28 marzo 2007

Jugando con fuego

Sabes que no puede ser. Que si te acercas un poco más, justo lo suficiente para husmear y oler lo prohibido, empezarás a sentir el fuego sobre tu piel.
Comprendes que es imposible, que por más vueltas que le des no vas a conseguir justificarlo. No puedes dejar de pensar en qué pasaría si te lanzases de cabeza, si borrases de la mente cualquier juicio razonable y te convirtieses tan sólo en placer. Pero te quemas, sólo con imaginarlo ya ardes un poco.

Te quemas. Es un calor gélido, cortante, que te va carcomiendo cada célula por dentro y cada idea que se pasea por tu cabeza. Es un calor que contamina, que mancha de rojo hasta el más gris de tus amaneceres. ¿No es verdad que hasta temes despertar, cada mañana, porque sabes que de nuevo volverás a caer en su juego? Por mucho que te esfuerces, que trates de evitarlo, las llamas siempre acaban llegando hasta ti. Primero te hacen cosquillas, luego te aprietan el estómago hasta que sus punzadas se hacen casi insoportables... pero ahí estás, envuelta en sus llamaradas y derritiéndote poco a poco.

Te quemas. Lo peor de todo es que te gusta, ¿no lo ves?. Ya formas parte del círculo del que no quieres salir, por mucho que te engañes. Experimentas con la idea de escapar y hacer lo correcto, pero cuando ya tienes un pie fuera de peligro empiezas a sentir la necesidad del deseo. Y vuelves. Y otra vez el fulgor rojizo se pasea por tu pelo, por tus manos, por tus piernas. Otra vez cierras los ojos, hechizada, y escuchas cómo cada latido extasiado de tu corazón se ríe de ti. Es una droga, lo sabes, y hasta que no sucumbas a su voluntad no podrás liberarte.

Te quemas. Conoces el final. Eres consciente de cómo puede saciarse tu sed; ya has empezado a arder y nadie escapa de su embrujo. Así que respira hondo. A veces, rendirse es el más dulce y placentero de los caminos...

... y ya es hora de descubrir a qué sabe el fuego.

27 marzo 2007

Los polvazos de las películas.

En cada película que veo últimamente (bien sea en la gran pantalla o en Tele 5, sin premio) el prota y la buenorra que se liga o viceversa acaban teniendo una conversación triste en la que ella le confiesa ser pobre y tener 5 hijos, que vive en un zulo en el Bronx (o en la zona mala de Fuengirola: los Boliches, si la peli es española) y que la vida no hace más que darle disgustos. Y entonces él la abraza, le acaricia la barbilla y le dice con ternura que todo va a ir bien, que él cuidará de ella para siempre y que sus hijos llegarán a ser senadores (o jugadores del Real Madrid, si la peli es española).
Acto seguido y sin que nos den tiempo a sonarnos los mocos, emocionados, el protagonista agarra a la tipa del culo y le planta un morreo al que ella primero responde algo reacia, pero al que termina rindiéndose con lujuria y pasión. Entonces la cosa se calienta y terminan haciendo guarradas en el sofá (o encima de la silla del comedor que actúa también de silla de despacho, de silla de la cocina y de silla de tocador, si la peli es española y ella vive en una "vivienda" de 40 metros cuadrados). En 0,2 segundos él está ya encima de ella... así, sin preliminares, sin ponerse condón ni ná. Todas las tías de las películas toman la píldora o tienen 2938209 hijos.

Pero zas, la imagen siempre se corta en el momento justo en que empieza lo bueno, o sea, el sexo puro y duro. A los dos segundos ya vemos a los dos a la mañana siguiente, despertándose con rayos de sol sobre sus rostros y una sonrisa de idiota tremenda. Con esa sonrisa digo yo que nos quieren hacer ver que la noche de pasión fue tremenda, espectacular, histórica... En todas las películas el sexo resulta ser maravilloso, aunque los dos se acaben de conocer. Aunque él tenga 80 años y ella 20. Aunque ella tenga la regla (bueno, eso nunca sucede en las pelis, ni coincide con el momento en que él le mete mano). Aunque no se hablen entre ellos para decirse "un poco más fuerte, más abajo, ahí... no, por ahi no". Las noches de sexo de las películas siempre terminan con multiorgasmos y amor.


