30 enero 2016

El malo de la clase.

Antes de nada y para acallar rumores, me gustan los niños. No me gustan los hijos, o sea, el hecho de tener yo niños, que es diferente. Pero en general los niños me gustan a la barbacoa y creo que tengo buena mano con ellos. 

Hace años que trabajo con niños. En el hotel dirigía hordas de infantes ávidos de fiesta y minidisco, y ahora soy profesora de Lengua y de Inglés. Tengo un primo de siete años al que adoro y al que veo crecer a pasos agigantados, como si cada día sin verle contase como treinta y cualquier tarde de estas viniera a despedirse porque se va a casarse a Las Vegas.

Y la cuestión es que tengo miedo. Tengo buena memoria a largo plazo y, en mis tiempos, los niños eran más niños. No me refiero a la inocencia exclusivamente, (quizá estábamos demasiado empanaos entonces, viviendo en nuestra burbuja del colegio de monjas donde nos saltábamos los temas de educación sexual y si nos tocábamos se nos caerían las manos) sino a... no sé, ternura. Empatía. Bondad. Cariño.  A ninguno de los de mi generación se le ocurriría jamás faltar al respeto a un profesor, a una madre o a cualquier adulto en general. Hacíamos travesuras, claro, pero el que llegaba a hacerle daño de verdad a otro era visto como "el malo de la clase" por todos los demás.
Últimamente es difícil encontrar niños bonicos, tiernos, achuchables. Hoy todos son los malos de la clase. Tengo un alumno que, a sus siete años, me llama hija de puta con total naturalidad justo antes de empujarme y pirarse en mitad de una clase. Por la calle veo a grupitos de niños dándoles patadas a los perros, acosando a los más débiles -induciéndoles al suicidio, cosa que me aterra sobremanera-  insultando, faltando al respeto, creyéndose los amos y señores del universo. 
Y yo siempre digo que los peques no tienen la culpa, sino esos padres que, a pesar de hacerlo lo mejor que supieron, no lo hicieron bien. No soy madre y debe ser muy complicado, pero los progenitores tienen una gran responsabilidad que no todos son capaces de asumir.

No sé qué ha cambiado, a quién o a qué echarle la culpa de esta nueva generación de pequeños demonios sin empatía ni sensibilidad. ¿Es porque ahora se crían medio solos, mientras sus dos padres tienen que trabajar? ¿Es porque lo tienen todo sin esfuerzo ninguno? ¿Es porque tienen demasiada libertad a la hora de ver la televisión, navegar por internet y, en definitiva, disponen de demasiada información no apta para menores? ¿Es porque las normas son necesarias, y los nuevos padres lo olvidaron? ¿Es porque ya no sabemos dar ejemplo de amor, cariño y respeto en casa?
No lo sé. Es difícil, supongo.  
Lo que sí sé es que esos niños a los que hoy les reímos las gracias cuando nos hablan como viejos verdes serán los que gobiernen el mundo en el futuro. Y ya me dirás tú qué mierda de mundo será ese en el que el niño que lee, el niño sensible, el niño que llora porque "a las niñas no se les llama putas" son acosados, humillados y perseguidos hasta que algo se les quiebra por dentro. 
¿Sentirán algo de culpa los acosadores cuando son conscientes de las consecuencias de sus actos? ¿Qué pensarán ahora los que pegaban a Diego en el cole? ¿Cambiarán? ¿Se puede "reconducir" a un niño malo? Me decía hoy mi amigo Fernando que esto debe ser como lo que decía César Millán en la tele: hay un punto de no retorno. En cuanto un perro traspasa cierto nivel de agresividad, es imposible encauzarlo. Pues con los niños, me pregunto yo, ¿existirá ese punto de no retorno?

Ojalá mi primo no se vuelva un demonio nunca... O igual sería mejor para él por la cuenta que nos trae. Bah.


16 comentarios:

  1. Nuestra civilización está muriendo y este es uno más de los síntomas. La culpa es de los padres, en primera instancia, y de la sociedad en general por refocilarse en el fango amoral y económico que hace que un niño pase gran parte del día solo y no tenga un mínimo sustrato moral en el que arraiguen las raices de la honestidad y demás valores denostados y ridiculizados hoy día.

