Málaga se despierta abriendo los ojos despacio, permitiendo que el sol mediterráneo se cuele por entre las cortinas y le acaricie el flequillo moreno y alborotado.
Desayuna un par de alegrías y brisa marina que riega con un chorrito de aceite de oliva vírgen. Mastica lentamente mientras la bahía se va llenando de vida y la luz inunda los callejones estrechos del Perchel, las plazoletas del Palo, las murallas de la Alcazaba y Gibralfaro.
Cuando termina de saciarse de mañana, Málaga se da una ducha con gel de geranios y jazmines y luego sale a lucir su vestido nuevo verde y morado por Calle Larios, ondeando su melena y fascinando a los paseantes con su grácil movimiento de caderas. Le gusta contemplar su reflejo en los escaparates de las cafeterías y boutiques que se alinean a cada lado de la calle, orgullosa, y comparar su belleza (es coqueta y traviesa) con el cubismo que se encuentra en el Museo Picasso o con la belleza andaluza de las obras del Thyssen.
Camina pisando fuerte por el paseo marítimo, murmurando versos de Altolaguirre al pasar junto a las barcas que, de dos en dos, salpican la arena parda de destellos multicolores. Inspira y llena sus pulmones del aroma a mar y madera quemada que refresca Pedregalejo, y contempla cómo la tradición aún perdura en sus playas, mezclando el copo con mojitos y terrazas, con hoteles encantadores y escuelas de español.
Málaga se siente viva y por sus venas corre sangre fenicia, romana, árabe y castellana. No le asusta el paso del tiempo ni trata de ocultar esas arruguitas que luce con orgullo a ambos lados de la boca, de tanto sonreír.
Es una gran cocinera y, si la tarde comienza y el estómago nos lleva en volandas hasta cualquiera de sus restaurantes, chiringuitos o tascas, ella nos sorprenderá con una gastronomía fresca, deliciosa, pesquera, rica en matices y (aún así) tradicional... que regará sin complejos con vino helado y dulce de sus propios viñedos.
La sobremesa la pasa al sol, saboreando con calma el sonido de una guitarra española que se desparrama por las esquinas de la Plaza del Obispo. Aprendió hace tiempo a disfrutar de cada momento, a no tener prisa, a ser feliz, y se siente dichosa mientras contempla la Catedral sentada en el borde de la fuente de piedra.
Pero cuando las campanas dan las seis, la brisa se vuelve más fresca e invita a continuar su periplo calle abajo, hacia el puerto. Así es como el Palmeral pinta sus ojos de azul y vuelve salado su aliento, y ella no puede contenerse y regala exclamaciones de emoción a los que pasean a su lado por el Muelle1 y tienen el privilegio de contemplar la majestuosidad del paisaje.
Al caer la noche la luz no desaparece.
La bahía de su sonrisa se vuelve entonces plateada, el olor a dama de noche y biznaga se extiende por las calles y el embrujo andaluz te baña los pulmones y el alma. Y entonces, cuando menos te lo esperas, ella aparece con los labios pintados de rojo fuego, se acurruca contigo en un banco de la Misericordia y te canta una soleá al oído bajo las estrellas.
Ya no hay vuelta atrás; Málaga te ha hechizado.
Foto por Betanya |
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ResponderEliminarAún no, Al, pero nunca se sabe :P
ResponderEliminarQué preciosidad de post. Esto es un canto de amor a Málaga con todas las letras. Me ha encantado, rizosa ;)
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Sil. Y sí, es amor verdadero por mi ciudad :) Un beso.
ResponderEliminarMálaga para mí es sinónimo de vacaciones, relajo y descanso. Y sol, y días largos. Y leer y ponerme morena. Lo mejor de la vida.
ResponderEliminarEl sitio que me da en tres semanas lo que me hace mantenerme cuerda las otras 49 semanas del año. Donde volveré dentro de exactamente seis meses.
Llegué por casualidad en 2.008 y llevo repitiendo lugar de vacaciones desde entonces, y sin ninguna intención de cambiar.
Adoro estar allí, soy la mejor versión de mí misma cuando estoy en Málaga
Bichejo: no sabes cómo me gusta leer estas cosas. Creo que Málaga tiene esa cualidad: saca lo mejor de cada persona.
ResponderEliminarGracias por tu comentario y por venir cada año. Si en alguna de esas vacaciones te apetece tomarte un tintoverano con una rizosa, ya sabes :) Besitos.
Bonita exposición. A ver si la conozco alguna vez
ResponderEliminarMuaks
O con una rizosa y una rubia, Bitch.
ResponderEliminarOvejilla negra, como no te contrate De la Torre después de esto...¡me pongo en huelga de hambre enfrente del Ayuntamiento!
Bueno, eso no...esto...ya se me ocurrirá algo.
La mar de perita te ha quedao este post vieha. Noooo veaaaah!!
Y tanto que me ha hechizado...esta ciudad se te mete en el corazón sin que te des ni cuenta. Yo venía para estudiar un año y poder irme con traslado a Salamanca y me quedé...ya van 7 años aquí...Es una ciudad que me ha enseñado sobretodo a SER en todos sus sentidos. Gracias Málaga bonita y gracias Rizos por dedicarle este post!
ResponderEliminarP.D. Llevo una semana en Palma y ya sueño con espetos en Pedregalejo a media noche...
Me encanta cómo lo has escrito. Hace un tiempo viví allí y me has llevado de vuelta de la mejor manera.
ResponderEliminarSeguro que si Dios hizo esta ciudad, al oír tu post, que es todo un piropo piensa: "M´halaga"
ResponderEliminarEingel: Pues a ver, a ver :) Seguro que te gusta.
ResponderEliminarFiebre: fó viea, musha grasia, que tú sabeh que la cosa ta mu mala. Si hay que encadenarse en la puerta del ayuntamiento para que me contraten, yo me apunto, eh? :P
Ali: y espero que te quedes aquí muchos años más. Que tú también le has aportado mucho a mi tierra ;) (te ponía un quiosco en Pedregalejo)
Miss Hurry: Muchas gracias :) Ya estás tardando en volver a visitarnos!
Paulo: xDD Muchas gracias, petard.