Me jode. Me fastidia un montón apagar la tele, salir a pasear al perro y encontrarme con mi vecina de 15 años en el descansillo, hablando en voz baja por el movil. Que sí, tía, que anoche lo hicimos otra vez cuando se fueron sus padres y que aún no he sentido nada. Nah, no estuvo mal, a él le gustó. No, yo no me corrí, pero es que eso lo hacen ellos, no sé. Dolía un poco, pero él insistió y paso de discutir...

Paseando por la playa me encuentro a una mujer con 5 niños, dos de ellos con menos de 3 años. Calculando mentalmente y observándola, creo que no ha habido un solo mes desde que cumplió los 17 en el que no estuviese embarazada. Camina lentamente tirando del carrito, de una niña colgada a la espalda y de los otros tres cogidos de sus manos. Desde luego no tiene cara de haber tenido una mañana de sonrisas post-polvazo.

Me siento a tomar una coca-cola en un chiringuito y en la mesa de al lado dos chavales conversan acerca de lo difícil que es tener sexo de calidad. No usan esas palabras, claro (joder macho, que me corro en ná y luego a ella encima todo le da asco) pero básicamente descubro que los hombres también pueden estar insatisfechos por mucho que practiquen.

Y entonces, cuando me pongo a recordar conversaciones, vivencias, experiencias propias y ajenas y cuando ya más segura estoy de que los polvazos de las películas no existen en la vida real... un Audi A3 nuevo aparca a mi lado y veo bajarse a mi amiga de toda la vida, una chica de 23 años a la que hacía tiempo que no veía. Le saludo, muá muá, y me cuenta que el que conduce es su nuevo novio, que es poli y que gana una pasta. Que Rafa (el susodicho forrao) no es tan dulce como su ex, pero que se pasa el día comprándole cosas y que la trata como a una princesa. Que no le permite conducir, ni trabajar, que se ocupa de todo y que encima le da todos los caprichos. "¿A que es un encanto?"
Me giro para ver cómo Rafa sale del coche. 1,75, rapado con una especie de mechón largo hecho trencita detrás, en el cogote. Gafas de sol fosforitas que no me dejan mirarle a los ojos. Boca entreabierta por culpa del chicle que no deja de mascar ruidosamente. Camisa de marca cara completamente pegada al cuerpo y con los botones superiores desabrochados, permitiendo adivinar el torso musculoso y depilado. Pantalones marquing-packing Levis y cinturón con hebilla gigante, y zapatos de cuero perfectamente combinados con el resto de la ropa y brillantes como una patena. Reloj carísimo y media sonrisa en plan perdonavidas... se me acerca y, cortés, levanta una ceja y me susurra: "qué pasa, nena".

No lo puedo evitar. Me imagino a mi amiga y a su primor de novio en infinidad de situaciones cotidianas y, como es lógico, también en el sexo. Y es entonces cuando descubro la verdad...
Los polvazos de las películas son reales. Existen de verdad, por todas partes. Porque las protagonistas no sonríen cada mañana por los seis orgasmos seguidos que tuvieron anoche, (pues de hecho fueron fingidos) sino porque por fin sus churumbeles llegarán a ser delanteros del Real Madrid y que no tendrán que volver a conducir jamás. Como la vida misma.

25 marzo 2007

Andaleeee

Hace unos días, en el blog de Mr Roboto leí que muchos japoneses entraban a leerle a diario, y me hizo gracia... No sé yo cómo pueden encontrar los blogs personas ajenas a nuestros círculos sociales, (aparte de la herramienta esa de "siguiente blog"), pero el caso es que las visitas extrañas existen. Y doy fe, porque he instalado una herramienta que me permite saber desde dónde entran las visitas de mi blog, y ya incluso después de sorprenderme al encontrar también japoneses en mi espacio... ¡me quedé patidifusa al comprobar que la mayoría de las visitas no españolas son mexicanas!
Ay, Jalisco, qué agradable sorpresa. No sabía yo que mis historias pudiesen ser agradables tan internacionalmente...

Por eso, por la ilusión que me hace, mi post de hoy os lo dedico a vosotros, los reyes de la ranchera y del guacamole, los de la patria de mi querida Julieta Venegas y de Pau Pau Pauu. Los que hacen que me pique la lengua con el burrito y los que poseen las mejores playas del planeta. Los de los ponchos de colores y la bandera tricolor, los de Spidey Gonsalez, los zigurats y los destinos turísticos más deseados mundialmente.
Por ellos. Los reyes de mi blog.

