26 agosto 2007

Puessss





¿Sabes qué? Que te den por culo.


Pero oye... te deseo lo mejor, en serio. Que te den por culo y que te guste ^_^

25 agosto 2007

Limón y azúcar.

Qué traviesa es la memoria cuando te obliga a sentir cosas que tenías por desaparecidas...
Un olor, una canción, una simple fotografía.
Ayer conducía por la autovía de camino a casa y divisé a lo lejos los restos de la feria: casetas a medio desmontar y la puerta enorme y magestuosa aún intacta. Inmediatamente en mi mente aparecieron imágenes mitad tiernas mitad cálidas que me hicieron sonreir mecánicamente, sonrojada, obligándome a rememorar tres días en los que fui, simplemente, feliz.

Por la noche la sonrisa se truncó en medio minuto, mientras leía un sms inesperado y la memoria volvía a jugar conmigo una vez más.

Pero la vida es así, compleja. A veces te da una de cal y otras una de arena, y los recuerdos dulces y amargos se entremezclan en nuestra memoria para convertirnos en lo que a fin de cuentas somos... puros sentimientos.

Lo mejor de todo es que los seres racionales (unos más que otros, pero racionales al fin y al cabo) poseemos la clave para el bienestar: la esperanza. Y anoche, a pesar de bajar por un instante a lo más profundo de los infiernos más tristes y dolorosos, alguien me recordó que la vida sigue y que no estoy sola. Un simple beso tecleado y una partida de backgammon consiguieron hacerme subir de nuevo a la superficie, sentarme en mi sillón de piel y borrar el maldito sms de la memoria de mi teléfono.

Qué diablos... si sólo son recuerdos.

21 agosto 2007

You must remember this...

Siempre me fascinó el verano. A veces me pregunto por qué son los momentos estivales los que suelen grabarse a fuego en mi memoria fácilmente, mientras que todo lo que me sucede en otoño, primavera o invierno se va quedando olvidado por ahí, prendido con alfileres en mi memoria.

Quizá sea por el olor del mar, que en verano me resulta más próximo y además se endulza con el aroma a coco y biznaga.

Quizá tenga que ver con ese ambiente festivo y ocioso que hace que cualquier noche parezca más relajada y divertida, a pesar de trabajar las mismas horas que en invierno.

Quizá se deba a las noches de feria, los paseos por las terrazas de verano, los mojitos, los bailes, los baños refrescantes en la piscina antes de comer.

Quizá, y es sólo una suposición, el verano siga teniendo esa magia inocente que yo le infundía de niña, cuando por fin acababa el colegio y me sentaba bajo los sauces a soñar que llegabas a buscarme. Hoy tengo 26 años y aún no has aparecido, (una cosa es llegar tarde y otra...) pero algunas tardes me gusta aprovechar la frescura de la brisa vespertina de agosto y sentarme bajo los sauces a ver cómo cae el sol y pensar que, pese a todo, aún me quedan muchos veranos y que debes estar al caer.