La primera vez que me acordé de ti se me partió el corazón en dos. Recuerdo que me tuve que sentar para que el dolor no me tumbase, y pensé, angustiada, lo difícil que sería continuar viviendo sin el órgano central de mi anatomía.
La segunda vez, que no fue mucho después, trataste de colarte de nuevo en mi pecho y al encontrarte con el hueco oscuro y triste que dejó la rotura de mi corazón decidiste mudarte a mi cabeza. Pero mi mente es dura de roer y tan sólo pudiste arañar la capa externa de mi cerebro... Me hiciste incluso sentirme imbécil y culpable, pero entonces recapacité y te saqué de allí de un manotazo.
Algún tiempo más tarde volviste a aparecer en mis recuerdos en una tarde de verano. Fue gracias a una canción que llegaste de nuevo a mi mente, pero no quedaba ya nada por dañar porque todo estaba encostrado y endurecido. Resbalabas por los pliegues de mi cerebro una y otra vez; intentaste colarte en mi estómago por si allí podías crear mariposas y hacerte notar de nuevo, pero un ron-cola volvió a sacarte de mi cuerpo.
Hoy, años después, he vuelto a acordarme de ti al mirar una foto. Y como eres persistente y cabezota has vuelto a buscar algún resquicio de debilidad en mí para ver si todavía me podrías hacer daño. Y recorriste mi pecho vacío, y mi mente enclaustrada, y mi estómago realista. No hubo nada que hacer.
Derrotado pues, te sentaste sobre mi nuca y encontraste un pedacito de piel suave y clara donde tumbarte... y allí te has quedado, como una peca, para hacerte notar siempre que me mire en los espejos y recordarme que una vez exististe, aunque ya no me duelas.
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ResponderEliminarlos fantasmas... siempre dando la lata, verdad?
Yo tambien te recuerdo rizos, funcionó mi memoria selectiva de buenos momentos, una gota de miel en mi cortex, y muchas deciciones en poco tiempo, ya deje de vagar por la isla, y aún arrastro una bola gigante... mucha suerte en bcn...
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