20 marzo 2007

Y aunque me duela tú te vas

La canción de la India fue como una predicción (y no de las buenas, como canta Shakira). ¿Recuerdas cuando sonaba una y otra vez en mi coche, camino de Tarifa? Fueron unos días estupendos en los que olvidé el resto del mundo, los problemas y las preocupaciones y me dediqué a disfrutar, y vosotros dos fuísteis culpables de parte de mi alegría.
En unos meses conseguiste hacerte un hueco en mi vida cuando yo más reacia era a que nadie se me acercase; te ganaste mi confianza e incluso llegaste a ser algo más que un amigo, pero del mismo modo que llegaste (de puntillas y sin avisar) te empeñaste en desaparecer de mi vida de la forma más cobarde...

Hoy he vuelto a escuchar la canción y, cuando India lloraba aquello de "sé que mañana no estarás..." sonreí, pero ya no sentí pena o añoranza. Creo que es la primera vez que me acuerdo de ti y que no siento absolutamente nada... ni siquiera rabia.

Por cierto, ya no te molestes en llamarme, ni siquiera tienes que enviarme más sms diciendo que un día de estos quedamos. Aunque bueno... es una forma de hablar, claro... sé que no lo ibas a hacer.

Y una última cosa. ¿Sabes qué? Igual suena feo, pero de todo ésto el que más sale perdiendo eres tú. Porque perdiste una amiga con la que podrías contar siempre... y yo (ahora lo veo claro) lo único que he perdido es el tiempo.

17 marzo 2007

Desnudémonos

Pero siempre espiritualmente hablando, eh xD
Hacía tiempo que no respondía a uno de los muchos tests que me mandan al correo, así que allá va...

1) ¿QUÉ HACES CUANDO LLUEVE?
Pueees... si tengo que ir a currar, lo primero que hago es cagarme en tó. Si por el contrario es mi día libre y me puedo quedar en casita, me gusta salir a la terraza a leer. Adoro el olor a tierra mojada y el sonido de la lluvia contra el suelo.

2) ¿CREES EN LA FELICIDAD? SI CREES EN ELLA, ¿CÓMO INTENTAS CONSEGUIRLA?
Creer creo, por supuesto. De hecho creo que es algo que se puede conseguir todos los días... está en nuestro coco.

3) ¿AL LEVANTARTE POR LA MAÑANA, QUE ES LO PRIMERO QUE HACES?
Hmm... lo primero que hago es apagar el despertador xD Justo después, me asomo a la ventana para ver si hace sol, y si el día parece que va a ser soleado ya me pongo a cantar, como los periquitos.

4) ¿QUÉ ES PARA TI EL AMOR?
¿Francamente? No lo sé.

5) GUSTO DE HELADO PREFERIDO
Una facilita... jijij... el de vainilla caramel brownie de Haagen Dazds o como se escriba. Y si no, de chocolate. Blanco, negro, con leche, con almendras... pero chocolate :P

6) ¿DE QUÉ FORMA MARCAS TERRITORIO?
o_O ¿Así en plan fox terrier? XD Lo cierto es que soy muy celosa de mi intimidad, de mi espacio, y me gusta que respeten mis cosas y los ratitos en los que prefiero estar sola. Pero no sé, no me voy meando por ahí xD Supongo que siempre dejo bien claro qué cosas y momentos comparto y cuales no.

7) ¿QUÉ TE GUSTA HACER SIN COMPAÑÍA?
Pues... ir de compras, que es mucho más fácil ir sola para poder ir a mi ritmo. También me gusta, aunque suene raro, pasear sola. Y leer, y dibujar... Lo cierto es que no me asusta estar sola... puesto que no me siento sola.

8) ¿CÓMO TE IMAGINAS DENTRO DE DIEZ AÑOS?
Me imagino viviendo en un piso en la Costa del Sol, siempre cerca de la playa. Trabajando mucho en el mundo de la animación turística (quizá tenga mi propia empresa jijij) y compartiendo mi vida con alguien que me quiera de verdad, me respete como soy y me haga sentirme libre.

9) UN LUGAR AL QUE VIAJARÍAS.
Con amigos, a Cuba. Con mi pareja, a Londres. Con quien fuese, a Italia.

10) ÚLTIMO LIBRO LEÍDO.
La Catedral del Mar.

