02 septiembre 2012

Adioses de septiembre

El verano es para amar

El verano es para amar y no me refiero tan sólo al amor carnal, (que también, ya se sabe) sino a esa pasión desmedida por lo que nos rodea y nos hace un poco más felices.
En verano, quizá por el calor y ese ambiente onírico y dulzón que nos amodorra, se disfruta más de las cosas. De un helado, de un ratito de relax bajo las palmeras, de un baño en el mar al atardecer, del olor a crema de coco y zanahoria, de un mojito con mucho hielo.

En verano se viven aventuras con las que seguimos soñando el resto del año. Cuando yo no era más que una niña mellada y pizpireta me convertía en sirenita y me pasaba el estío en remojo, chapoteando en la playa con mis amigos del barrio. Inundaba mis días de risas y misiones secretas junto a las rocas; buscaba tesoros en la arena y esperaba cada tarde, muy paciente, a que llegase el camión de los helados y poder llenarme así la cara de nata y chocolate y los ojos de luz.

Lo malo de los amores de verano es que terminan con septiembre.  Y con él llegaba la vuelta al cole, el olor a libros nuevos, el frío, las responsabilidades, la lluvia.
Y esta misma mañana me acordé de todo esto cuando, en la piscina de los apartamentos gaditanos donde me hospedo, he visto aparecer a un padre con su hija de unos tres o cuatro años entre los brazos. A su vez, la niña abrazaba con mucha fuerza un pato de plástico bastante feo , y tras ellos iría la que supuse sería su madre cargando con una maleta. Cuando llegaron hasta el borde de la piscina, el chico dejó a la niña en el suelo y le dijo con ternura y una caricia en los mofletes: "venga, Lucía, deja al patito en libertad que nos tenemos que ir ya". 

Ahí estaba, pensé yo. El fin de su verano. 
Lucía se llevó el pato a los labios, le dio el que sería recordado para siempre como el beso más triste de la historia y lo dejó flotando sobre el agua de la piscina exclamando entre hipidos y lágrimas: "¡adiós, patito, hasta el verano que viene!".
Lo bueno de ser un niño es que a veces no sabes que no habrá años que vienen, ni que quizá tu pato ya no estará allí.

Pero yo sí que lo sé, y mientras observaba en silencio cómo aquella familia encantadora se alejaba hacia el aparcamiento y escuchaba a Lucía llorar desconsolada por su adiós, recordé los míos. Mis infinitos adioses de septiembre. 

Y volví a ser una niña triste, porque  ya está aquí septiembre y el otoño es para olvidar que amaste.




11 comentarios:

  1. Mucho mejor este pato: http://www.youtube.com/watch?v=JkPaL_Y6HEY

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  2. Ahhh los amores del verano, los recuerdos del verano...
    Para eso existe septembre, para que pueda haber veranos futuros creadores de recuerdos.
    Besazo

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  3. El otoño no es para olvidar lo que amaste, sino para atesorarlo en el corazón. Puede que el gran amor ya no esté... pero siempre estará

    Besooooos

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  4. Yo lamento discrepar, pese a lo emotivo del texto, que por cierto me ha llegado.

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  5. Conservar algo que me ayude a recordarte sería admitir que te pude olvidar.
    William Shakespeare

    El amor no conoce de estaciones, al igual que la morriña.
    Puede ser el día más animado del verano y tú sentir "saudade" de aquél día en aquél lugar.
    Puede ser el día más frío de todo el invierno y tú sentir un calor abrasador al notar cómo tu corazón bombea sangre a una velocidad que jamás creíste posible. Porque él o ella está junto a ti.

    El tiempo cambia nuestra personalidad y es por todo lo que vivimos, por todo lo que amamos y odiamos, por todo lo que perdimos y ganamos.

    Muchas veces me sorprendo absorto en mis pensamientos, recordando a mucha gente a la que amé.
    Amigos que ya no son tales.
    Amigos que siempre lo serán, aunque haga mucho que no los veo.
    Aquel profesor que tanto influyó en tu vida y en la forma de verla.
    Esa blogguera rizosa que escribe amor o dolor, el sentimiento, no la palabra.
    Antiguas parejas.
    Mi padre.

    Unos dejan cicatrices en el alma.
    Cicatrices que te lames en silencio como perro herido en esos momentos en que vuelven a brotar.

    Otros son como el bálsamo de fierabrás y te calman y templan y hacen que los temores se disipen.

    Intenta siempre sacar el lado bueno de esos momentos que te trae el recuerdo desde el cuarto del olvido.
    Intenta ver lo bueno que te aportaron esas personas que se cruzaron en tu camino.
    Y si ese lado bueno no existe, no pasa nada. Una dosis de melancolía de vez en cuando nos hace valorar con otra perspectiva lo que tenemos ahora, en este instante que es la realidad.

    Un abrazo!

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  6. Dicen que es mejor haber amado y haber perdido a no haber amado nunca. En vez de recordar esos amores con tristeza, hazlo con alegría por todos los momentos felices que viviste y ahora puedes recordar.

    Besitos!

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  7. Yo creo que, al contrario, el otoño es para recordar que amaste... y quizá para empezar a coger fuerzas para el siguiente verano. (Pero claro, es que yo soy de las que pillan vacaciones en septiembre, y eso me da una visión más positiva del mes ;P)

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  8. Estoy de acuerdo,es mejor quedarse con esos buenos recuerdos y preparar para el año q viene otro verano especial. Mislatero!

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  9. Lo has conseguido. Es el post más triste que he leído últimamente. Ahora, me ha encantado. Tienes toda la razón sobre los veranos y los años que viene que de niños ignoramos que no habrá.

    Un saludo.

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  10. Pobreta la niña... a ver porque no la dejaban llevarse el patito (horrible) con ella a casa.
    Estoy de acuerdo contigo, lo mejor del verano, son los momentos que se construyen y que siempre quedarán en nuestra memoria.
    Saludos!!

    yapagalaluz.blogspot.com

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  11. Me has hecho recordar, ainnnss esos amores fugaces de verano que terminan igual que como empiezan rápidamente sin saber lo que está pasando.

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