El chico de azul pedaleaba con fuerza bajando Paseo de Gracia por la acera. Pasaba de ir por el carril-bici, tan estrecho y aburrido. Todos sus compañeros de clase decían que él era el que mejor manejaba la bicicleta, los skates y la tabla de snow, y no podía desaprovechar la menor ocasión de corroborar tales afirmaciones.
Eran las doce del medio día, y la calle se abarrotaba de gente que subía y bajaba con prisas cual hormiguitas atareadas; ésto es como el terrario del instituto, pensó él. Un hombre que llevaba un ramo de rosas gigante se cruzó en su camino, gilipollas, y el ciclista tuvo que hacer un quiebro para no estamparse contra tal atontao. Estaba cabreado y lo único que quería era pedalear con fuerza, perderse entre la gente, marcharse lejos. Qué coño sabrían sus padres. ¿Por qué una psicóloga que no le conocía tenía que decidir su futuro?
Dejó un momento las bolsas en el suelo, (pesaban) mientras esperaba a que el semáforo se pusiese en verde para los peatones. ¿Le gustará el pescado?, pensaba, tratando de recordar la receta de rape de su madre y lamentándose por no haberle prestado más atención cuando todavía vivía con ella.
El semáforo cambió de color, y agarró sus bolsas para cruzar calle Aragón pisando fuerte, contoneando las caderas al ritmo del golpeteo de sus zapatos de tacón. Sonreía, nerviosa, tratando de imaginarse cómo acabaría esa cena con la que tanto había soñado y que por fin iba a hacerse realidad. ¿Qué le gustaría más a él, tanga o cullotte? Quizá disimularía mejor la barriga con el cullotte... ¿Se dejaba el pelo suelto, o se lo recogía? ¿Quedo como una fresca si le pido que se quede a dormir? ¿Y si no le gusto?
Barcelona, por fin. Sentado en un banco decorado con trencadís, frente a él se extendía la avenida más amplia y hermosa que había contemplado en su vida. Acostumbrado a las estrechas calles de su pueblo natal, blanco y rural, aquella enorme calle del Ensanche le parecía extraordinaria, majestuosa.
Estaba contento. Traía consigo una maleta llena de mapas, direcciones, ilusiones y teléfonos de interés, y no podía dejar de pensar que por fin tendría la oportunidad de empezar de cero. Había tardado meses en darse cuenta de que la vida sigue, y que aunque el amor no sea para siempre la vida continúa y no podemos cerrar los ojos ante su belleza.
Se levantó y tiró de su maleta calle arriba, buscando la Gran Vía de las Cortes Catalanas (apartamento soleado e impecable en pleno centro de Barcelona) que era, a la vez, su nueva oportunidad de ser feliz.
Una hermosa mujer de melena pelirroja pasó por su lado cargada con mil bolsas de H&M, Zara y Carrefour, y al observarla más detenidamente y descubrir su sonrisa enigmática y el rubor de sus mejillas pensó, animado, que quizá las grandes ciudades no fuesen tan malas como decía su padre, al fin y al cabo.
Arrugó la frente y rompió a llorar. No seas maricón, Joan, trató de decirse a sí mismo mientras caminaba despacio calle abajo, sin rumbo. Lo había perdido todo, todo. Su trabajo, (maldita crisis) su familia, sus amigos. Había estado tan ocupado buscando clientes y ampliando sus redes sociales que no había sido capaz de cuidar la única red que verdaderamente importa...
Obviamente ya era tarde. Ella no había querido escucharle ni aceptar sus rosas, y se había llevado a los niños a casa de su madre. Seguramente ahora se pondría a buscar un trabajo de mierda donde la explotarían por cuatro duros. O igual conocía a otro, alguien con estabilidad económica y mejor que él en la cama que la haría feliz de verdad. Porque era una mujer guapa, coño.Valía mucho, mucho más que él. No le costaría nada sobrevivir por su cuenta, pero él...