11) ¿CUÁL SERÍA TU TRABAJO IDEAL?
El mío ^_^ Animación turística.

12) EN LO POQUITO DE AÑO QUE LLEVAMOS, ¿QUÉ HA SIDO LO MEJOR QUE TE HA PASADO?
Decidirme a hacer el curso que ahora estoy terminando, porque me ha cambiado la vida... a mejor, claro.

13) ¿QUÉ ES ESO QUE HAS HECHO DE LO QUE TE SIENTES TAN ORGULLOSO Y QUE NUNCA TE HAS ARREPENTIDO?
Quererme. Por fin.

14) ¿QUÉ RECUERDOS TIENES DEL PRIMER BESO QUE DISTE A UN CHICO?
Pues... él no sabe que fue el primero, jijij... Yo tenía 19 años (tardé, tardé) y él llegó con una rosa para pedirme que saliésemos juntos. Fue muy bonito, aunque yo estaba igual de nerviosa que una cría XD

15) ¿DÓNDE TE GUSTARÍA ESTAR EN ESTOS MOMENTOS?
En el Caribe, poniéndome morena con un Cocoloco en la mano UU

16) ¿CÚAL HA SIDO LA ÚLTIMA VEZ QUE TE PUSISTE COLORADO COMO UN TOMATE PERO TUVISTE LA SANGRE FRÍA PARA DISIMULAR?
Pues... el mes pasado, cuando alguien dejó de tocar una guitarra y se acercó mucho mucho a mí :P

17) SI TU PAREJA TE HACE UNA GORDA, ERES DE LOS QUE PERDONA, OLVIDA, AMBAS COSAS O NINGUNA?
Pues todo depende de lo que haya hecho. Lo primero de todo es hablarlo, luego ya se verá.

18) ¿VIVIR SOLO O ACOMPAÑADO?
Me gusta vivir sola, y si viviese acompañada sería de alguien que no me agobiase y respetase mi intimidad.

19) ¿HAS COMETIDO ALGUNA VEZ UNA TRAVESURA DEMASIADO GRANDE?
Pues no sé si es "demasiado" grande, pero una vez cuando tenía 14 años intenté que mi mejor amigo se enfadase con su novia, porque yo estaba loquita por él xD

20) ¿QUÉ LUGAR PREFIERES PARA VIVIR?
Cualquier rinconcito de la costa... ni muy abarrotado y ruidoso, ni muy alejado de la civilización. Me gusta ir a la playa y no comerme la sombrilla del que está a mi lado, pero también adoro salir a pasear por la tarde y tomarme un helado en alguna terracita ;)



Y ahora, para dar por saco un ratito, le voy a pasar el turno del test a mis compis, que está bien esto de pasarse marrones xDDDD.
Ale, ahora tienen que responder el test:

-Al, porque ya está bien de tanto post sobre Lost y furgo.
-El Loco, que seguro que se desnuda fácilmente...jiji
-Ju, que no actualiza ni a la de trés.
-Iced, para ver si respondiendo se derrite tanto hielo :P

Al líooo ^_^



P.D: Para terminar mi multi-post de hoy, una recomendación musical. Grace Kelly, de Mika. Acabo de descubrirlo y me tiene encandilada, ¡qué caña de canción!

16 marzo 2007

La primera victoria

Asomó la cabeza por la ventana entreabierta. Hacía mucho calor y la brisa revolvió su flequillo moreno con su aliento cálido y húmedo.
Suspiró. No tenía ningún exámen próximo, (era una preciosa mañana de Julio) todo le iba bien en casa, tenía vacaciones hasta septiembre y sus días discurrían tranquilos y sin problemas. Pero su corazón latía con mucha fuerza esa mañana, travieso, y un cosquilleo nervioso le revolvía el estómago mientras se ponía el bañador de una pieza de color azul oscuro.

Tenía diecisiete años y una mirada azul brillante que hablaba sin palabras. Al mirarse en el espejo casi no se reconoció allí delante, con esos pantalones de lino y la camiseta de tirantes naranja que se había comprado la tarde anterior. Le dio miedo permanecer frente a su otro-yo durante más tiempo, así que cerró la puerta del armario de un portazo y cogió su bolsa. Antes de salir comprobó que no le faltaba nada: crema bronceadora, gafas de sol, toalla, aftersun, llaves de casa... Recordó que sus amigas siempre hablaban de llevarse revistas y almoadillas hinchables a la playa, así que decidió comprarse una almoadilla y una revista de camino. Cogió un par de monedas (¿cuánto costaría una almoadilla de esas?) y salió de casa con un nuevo suspiro nervioso.