    No hay solución posible. Algún día las columnas de Roma arderán y quizá entre sus cenizas estas generaciones perdidas encuentren su leviatán.

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  2. Yo tengo 40 años. Casi. En febrero. No lo llevo bien, pero eso es otra historia.

    En mi clase de 2ºBUP había un chico al que le insultaban y pegaban por que le consideraban “maricón”. Sólo le hablábamos dos o tres. Curiosamente se mofaban de él porque se rumoreaba que había hecho con otro chico algo que yo sí había hecho, y nadie sabía. En su caso no era cierto. Yo si vivía eso con mucha culpa - colegio religioso - y bastante miedo de que me hicieran lo mismo. Aunque ahora lo tenga muy racionalizado. No lo acosaban por internet, claro, pero por que no existía. Si hubiera existido lo hubieran hecho, porque por la calle fuera del colegio le acosaban. No era el único chico del que se reían por lo mismo todos los días. - ¿Alguien de Málaga recuerda a “Los misuri” que quedaban fuera de clase para dar palizas? -

 A mi me ridiculizaban por mis ojeras y mi palidez - me llamaban muerto y Ramsés (éramos unos cafres muy cultos para los motes) - por eso, y por ser gordo y torpe. Yo ni quería hacer educación física ni mucho menos ducharme delante de los demás, por que sabía, o imaginaba, que se reirían de mi. La única solución era desviar la atención a otro. Cosa de la no estoy especialmente orgulloso.


    Una vez, ya ni me acuerdo por qué, en 2ºBUP lanzaron por el aire carteras y sillas (de hierro y madera) en la clase. Mientras otros hacíamos acopio de ellas en un rincón para que no tuvieran más munición. Rompieron las puertas de varias clases. Expusieron públicamente las puertas rotas en la recogida de notas, para avergonzarnos: si por entonces hubieran tenido móviles se habrían hecho “selfies” con ellas super orgullosos. En COU, ya con 17, y 18 años no mejoró, tuvimos que plantarnos dos alumnos frente al resto por que ridiculizaban a un profesor - ¿Alguno sabe lo que era hacer una paella a un profesor? Con ese sí se atrevían, con otros ni de coña.- Recuerdo que nuestro curso hizo llorar a una profesora en bachiller. No me acuerdo qué clase. 


    Yo he perdido un par de gafas por hacer guerras de chorlitos y piñas en el recreo, en EGB. - Mi padre me contaba que ellos a nuestra edad lo hacían directamente con piedras. - Me han pegado un par de veces en el colegio. Una vez una patada en mis partes que aún hoy soy capaz de recordar - ¡En preescolar!, un alumno mayor, y aún lo recuerdo - Y recuerdo haber corrido a esconderme, como todos los demás, para dejar solo a un chico que considerábamos "un pesado”, tenía una enfermedad congénita. Era un colegio de pago, religioso. Y recuerdo que me contaban historias parecidas, mejores y peores, de otros colegios, públicos y privados, amigos de mi franja de edad.

    Pienso que todos, con alguna honrosa excepción, pero excepción al fin y al cabo, mientras somos niños y adolescentes somos intrínsecamente unas crueles bestias (léase "El señor de la moscas”). Y los que no éramos tan bestias era por que éramos las víctimas, cuando no teníamos algún ademán de Quijote. Y que esto se nos pasa, unos más que a otros, cuando empezamos a ser conscientes de las consecuencias de lo que hacemos y dejamos de necesitar tanto "pertenecer a un grupo". Encontramos nuestra ética o nuestra moral. Y nuestra individualidad.

    

 Ahora, como sociedad, somos más conscientes del daño que esto hace y lo visibilizamos más. La conducta no es nueva ni mucho menos, ni es peor o más frecuente. Ahora no se considera normal o se ocultan cosas que antes sí. Antes, como ejemplifico, pasaban estas cosas de esta calaña que describes incluso disciplinados. Y no era la actitud de los "malos de la clase", era frecuente, normal. Aunque hubiera "malos de la clase" que eran aún peores. Hemos olvidado las barrabasadas que sufríamos o hacíamos sufrir en esa edad, y menores. Ojo que también hacíamos festivales para "Manos Unidas" y cosas socialmente útiles. Pero creo que es un error pensar que "cualquier tiempo pasado fue mejor”. Ahora por lo menos intentamos, como sociedad, ponerle remedio, y lo consideramos inaceptable.

