metrópoli? (Chiste Kult)

Mejor me compro una bici, creo.

14 enero 2009

Físika o kímica

Medio día. Hoy.
Estaba yo muy concentrada degustando mi ensalada con pollo en un restaurante, cuando mis oídos captan unas voces alegres justo a mi espalda:

-Enga ya, colega, ¡si te está mirando!
-Que no, joer, que me da corte... que se acerque ella...

Otra voz:
-¡Pero tú eres gilipollas! Se te pone a tiro una tía buena y te quedas mirando como un colgao...anda que si fuese yo...

Le di un sorbo a mi coca cola y sonreí, pensando que como de cada tres palabras que dicen los jóvenes hoy en día son tacos, las siguientes generaciones olvidarán cómo se hablaba sin ellos.
Estaba a punto de levantarme para irme cuando escuché:

-Bueno, vale, voy pero no quiero ni una risa, cabrones. Ahora vengo.

Vaya, por fin, pensé yo. Tengo que reconocer que la escena ya me parecía hasta tierna, así que entre lo cotilla que soy y la curiosidad de ponerle rostro a esa sarta de palabrotas, me giré para no perderme detalle de los acontecimientos.
Y le vi, con su flequillo infinito tapándole los ojos, sus piercings y su sudadera gigante. No tendría más de diecisiete años, lucía una mirada de falsa confianza que no engañaría a nadie... y avanzaba lentamente hacia la muchacha girando los ejes de su silla de ruedas.

De nuevo otra confesión: me sorprendió un poco ver que era un minusválido. Me esperaba a alguien desgarbado y larguirucho, con andares chulescos y sonrisa pícara... pero no una silla de ruedas.
Crucé los dedos entonces y traté de reprimir los nervios, deseando que la niñata esa supiese estar a la altura de las circunstancias.

Y entonces ella también le vio acercarse, y poniéndose roja como un tomate apartó rápidamente una silla para que él pudiese acercarse más.
-Hola... ¿cómo te llamas?
-Marta, ¿y tú?
-Jordi, encantao. ¿Me puedo quedar?

Ella asintió, coqueta, y yo entonces suspiré y me puse la bufanda para irme: ya tenía suficiente.
Porque en ese preciso momento comprendí, estúpida, que fui yo la que no estuvo a la altura de las circunstancias...

Salí del restaurante algo avergonzada pero, sobre todo, aliviada...
Quizá la generación de Física o Química y de los sms con k no esté tan perdida, a fin de cuentas.

04 enero 2009

Palante!

Está claro que este va a ser un gran año.

Cierto es que me atraganté con la última uva en Nochevieja.
Cierto es que justo el día 1 pillé yo una gripe de las mias (permitidme que no dé más detalles) y que me he pasado la mitad de mis vacaciones en la cama, moribunda.
Cierto es también que hoy casi pierdo algún diente cuando saliendo del cine escuché a mi pocholo (que no tiene miopía y se supone que ve mejor que yo en la oscuridad) decirme que me agarrase a su brazo protector... justo antes de ver como tropieza escalera abajo.
Cierto es que la suerte vuelve a gastarme mil bromas hijoputas de las suyas...

Pero me da igual.
Si todo sale como tiene que salir, acabaré este año en un nuevo (y mejor) hogar, con más tranquilidad económica y mucho más bella y esbelta. Bueno, vale, lo de más esbelta igual no, que lo mío y las dietas es una batalla perdida :P

Pero ahí estamos, y palante.
Ea!