Caminaba lentamente, obligándose a llevar la cabeza bien alta y una media sonrisa en el rostro. Cuando se cruzaba con alguien no podía evitar bajar la mirada al suelo, odiándose por ello. Todavía le era difícil encararse con el mundo, pero algo le decía que estaba yendo por el buen camino. Con cada rostro que se cruzaba, con cada caminante desconocido se debatía una lucha interna dentro de ella. Por una parte sus manos no paraban de aferrarse a su bolsa y a cubrirse con élla lo máximo posible, pudorosa. Por otra parte su mente le daba la orden de alzar la mirada y lucir su mejor sonrisa...

Llegó a la playa casi al medio día. Con media hora bastaría, pensó. Extendió su toalla tímidamente sobre la arena y se sentó sobre ella rápidamente. Observó un instante a su alrededor. Una pareja de jóvenes se acariciaban, cariñosos, en la toalla de su derecha. Una familia extendía su hegemonía playera frente a ella, mezclando a padres con hijos y primos e inundando la orilla de risas alegres. Un hombre de unos treinta años estaba leyendo el periódico unos metros más allá, y ella se detuvo a observarle en silencio durante unos minutos. Envidiaba esa forma de escapar del mundo, de olvidarse de todas las demás personas que le rodeaban.
Entonces él alzó la vista y la miró. Fue sólo un segundo, un instante burlón en que sus miradas se cruzaron, hasta que la mirada del hombre volvió a centrarse en el diario y ella bajó la vista hacia la arena color vainilla.

Creía que todos le estaban observando. Estaba nerviosa, casi histérica, imaginando que todas las miradas se centraban en su cuerpo y que no podría moverse sin pasar desapercibida.
Sus mejillas se habían teñido de rojo, y su respiración agitada le ponía las cosas mucho más difíciles.
Pero entonces se armó de valor como nunca lo había hecho. Se dijo que era ahora o nunca. Recordó todas esas lágrimas, esos lamentos, esas envidias, esas noches sin dormir, y decidió borrarlas de su vida de una vez por todas.

Se incorporó en su toalla y desató el cordón de sus pantalones. Se los quitó lentamente sin mirar a ninguna parte, tratando de ocultar el temblor de sus rodillas, y los dejó sobre la arena para quitarse la camiseta.
Cuando aparecía tan sólo cubierta por su discreto bañador la brisa acarició su espalda y un escalofrío recorrió su cuerpo. Ya está. Ahora todos la estarían mirando, riéndose o compadeciéndola. Por un momento volvió a ser la chiquilla asustada de siempre, esa que se ve tan pequeñita ante el mundo. Tuvo ganas de coger sus cosas y salir corriendo, para cobijarse entre esas cuatro paredes que hasta ahora habían sido su prisión y su hogar.
Pero la poca voluntad valiente que le quedaba le obligó a bajar la mirada hasta la playa, hasta la masa de gente que continuaba su día ajena a sus miedos. Moridiéndose el labio reparó en que el hombre de su izquierda seguía leyendo el periódico. Que en la familia de delante los niños jugaban haciendo castillos en la orilla y las mujeres charlaban de Gran Hermano distraídamente. La pareja de tortolitos continuaba dedicándose muestras de cariño sin importarles quién pudiese verles...

Un resplandor llamó su atención. El brillo del sol sobre las olas jugando a hacerle cosquillas al azul intenso captó su mirada curiosa. Una fuerza hasta ahora adormecida le hizo acercarse a la orilla, vacilante, y poco a poco fue metiéndose en el agua. El mar refrescó su piel con su aliento salado y reconfortante, y con cada ola que chocaba contra su cuerpo una parte de sus temores iba desapareciendo. Se bañó para limpiar su alma, para librarse de los fantasmas que le habían atormentado durante tantos años, y cuando sumergió su rostro en el agua y sintió una corriente helada besándole los párpados supo que por fin había ganado.

Cuando volvió a su toalla con las gotas de mar chorreando por su flequillo y su cuerpo helado, comprobó que el hombre del periódico ahora sí que la miraba... pero en su mirada no había hueco para la compasión mientras en su rostro se formaba una sonrisa y un guiño de complicidad.
Ella volvió a sentir cómo latía su corazón muy rápidamente, y sorprendiéndose a sí misma consiguió devolverle la sonrisa a su primer salvador.