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  3. La culpa recae en la television se deberian prohibir los dibujos animados llenos de violencia que enseñan a los niños a atacar a los mas debiles o a los raros. Les siguen en culpabilidad aquellos que hacen leyes que libran de castigo penal a los menores de edad, y por ultimo son culpables los maestros y profesores de escuelas y colegios, porque es en las aulas donde uno pasa 200 dias al año durante 12 años.

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  4. Hay varios motivos. Uno: el que dices que hay demasiada información, que están expuestos a demasiado y así es difícil mantener la inocencia. Demasiada tele, demasiada violencia. Y antes de entrar en las redes, creía que el porno en Internet era para el que lo buscaba. Si no lo hacías, no te lo encontrabas por ahí

    También está el entorno. El patio del colegio es como el salvaje Oeste, y sobrevive quien aprieta antes el gatillo

    Y por último, pero no lo menos importante, los padres. Su problema, por mi experiencia con padres cercanos, es que buscan el camino fácil para criarlos. Les ponen una peli de dibujos para que no protesten mientras comen, si quieren jugar con el movil, se lo dejan. Si quieren un huevo Kinder, lo consiguen. ¿Por qué? Porque si dicen que no, con una buena pataleta lo logran en pocos (no minutos) segundos, porque los padres se sienten culpables, se agobian y ceden. Los chantajes emocionales funcionan muy bien en la actualidad. Y convierten a los niños en auténticos tiranos.

    Claro que conozco padres que no han caído en los chantajes, pero han tenido que sobrevivir en la jungla.

    A mi me gustan los niños. Y no sólo para los demás. Pero es algo que no puedo conseguir solo.

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  5. Suscribo el anterior comentario , yo he jugado a paella incluso a orgia, un derivado más bruto, y eso siendo de las buenecillas. He hecho con otros el vacío a algún compañero o participado en alguna gamberrada y vivido como espectadora situaciones similares de sillas por los aires etc. De eso ya hace 20 años. Lo que si ha cambiado es que a mi me daba más miedo mi madre enfadada que el director y eso evitaba que me metiera en muchos problemas. Los padres colegas son un problema, hay que ser padres, es difícil, yo ya sido con el pequeño y tiene dos años, a la de dos meses aún la controló jaja.

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  6. A ver, primores. Pues claro que existía el bullying en nuestra infancia, no he querido decir que no. A mí sin ir más lejos me llamaban fea, marciana, Beacop (porque llevaba gafas, aparatos y plantillas ortopédicas a la vez), me encerraban en el baño, me metían arañas en la mochila, etc.
    Pero cuando entraba la madre Paz en clase, -una señora de metro veinte- se hacía el silencio y allí no chistaba ni Dios. Conocíamos el respeto a la autoridad, por ejemplo. Entre otros valores que creo que se están perdiendo.
    Los "matones" de entonces eran pocos y estaban más controlados. Al menos es mi opinión. Y cuando un profesor llamaba al padre de esos matones para quejarse por su actitud, encima les caían dos hostias más en casa. Ahora un profesor tiene autoridad 0. Cuando yo regaño a un niño que se porta mal, su primera frase es: "tú no me regañas poque no eres mi madre".Y ahí está la clave: si ni siquiera su madre le enseña educación, ¿qué pretendo hacer yo?

    En la academia donde trabajo, el verano pasado tuvimos un grupo de alemanes de 15 años que vinieron a estudiar español y beber cerveza como si no hubiese un mañana. Una mañana, la policía se plantó en la escuela porque por lo visto la tarde anterior uno de esos chavales alemanes había estado tirando mecheros y tomates por el balcón, hasta que consiguió darle en la cabeza a una mujer embarazada a la que hizo una brecha en la frente. Esa mujer fue a denunciarlo, claro. La cuestión es que cuando llamamos al padre del chaval para decirle que tenía que volver inmediatamente a Alemania, su padre se puso hecho una fiera CON NOSOTROS porque su hijo tenía contratado un mes de curso y ahí se iba a quedar. Le dijimos que muy bien, pero que no podría seguir durmiendo en la escuela, a lo que el padre se descojonó y nos dijo que sin problemas, que le pagaría el mejor hotel de la zona. ¿Qué aprendió este muchacho? Que sus acciones nunca tienen consecuencias negativas.