Miraba escaparates sin ver nada, sin ser consciente de lo que le rodeaba. Las lágrimas empañaban su vista y su mente, y por eso no fue capaz de ver al chiquillo en bibicleta que casi se lo lleva por delante en el cruce de Paseo de Gracia con Gran Vía. Abrió los ojos como platos, dio un brinco haciendo aspavientos con las rosas (que salieron despedidas por los aires) y finalmente pudo salir airoso con el corazón desbocado y el suelo gris repleto de pétalos multicolores.
Al menos me queda una... pensó él, irónico.
Qué asco de suelo, yo no sé qué educación enseñan a la gente. Barría el pedazo de acera que pertenecía a su bar cada mañana, y siempre terminaba enfadado. Mira que ya había prometido mil veces no ponerse nervioso, tomarse las cosas con más calma... Pero es que anoche antes de cerrar lo dejó todo niquelao, las mesas brillantes y el suelo como una patena, y hoy al llegar se había quedado boquiabierto con los restos de bocadillo, botellas de cerveza rotas y cacas de perro de la acera. A ver dónde cojones pongo yo las mesas hoy si no limpio ésto antes de la una, joder. Y encima tengo a Neus enferma, con lo rápida que es ella organizando.
Meneaba la escoba como un poseso de ceño fruncido y mirada encendida, cuando alguien dejó caer sin querer una bolsa frente a su escoba. Dos botes de nata montada y un pintalabios rojo empezaron a rodar hasta él que, curioso, alzó la vista para descubrir a una tiabuena tremenda que se acercaba, azorada, a recoger sus cosas.
-Uys, perdone, estoy tonta hoy...
Joder, qué escote.
-No te preocupes, guapa, que yo a ti te ayudo todo lo que quieras...
Le escuché soltarle una sarta de piropos tremenda, mientras ella se alejaba calle abajo todavía colorada y tropezando sin querer presa de los nervios.
Sonreí, divertida, mirando la cara del camarero que se frotaba las manos contra el delantal mugriento y pasaba de seguir limpiando en una mañana tan primaveral (y con tantas mujeres con poca ropa a su alrededor), y torcí por Gran Vía camino del trabajo.
-Perdone, señorita, ¿es ésta la Gran Vía de las Cortes esas?
Miré al hombre que me hablaba, sosteniendo un enorme mapa pintarrajeado frente a mis ojos, y asentí haciendo gala de mi experiencia como guía para decirle, señalando en el mapa:
-Sí. Mire, está usted aquí, y si quiere ir a donde tiene puesta la cruz tiene que seguir hacia delante.
Me dio las gracias antes de volver a agarrar su maleta y seguir su camino, y recé en silencio porque pasase desapercibido en esta ciudad donde el guiri es como un conejillo herido entre una bandada de cuervos.
Continué caminando y justo cuando pasaba frente al bar de los pitos, un hombre se paró frente a mí impidiéndome el paso, me dio los buenos días con voz temblorosa y lágrimas en los ojos y me regaló una rosa.
¿San Jordi no era en abril? Me pregunté yo dándole las gracias, extrañada, y continuando mi camino sin volverme para ver cómo seguía llorando sentado en un banco de Rambla Cataluña.
Qué fácil es imaginarse ese paseo sabiendo por qué calles lo narras, tiene gracia. Además, también es sencillo imaginarse a esos personajes e incluso jugar a ser uno más entre ellos, mu bonito, el texto. :)
ResponderEliminarPor cierto, ¿Le gustó el rape? ¿y ella? Seguro que sí. :)
Un beso, guapa!
jajjaa gracias, Fle. El rape le encantó, vamos, le encantó todo :P
ResponderEliminarIba a ponerte a ti también caminando por Paseo de Gracia, pero mejor lo dejo para otro post menos literario y de más cachondeo jijij
Por cierto...ya es viernes 13. No sé si salir de casa, a ver si me voy a encontrar con Fabianne...