Era la primera vez que iba a la playa y que se bañaba en el mar, pero también sería la primera de las muchas victorias que aún le quedaban por conseguir en la lucha contra sus demonios.

15 marzo 2007

Cambios

Sin duda atravieso una época de cambios... y me gusta que mi blog sea parte de ellos. Espero que os guste el nuevo diseño.

Para los que no hayan soportado mis charlas acerca de los colores... que sepáis que ese amarillo-anaranjado que predomina en la nueva paleta de colores del blog es el famoso "Amarillo-Bea".

07 marzo 2007

Next stop, Trafalgar

¿Sabes? Todavía hoy no soy capaz de contener la risa cuando estudio historia y me hablan de batallas. O cuando en mis clases de inglés alguien lee un texto donde se hable de Londres, de Hyde Park y de la plaza de Trafalgar.
Después, cuando se me pasa el dolor de los mofletes por tanta carcajada y me paro a pensar, (sin querer), las ganas de reírme se me escurren entre los dedos y el brillo de mis ojos se transforma en humedad. Y es que poca gente sabe por qué Londres es tan importante para mí...

Eso sí, te prometo que jamás me puse tontorrona, tal y como me pediste. Que sigo siendo igual de optimista; sabes que no te mentiría.



Ayer alguien me preguntó si conocía el nuevo restaurante italiano del centro de mi ciudad. Al preguntar por su nombre, me respondieron: Trafalgar... Y otra vez me acordé de ti.
De nuestros paseos por Oxford Street, sin saber dónde mirar con tanta tienda y tanto restaurante chino. Teníamos dieciocho años recién cumplidos, y la ilusión desbordándose por entre los pliegues de nuestras bufandas de lana. Hacía frío y el aliento se helaba al suspirar, pero el cosquilleo que nos llenaba el pecho de alegría por estar por fin en nuestra ciudad soñada era mucho más fuerte que el castañeteo de dientes.
Habíamos trabajado duro para conseguir ahorrar lo suficiente como para irnos a Londres, ¿te acuerdas?. Mientras nuestros amigos se bañaban en la playa aquel verano, tú cuidabas niños insoportables y yo daba clases de inglés a los adolescentes con pavo de mi barrio. Aún así tuvimos que servir copas en aquella cafetería minúscula del centro durante meses... pero al final, con el año nuevo, compramos los billetes e hicimos las reservas del hotel. Bueno, hotel... por llamarlo de alguna forma. Las literas casi no sostenían el peso de tu cuerpo, (con lo delgada que has sido siempre... acuérdate que mi madre te decía que un día de viento echarías a volar) No había cortinas, ni baño individual... pero qué más daba. Pasamos en la habitación menos horas que en el metro.

En una semana recorrimos cada rincón de Londres. Con la mochila al hombro saludamos al Big Ben, a la Torre de Londres y su Tower Bridge, nos metimos en medio de una manifestación en Picadilly, dimos de comer a las ardillas del parque de Saint James, recorrimos las salas del Museo Británico y manoseamos cada prenda de ropa de Carnaby Street. De noche, los pubs más modernos nos dejaban extasiadas y confundidas, puesto que aquello era como estar en otro mundo muy diferente a la tranquila vida que teníamos en Málaga.
Como medio de transporte usamos el metro y el autobús, y además bastantes veces. Quizá tuvieses razón y mi sentido de la orientación sea pésimo... porque no hacíamos más que perdernos, equivocarnos de parada o coger el autobús que iba en dirección contraria a la que buscábamos. Para ir a Candem Town llegamos a la otra punta de la ciudad, así que tardamos unas dos horas en llegar. Y cada dos por tres pasábamos por Trafalgar, ¿recuerdas?. Era el centro neurálgico de la red de autobuses y de metro... casi todos pasaban por allí. Cuando ya estábamos asustadas y más perdidas que un pulpo en un garaje, pensando que nunca más llegaríamos a ningún sitio conocido... el autobús giraba una esquina y... tachán... Trafalgar Square. Cuando íbamos en el metro sin tener ni idea de qué dirección tomar, la voz enlatada de los altavoces chillaba entonces: "NEXT STOP, TRAFALGAR SQUARE". Nunca antes me habían parecido tan bonitos unos simples leones de piedra.