    Tuve que ir a mi antiguo colegio hace poco por asuntos de papeleo y cuando vi en lo que se habían convertido aquellas clases, me acojoné. De verdad, no tiene nada que ver.
    Que oye, igual es que yo viví en una realidad alternativa y vosotros en el Bronx, pero ante mis ojos las cosas están cambiando a peor. Ojalá me equivoque y tengáis razón y sea sólo cosa de la edad.

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  7. No es que vivieses una infancia paralela, es que no eras consciente de lo que te rodeaba. Yo sufrí acoso escolar pero tuve la inmensa suerte de que mi señora madre es policía y no se le escapa ni una. Mi madre me daba tanto miedo enfadada que nunca le decía si alguien me pegaba (que no tiene ningún sentido porque jamás me ha puesto la mano encima ni me ha humillado ni me ha echado una bronca descomunal sin merecerlo, pero yo era así de cagueta). En cuanto se enteró de que una niña mayor se dedicaba a pegarme en los recreos y a seguirme por los pasillos fue al colegio a hablar con la profesora y con la niña. Todo esto en un colegio de monjas. Las monjas unas miedicas de cuidado. También gracias a tener a mi madre me enteraba de cosas del colegio que de otra forma ni me habría coscado. Cuando estábamos en la ESO llegaron unos repetidores que eran básicamente unos abusones pero, como eran unos guaperas también, pues la gente como que se lo creía poco. Se inventaron que uno de mi clase era maricón y llegaron a pegarle palizas en la pista de atletismo y llegó a mis oídos que en una de esas intentaron meterle un palo por el culo. Vaya, lo que en mi pueblo se llama violación. Eso sin contar el bullying que yo misma he recibido y que en aquella época se consideraba «cosa de niños». Nadie me pegó una paliza, pero mis propios «amigos» me dieron de lado y estuve 3 años en la absoluta soledad teniendo que aguantar comentarios que todavía recuerdo qué llevaba, dónde estaba y quién lo dijo. Los niños no han cambiado ni son más cabrones ni nada, de hecho, todo se fue de madre en nuestra generación y las siguientes (nací en el 86), con esos padres que vivieron la dictadura al final o que sus propios padres y la comunidad eran la mano firme que los tenía tiesos y que piensan que esa forma de enseñar estaba mal. Es la ley del péndulo, en mi humilde opinión. En fin, yo qué sé, me ha dado bajona al acordarme de todas esas experiencias en el colegio... Y aún así tuve una infancia muy feliz, pero todos los recuerdos que tengo son con mis padres (porque amigos... Poquitos, que yo también soy una introvertida hardcore).
    No desesperes, tratar con niños es súper deprimente o súper gratificante. Yo te admiro porque personalmente no podría.

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    1. Y digo yo, princess, y sin afán de meterme donde no me llaman, ¿no será que te rodeabas de amigos que no eran tan amigos? ¿No será que en tu cole se juntaban todos los cafres?
      Que ya te digo, claro que existía el bullying entonces, siempre ha existido. Pero antes a esos niños en mi colegio los expulsaban y en sus casas les zurraban y luego les mandaban a reformatorios, y ahora se castiga al profesor.

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  8. Creo que cada uno hemos vivido una infancia propia, rodeados de un entorno (colegio, barrio, familia) diferentes y hemos tenido nuestra particular visión de lo que nos rodeaba.

    Yo tengo recuerdos similares a lo que comenta Bea, quizá porque también estuve en colegio de monjas, e instituto de curas, supongo que influirá bastante. Lo más grave que recuerdo era, ya en B.U.P., un calvo de un chaval a la profesora de religión, que por supuesto tuvo su castigo ejemplar. Pero si recuerdo que a los profesores les tratábamos de Vd: D. Andrés, D. Antonio etc, nos levantábamos cuando entraban en clase, no se les reprochaba ... si acaso tengo más recuerdos en sentido contrario, los profesores regañandonos a nosotros totalmente merecido y sin miedo a que vengan los padres a reprocharles (entonces no era costumbre aún).

