10 agosto 2006

De pegasos y sirenas

Anoche el mar estaba en calma, sereno, profundo. Me apoyé en el alféizar y observé cómo se reflejaban las estrellas sobre el agua, arrancándoles destellos plateados a las ondas marinas.

Una vez fui mar. Era sólo una chiquilla, una niña soñadora que se refugiaba en la playa para jugar con las piedrecitas de la orilla. Las corrientes marinas se enredaban en mi pelo, y las algas parecían confundirse con los rizos que bailoteaban por mi espalda. Cuando me tumbaba a descansar sobre la arena, al atarceder, mi piel olía a sal. Toda yo era como sal, como una caracola que murmuraba canciones celestes y cuya mirada llena de brillo recordaba al frescor de las olas. Mamá siempre sonreía al verme llegar con el pelo todavía húmedo y los pies llenos de arena. Decía que yo era su sirenita, y que si seguía yendo tanto a la playa acabaría conviertiéndome en espuma de mar.

Pasó el tiempo, y con él la sirenita dejó de soñar con el coral y las algas multicolores. Sus escamas se fueron secando por falta de yodo, de brisa fresca, y la mirada de olas aguamarina se tornó más oscura y menos inocente. Poco a poco la cola de pez se fue transformando en un par de piernas mortales, y ya no acudía a la playa a diario a buscar esa parte de mí que perdía sin darme cuenta. Lo único que no perdí fue el color azul. Eso sí, mucho más apagado y triste que antes. El aguamarina de mis ojos no era ya fresco y alegre, sino melancólico y desilusionado. La brisa marina no conseguía encontrar aroma a sal sobre mi piel, sino que se llenaba de azufre amargo y asfixiante.

Cuando quise abrir los ojos ya era tarde. La sirenita ahora era una mujer, una simple mujer contaminada de preocupaciones y quehaceres humanos. En sus mañanas abundaban las horas de estudio, el pensar en el futuro, el hacerse un hueco en la sociedad de cemento que ahora se establecía como su hogar. Por las tardes se relacionaba con otros que, como ella, habían cambiado escamas por piel y huesos, y trataba de divertirse en el mundo sin aroma que ahora la rodeaba.

Quizá porque no se había perdido del todo aquella niña que fui o quizá porque me resistía a dejar morir el coral de mi pelo, acabé derrumbándome. No fui capaz de adaptarme completamente al nuevo medio de vida, y las preocupaciones que ocupaban mi mente día a día se hicieron mayores. Dejé de luchar contracorriente, me dejé llevar, y me hundí. Me encerré en mi habitación, aquel cubículo que hacía las veces de caracola donde me refugiaba, y dejé pasar las tardes sin ni siquiera abrir los ojos. Gasté todas las lágrimas que pude llorar, vacié mi alma de esperanzas y de sueños dorados y acabé con todo resto de vida en mi cuerpo, celeste o mortal.

Nadie vino a socorrerme. Ni las gaviotas ni aquellos que me querían pudieron o supieron encontrarme, tan encerrada como estaba, porque además éllos también se debatían en una lucha interna con sus nuevas existencias oscuras. Hasta que ocurrió el milagro.

Fue una noche cualquiera de aquel verano en que todo cambió. Yo yacía tumbada sobre el suelo de mi terraza, con un pedazo de papel y un lápiz entre mis manos. Una fuerza extraña me hacía aferrarme a aquellos intrumentos mágicos con un cosquilleo especial en el estómago. Y de pronto, cuando la brisa agitó un mechón oscuro de mi frente, mis manos empezaron a deslizarse por el papel y empecé a escribir. No eran simples palabras, sino dibujos de mi mente. Con cada letra se iba formando en mi cabeza una imagen, un recuerdo. Un pedacito de aquella vida que perdí hace tiempo... Y la espuma de mar volvió a surgir entre mis dedos, en mis pupilas. Mi corazón empezó a latir con fuerza, de nuevo lleno de vida, y una sonrisa aguamarina se dibujó en mi rostro. Comprendí de esta forma que por fin habia encontrado parte de mi personalidad perdida, de mi inocencia de niña, de la ilusión que nunca acabó muriendo del todo. Y desde entonces escribo. Porque escribiendo soy capaz de abandonar este mundo gris y aburrido y volver a jugar con las olas. Escribiendo, la luna se refleja con mucha más fuerza en mi mirada y mi cuarto se convierte otra vez en caracola, donde la brisa resuena en cada rincón con el murmullo del agua.