Nuestro viaje terminó pronto. Al menos a mí el tiempo se me pasó volando... Y cuando retomé la gris rutina diaria que me esperaba en el colegio, a cada instante me venían a la mente imágenes de Londres, y una sonrisa se escapaba entre mis labios. Entonces gritaba: "¡Next stop,Trafalgar Square!" Estuve repitiendo aquella cantinela de Trafalgar durante semanas... Y la gente se me quedaba mirando, atónita, pensando que quizá mi locura había aumentado en las tierras angloparlantes.


Ingresaste en el hospital un año después. No había vuelta atrás, ni siquiera adelante. Tu enfermedad fue mucho más traidora de lo que hasta entonces se había mostrado, y acabó llevándose esa profundidad de tu mirada y ese rubor tan lindo de tus mejillas.
El último día que pasé contigo, justo después de que los médicos anunciasen que no despertarías tras esa madrugada y tuviesen que agarrarme para que no se me doblaran las rodillas, tú te sentaste en la cama y empezaste a pedir donetes. Y si no había, donuts. Pero de los blancos.
A la mañana siguiente los donetes se quedaron duros sobre la mesilla de noche de tu cuarto del hospital. Creo que acabaron tirándolos.

Pero...
Me has enseñado que la vida hay que tomársela un poquito a broma. Que estamos de paso, como solías comentar entre dientes, echándote hacia atrás tus rizos pelirrojos. Que es una pérdida de tiempo pasarse los años lamentándonos por estupideces que, al final, no tienen sentido ni sirven para nada.
Y junto a ti aprendí también que las ardillas hablan inglés; que en Inglaterra hay patatas fritas con sabor a estofado; que en el mercadillo de Candem, si rebuscas bien entre las estanterías, podrías encontrar la ropa que llevan los famosos de la tele; que Britney Spears se pasea por las tiendas Virgin en ropa interior... Un sinfin de detalles curiosos que me hicieron un poco más feliz una vez, y que se han quedado grabados en mi memoria para siempre.

Te prometí no llorar entonces, y sigo sin hacerlo. Pienso hacerte caso por una vez, ya que tantas tardes nos perdimos en Londres por culpa de mi cabezonería. Quizá ahora, haciéndote caso y sonriéndole a la vida, consiga no perderme en el devenir que la fortuna me tiene reservado.



_________________________________Para L.O.__________

04 marzo 2007

White Russian < Sjöelen

Bueno. Lo veía venir, de hecho los últimos meses han sido como una desintoxicación lenta pero efectiva, como si hubiese estado separando ( tironcito a tironcito) el belcro de lo que antes consistía mi quehacer cotidiano y adaptándome a las nuevas tareas y responsabilidades diarias. Ya los días de salsa y de juergas quedaron atrás; las tardes de White Russian en el barecito de la playa tendrán que esperar a mis días libres o mis vacaciones y mis amigos tendrán que buscarse a otra que les lleve al cine en Martín.

Ahora que por fin he firmado el contrato, ese que siempre he soñado y que constituye la recompensa de mis 25 años de vida, el belcro se ha despegado del todo y lo que era mi vida dejó de serlo.
Me esperan muchos meses (ojalá sean muchísimos) de dedicación total a mi trabajo, de pocas horas de sueño, de turnos tripartidos y de gran actividad física. También serán meses de grandes satisfacciones personales, enormes sonrisas propias y ajenas y la sensación de vivir mi propia vida, la que siempre quise para mí. La Animación Turística no es, como muchos piensan, "pasar el día al sol bebiendo cerveza y disfrazarte por la noche para hacer el tonto en el hotel". Es, como leí ayer en un excelente artículo, crear sonrisas e ilusiones... hacer al cliente un poco más feliz. Y, modestia aparte, no creo que existan otros trabajos igual de hermosos.

Así que cruzad los dedos y deseadme suerte... aunque espero no necesitarla.

Bienvenida, vida nueva.

02 marzo 2007

El mendigo de los versos

Esta mañana, al ir a sacar dinero al cajero de mi barrio, me ha ocurrido algo muy extraño y, a la vez, especial. Os lo cuento porque la experiencia todavía da vueltas y vueltas en mi cabeza, y seguramente no salga de élla en mucho tiempo.