    En cuanto a la educación en el hogar, creo que es igual o incluso más importante que la que se da en el colegio, porque luego el resultado se traslada de una a la otra. Y se que la visión será diferente sin tener uno mismo hijos propios, pero creo que hay cosas básicas que creo que no es necesario tenerlos para ver como se están perdiendo, y a esto creo que es a lo que se refiere Bea con su post.

    En este sentido, siempre me acuerdo del "Decálogo para convertir a los hijos en delincuentes" http://www.ideal.es/sociedad/201505/23/decalogo-emilio-calatayud-para-20150523134444.html , en el cual el Juez Calatayud expone en plan sarcástico pautas básicas que deben existir en la educación de los hijos, que parecen obviedades pero no lo deben ser tanto cuando lo ha sacado de su experiencia propia en su trabajo como juez de menores.

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    1. Maravilloso ese decálogo; estoy de acuerdo con todo menos con lo de la religión. Pero bueno, que ya te he respondido por feisbu, no me enrollo más ;) Muas!

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  9. Si encuentras la solución corre a patentarla, sera más deseable que la formula de la cocacola.
    Supongo que como todo no hay una única razón, sino muchas unidas, pegadas, yuxtapuestas, factores que se dan en muchos y no ocasionan problemas y en otros fermentan pequeños monstruos que no mejorarán con la edad; desde mi experiencia falta autoridad, entendida como capacidad de infundir respeto en otros, ¿cómo se tiene sin recurrir a la violencia? Pues no lo sé.
    A estos niños les tenemos miedo, miedo a que se enfaden, a que nos reclamen más tiempo, más atención...y creo que por ahí empieza todo.
    Los niños, como todos los demás, solo buscan que les quieras y prefieren una bronca y un castigo al silencio que los ignora.
    En fin, que comparto el diagnóstico, y ojalá supiera el remedio.
    Besos

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    1. De hecho y al respecto de lo que dices, Pilar, yo creo que el abandono y el pasotismo de los padres actuales también es un tipo de maltrato.
      Un besazo :)

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  10. Sabes que hace poco escribí sobre el tema y yo sufrí a 35 gilipollas en clase. Peeero, efectivamente, era otra historia. Estoy muy de acuerdo contigo en todo lo que dices y no sé exactamente cuál es el motivo, aunque yo creo que los padres no educan en condiciones y que la sociedad fomenta esa cultura de mierda en la que no se respeta nada y los niños son los reyes impunes que pueden hacer de todo sin consecuencia alguna para ellos.
    En fin, una pena. Y las ganas de procrear cada vez más y más lejos.
    Un beso.

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  11. El vecino par ha educado a sus hijos bajo un régimen casi militar, castigando y azotando con el cinto cuando ha hecho falta. Hijos de correctísimo aspecto y modales, se han pagado sus carreras trabajando cuando no estudiaban y se desviven por el bienestar de sus padres.
    El vecino impar ha dejado que sus hijos le insulten y ninguneen; le hacía gracia que, apenas adolescentes, fumasen ya porros en casa. Tampoco le va a extrañar que si le da un ataque y les llama, le ignoren y muera como un perro en algún rincón....
    "Caballo sin espuela, barco sin remos ni vela".

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  12. A mí también me dan miedo los niños de hoy en día... Y me da miedo pensar en el futuro con ellos :S
    ¡Besotes!

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  13. pffff, es un tema tan peliagudo... acoso ha habido toda la vida, siempre ha habido ninyos malos, abusones, pero creo que ahora es mucho mas acusado. antes eran unos pocos los abusones, ahora creo que muchos mas lo son. por que?? no lo se. probablemente sea una suma de muchas de las cosas que mencionas. unido a la insatisfaccion general, de los padres, de la sociedad. hoy en dia nada nos satisface, siempre queremos algo que no tenemos. creo que antes la sociedad era mas conformista y, por ende, mas feliz. y estoy segura de que eso se transmite a los ninyos tambien. se nos olvida lo esencial, y la estamos cagando a base de bien, creo yo.
    besote!
    LP

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