Hay gente que prefiere leer. Personas que, al igual que esta sirenita, una vez fueron elfos o pegasos o unicornios o duendecillos. Personas que encuentran en el arte (pintura, cine, música, literatura o una simple margarita) pedacitos de su anterior existencia, y que se refugian en él cada vez que necesitan volverse transparentes y llenar sus pulmones de aire celeste.


Anoche cambié mi libreta de escribir historias por el teclado del ordenador. Acomodé mi cuerpo sobre la silla que muy pronto sería coral, inspiré profundamente, comencé a imaginarme la playa al atardecer y dejé que el tic tac del reloj despertador se convirtiese en el rítmico rumor de las olas...

6 comentarios:

  1. Me siento tan pequeñito leyéndote... admiro tu retórica, de verdad, tienes mucho talento. Aunque yo sé hacer caricaturas y tú no.

    Y no estés melancólica por querer ser una sirena, una elfa o lo que sea. Eres tú misma y por ello eres única y maravillosa, ya quisieran ellas tener tus rizos. Coge un Pascual Funciona y disfruta la fruta.

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  2. wejejei bea esta to wapo!! me enkanta como eskribes eh! i sin faltas de
    ortografia...no komo otros :/ . xD .wno pelirojaza k aunke me sakes 8 años...k
    ya son años..ns llvamos d puta madre eh ^^.weno gracias x todo eh..ya sabes a ke
    m refiero :D.kuidate bonika

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  3. Tu escrito pone de manifiesto el nivel de conjugación entre la imaginación y la realidad. Tienes una cualidades innatas que te permiten elaborar una prosa cargada de contenidos y significados haciendo que la lectura se convierta en una auténtico placer a los ojos del lectores como yo. La historia que cuentas es simple pero cuando se pone al servicio de tu razón y corazón hace que los sentimientos broten en mil direcciones. Felicitaciones por tan prosa refinada que hacen las delicias de quiénes la retenemos en nuestras pupilas.

    Un saludo

    ADOLFO FERNANDO

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  4. Es dificil pasar de la infancia a una supuesta edad q de pequeños envidiamos, soñamos en hacer una cosa y otra, en q todo es como nos cuentan de pequeños, ciertos valores q en las peliculas funcionan y nos hacen seguir adelante... pero q en la vida real no son tan valiosos o q en un principio no se les da esa importancia, solo lo valoran los q quiere conocerte de verdad, amigos. Un buen texto, es por estos textos por lo q me encanta leerte, aunq ultimamente me haga algo vago y me lo tengas q recordar de vez en cuando xD Un 10 :D

    Julio

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  5. Un magnífico relato, que rebosa ternura y nostalgia, cierta tristeza por una época perdida y la esperanza por recuperar lo añorado. Por evadirse, por escapar, por regresar al pasado, por encontrar un futuro, por alcanzar la esquina oculta del mundo, o de otros mundos, muchos hemos empezado a escribir. Las imágenes afloran a nuestra cabeza; personajes invisibles adquieren rostros y empiezan a caminar y hablar, a caminar hacia nosotros y hablarnos. Perdemos el control de lo que sucede e incluso de nuestras manos, que se abalanzan sobre un bolígrafo o un teclado para escribir sin cesar. Es la pasión por esa nueva historia, por algo que es mitad ficción y mitad real, sin que nadie, ni nosotros, sepamos donde está la diferencia.
    Tu relato muestra una gran pasión por escribir, ya vayas a dedicarte de un modo profesional o no. Eso es lo de menos, pues todo escritor escribe para sí, sea él o ella mismo, o sea un yo del pasado. Sea un unicornio, o una sirenita.
    Felicidades y gracias por recordarme lo que tenía escondido y a salvo.

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  6. Es increíblemente precioso!!! Sí, precioso!! xDD

    Tu blog no será blog del día, pero tus dedos son mágicos... todos los días.

    Un beso

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