El cajero automático que yo frecuento está en una calle bastante transitada y repleta de tiendas. Normalmente me gusta ir muy temprano en la mañana o bien entrada la tarde para no tener que esperar colas o estar vigilando por encima del hombro por si demasiada gente revolotea a mi alrededor mientras saco dinero.
Pero hoy he retrasado mi visita, ya que antes he ido a echar un vistazo a las novedades de la librería.
Media hora después me acerqué al cajero hojeando mi libro nuevo sin prestar demasiada atención a lo que tenía alrededor... y quizá por eso pasé frente a él sin mirarle. Sin reparar en sus pies descalzos, ni en su cuaderno de notas.

Esperé mi turno y saqué dinero, (poco, que una no está para derroches) y me dispuse a regresar por donde había venido cuando oí su voz. Suave, distante y muy dulce. Ausente. Le miré bajando la vista.

Estaba sentado frente a mí, en el escalón del portal. No aparentaba más de treinta años, a pesar de esa barba rebelde y la suciedad que intentaba borrar en vano la frescura de su rostro. Su mente se veía ocupada leyendo en voz alta lo que, a mi parecer, se asemejaba a un poema. Yo hubiese jurado que era un mendigo más si no fuese porque él no mostraba ningún cartel en el que pidiese limosna, ni extendía la mano suplicando ayuda.

Entonces se dio cuenta de que yo le observaba. Alzó su vista azul y profunda y me miró a los ojos, como leyéndome el alma, y me sonrió un momento. Fue sólo un segundo, pero me sentí cómoda con esa sonrisa. Como si me estuviese invitando a algo, o se alegrase de que yo estuviese ahí. Y me habló:

-Buenos días...¿te gusta la poesía?

Yo me quedé callada un instante, no sabía qué responder. Lo único que pude hacer fue afirmar con la cabeza, y devolverle la sonrisa. Así que él se puso a leer su poema en voz alta, clara y serena. Mirándome entre verso y verso.
Era un poema precioso. Hablaba de flores, de prados, de atardeceres. De estrellas y de soles, de días y de noches. De cómo una vida jamás es suficiente para llegar a apreciar todo lo que tenemos a nuestro alcance, y de cómo malgastamos cada segundo en darle importancia a lo que no la tiene. De cómo mueren olas sin ser observadas. De cómo pasa la brisa sin que la sintamos acariciándonos el rostro...

Terminó de leer el último verso, y volvió a sonreir. Yo estaba encandilada, todavía pensando en todo lo que acababa de oír, cuando me volvió a hablar:

-Y ahora,¿serías tan amable de ayudarme?

Casi convencida de que me estaba pidiendo dinero, saqué el monedero y me dispuse a premiar tan hermoso poema. Pero no pude hacerlo porque su voz, ahora más grave y decidida, volvió a dirigirse a mí:

-No te pido dinero. No lo necesito. Tan sólo me gustaría que le dieses un nombre al poema. Un título.
No sabía qué decir. ¿Un título? ¿Sólo eso? Sorprendida gratamente y dispuesta a complacerle, empecé a pensar cómo podría encabezarse la poesía...Pero no fue fácil en absoluto. Hubiese resultado más fácil para mí el entregarle todo el dinero que acababa de sacar del cajero. O comprarle un chalet en la Moraleja.
Porque algo tan bonito, tan sincero y tan valioso no era fácil de ser titulado.Hasta que por fin, después de unos minutos que me parecieron horas, dije, pensativa:- Lo único que se me ocurre es... culpabilidad.Su mirada se cargó entonces de bondad y de comprensión. Me preguntó:-Muy bonito, pero... ¿por qué?Miré hacia abajo un momento para contestar:

-Porque es lo que he sentido al escuchar ese poema.

Al oirme, sonrió por tercera vez y bajó la vista hacia su cuaderno. Escribió "Culpabilidad" sobre el primer verso, con letras cursivas, y pasó la página. Olvidándose de mí, empezó entonces a escribir lo que parecía ser otra poesía. No volvió a mirarme.

Pasados unos minutos y comprendiendo que mi conversación con aquel muchacho se había terminado, proseguí mi vuelta a casa. Entonces, al pasar frente a la librería, el librero (que estaba en la puerta y lo había visto todo) me dijo, sonriente:

-A mí también me pidió un título hace unos días para otra poesía de las suyas, y te prometo que no he vuelto a ser el mismo desde entonces...