Los descubrí por casualidad mientras caminaba de camino a casa, tras el trabajo. Eran las diez y media de la noche y mi estómago emitía rugidos lobunos como consecuencia de ocho horas de ayuno, y las ganas de llegar a casa y zamparme el pedazo de tortilla de patatas que tenía guardado en la nevera me hacían deslizarme deprisa por entre los comercios repletos y peatones paseando perros.
Cuando las luces de neón rojo del McDonalds se estamparon contra mi rostro y el olorcillo ese a pollo chamuscado se me coló por la nariz, les vi. Estaban sentados en un banco de madera junto al "restaurante": el más joven, de unos veinte años, con la cabeza rapada, los brazos tatuados y la cara inundada de piercings, sostenía entre sus manos un big mac recién hecho que chorreaba ketchup sobre sus pantalones de cuadros escoceses ; el otro era un anciano vestido con harapos y mirada triste dirigida descaradamente hacia la hamburguesa.
Me hizo gracia escuchar al anciano preguntarle al otro, igual que un niño: -¿Está buena?
Iba yo a seguir mi camino cuando el joven se volvió a su desconocido vecino de banco y, sonriendo, le espetó:
-Está que te cagas. Toma, anda, espérame que me compro otra y cenamos juntos.
Y le tendió la hamburguesa sin vacilar al viejecito, sin darle oportunidad de réplica. Se levantó entonces y se metió dando brincos en el McDonalds, dejándonos al indigente y a mí con la boca abierta y cara de tontos.
Mi mirada se cruzó con la del anciano por unos segundos, los necesarios para llegar a ver una lágrima deslizándose por sus mejillas sucias y un temblor expectante en sus manos, casi acariciando el manjar recién obtenido.
Ya iba yo a preguntarle por qué no le daba un bocado, que se le iba a enfriar, cuando volvió a fijar su mirada en mí y me dijo entre susurros:
-Le estoy esperando, que vamos a cenar juntos...
el big mac caliente alimenta el cuerpo... que se enfrie un poco más... alimenta la mente
ResponderEliminar(hacia mucho que no escuchaba historias asi)
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ResponderEliminarMuy buena historia! Me gustó. Saludos
ResponderEliminarParece que alguien se ha inspirado... que dure, que dure! :)
ResponderEliminar¿Cuánto es real de esa historia? Necesito una respuesta :O
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios chicos...
ResponderEliminarOmega, TODO es real. Me ocurrió hace un par de meses y me dije... ¡esto lo tengo que poner en el blog! xD Ayer me acordé y lo escribí.
Besicos a todos!
La historia es preciosa! y contada por ti aún más!
ResponderEliminarEspero que en mi tierra encuentres como mínimo mil historias más como esta... ;-)
besos
Genial la historia. :)
ResponderEliminarPues me parece mal que no invitases a los dos a tu peazo tortilla de patatas despues de tal espectaculo, seguro que no ofreciste porque con el hambre que tenias no te ofrecieron... rencorosa... ¿Que iban a saber ellos?
ResponderEliminarQue historia más bonita!! Ojala que mucha gente hiciera como este joven!
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