Vidas...
ResponderEliminarCada cual a la suya propia, pero nunca nos solemos parar a pensar por qué ese chico llora, por qué la otra lleva tantas bolsas, o por qué el que antes barría la calle cabreado, ahora está sonriente (los escotes hacen milagros :P )
Todas tienen una historia que contar y he de decirte que tú lo has hecho, un poquito con cada una y de forma genial!
Me gustaría saber más sobre algunas de ellas...
Un besote
PD: ciudad colmena bajo el sol de verano... : )
ResponderEliminarprecioso retrato de una calle, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarA que calles te refieres?? Me encantaria conocerla.
ResponderEliminarMe ha encantado
Gracias.
Me has hecho recordar las veces que caminé por esa calle. Suerte que alguien está friendo cebolla y puedo disimular las lágrimas :P
ResponderEliminarHola guapa!!! ultimamente ando atareada y no he tenido mucho tiempo de leerte, pero en cuanto he tenido un ratito me he pasado por aqui y me he encontrado con una grata sorpresa! Me encanta como escribes! me has recordad a mi, paseando por el paralelo para ir a cojer el bus a plaza españa, cruzandome con mil y una caras extrañas a mis ojos y imaginandome las historias que llevan cada uno de ellos en los bolsillos. Es lo que tiene la ciudad, una mezcla de cuentos y no cuentos paseandose por las calles en un dia (casi) primaveral. Un besillo y buen finde!
ResponderEliminarÓscar : Muchas gracias... Quién sabe, quizá algunos de los personajes de este texto sean algún día protagonistas de otros ;)
ResponderEliminarUn besote!
Txispas: Me alegro de que te haya gustado, ¡gracias por venir!
elninomelon: Pues hablo de Barcelona, del cruce Paseo de Gracia-Gran Vía. Es la zona de la ciudad que conozco mejor, y a veces me gusta pararme a observar a la gente e imaginar sus historias personales... ;)
Dani: Ten cuidado, no vayan a pensar que te emocionas o algo :P Muaks!
Agua: Todo un honor, tus palabras. Es que Barcelona inspira, ¿no crees? Es una de esas ciudades mágicas que dan pie a crear mil cuentos e historias...
Otro beso para ti también.
A TODOS : ¡¡¡Pedazo de día hace hoy!!! Que paseis un buen (y soleado) fin de semana ^_^
Sin lugar a dudas, uno de los escritos más emocionantes y directos que he leido en MUCHO tiempo.
ResponderEliminarTe ha quedado... bordado :)
A cuidarse!
Bea, deja lo que sea que estés haciendo y ponte a escribir YA. Que si acabas un libro te digo yo que vas a dejar a Lucía Etxebarría muerta de la envidia...
ResponderEliminarSabes describir como si pusieras una cámara fotográfica frente al lector, pero es que además haces aflorar emociones como brotan las rosas en esta mañana primaveral de hoy. Y todo con pinceladas, con trazos sencillos, sin agobiar con párrafos largos y difíciles. Algo que te sale tan natural, solo puede ser talento!!
Sobre el viernes 13, bueno, no me preocuparía. Si fuera ciertamente una maldición, por quedarte encerrada no te librarías. Y si como supongo no es sino algo de lo más común que simplemente no entendemos porque nos faltan elementos para conocer toda la historia, entonces tampoco te vas a pasar una noche de viernes encerradita en casa, no?
Disfruta el fin de semana tú que puedes, que hay a quien le toca trabajar!!!
(tengo que mirar por que no recibo las alertas de este blog)
ResponderEliminarEstos dias estoy leyendo un libro sobre el mundo de las probabilidades... y eso que dicen que el mundo es un pañuelo es mucho más cierto de lo que parece
Y como este comentario no tiene mucho que ver con el texto... tendré que decir, que como siempre, lo has logrado. Eres una artista a la hora de escribir a varios niveles
Besooooos