Yo sabía que los primeros días serían horrorosos; que las masas malagueñas, corderiles, acuridían raudas a inundar sus pasillos toqueteándolo todo y sentarse en sus sofás con reposabrazos reforzados.
Pero mi imaginación portentosa no podía concebir un resultado tal:
Málaga, 30 oct (EFE).- Numerosas personas han esperado hoy en cola la apertura por primera vez del nuevo establecimiento de la cadena sueca Ikea en Málaga, que cerrará su primera jornada de funcionamiento con unas 18.000 visitas, han informado a Efe fuentes de la empresa.
Entre los productos más demandados en este primer día de apertura se encuentran el menaje de cocina, los textiles y los peluches, según las fuentes, que han añadido que también se han vendido dieciséis cocinas completas, una cifra "muy alta".
Asimismo, se han registrado numerosas ventas de otros artículos "típicos" en el catálogo de esta firma como las perchas "Boomerang", las librerías "Billy" y "Lack" o el sofá "Klippan", y se han suscrito unas 5.000 tarjetas de fidelización.
El restaurante ha recibido unos 6.400 clientes, que han consumido 2.500 perritos calientes, 10.000 albóndigas y 350 menús infantiles, han añadido a Efe las fuentes.
Respecto al tráfico, han asegurado que se han producido aglomeraciones en momentos "puntuales", por ejemplo entre las 11:00 y las 12:00 horas, por lo que la empresa ha montado un dispositivo de 36 personas para regularlo en el aparcamiento.
(www.aol.es)
Pues bien... servidora es aún un alma cándida e inocente (a pesar de sus 26 tacos ya cumpliditos) y hoy ha estrenado sus vacaciones yendo a Ikea, con la idea de pasar un rato entretenido y conocer esa tienda tan famosa. Jose, mi colega y compi de curro, llevaba ya varios días pidiéndome que le acompañase, que quería comprar algunos muebles para su estudio... y al final accedí. Total, pensaba yo esta mañana, ya han pasado varios días y no habrá tanta gente... además iré al medio día, que estará vacío.
Tardamos media hora exacta en acceder al aparcamiento. Sólo para entrar, puesto que la caravana alcanzaba la autovía. Aún así, decidimos tener paciencia y nos encaminamos algo mosqueados hasta la tienda...
Cuando Jose y yo llegamos la cola ya daba la vuelta a la nave. Y mira que es grande, eh. Por si fuera poco, al principio de la cola habían formado un zig zag como esos que se forman en las atracciones de Port Aventura...
En cada recodo había un pobre muchacho disfrazado de random animalito para tratar de contener la furia e impaciencia de la gente, sin éxito.
Casi casi me doy la vuelta y me marcho a casa si no hubiese sido porque una especie de ardilla gigante me dio una piruleta de corazón y un librito y un lápiz para apuntar la referencia de mis compras. Jo, qué fácil se me compra.
Hora y media más tarde por fin conseguimos poner un pie en el interior de la tienda... y por un instante se me olvidó que estaba en una tienda de muebles: una banda tocaba música clásica, tres mimos hacían monerías junto a las escaleras mecánicas, dos animadores jugaban con un grupo de niños histéricos y les pintaban la cara, un restaurante desprendía un extraño olor a hamburguesa requemada y todo el recinto estaba repleto de trabajadores vestidos de amarillo pollo chillón. Pero muebles, ni uno.
Seguimos unas flechas del suelo que nos recordaban que somos ovejas (me pido la negra) y que no debemos salirnos del redil, y por fin llegamos a la tienda mismamente. La zona de exposiciones, donde tienen montados ambientes reales para que veamos como quedarían nuestros sofases en el salón. Pues bien... imposible dar dos pasos sin ser engullida por un grupo de marujas. Intentaba alargar la mano para tocar una lámpara, y un señor me la quitaba de las manos. Estaba cansada y algo mareada, pero no me podía sentar en ningún sitio porque decenas de peña estaban probando las butacas canturreando eso que les grabaron en el cerebro con la publicidad: "en ikea nos dejan que probemos todos los asientos sin problemass".
Me harté. Pero hartarme hartarme, de tal calibre que dejé de ver nada para tratar de concentrarme en el camino de flechitas y salir de allí. Me sentía fatal y me era casi imposible avanzar entre la marea de gente, pero a duras penas me fui abriendo camino hasta la zona de cajas. Eso sí, dando un rodeo enorme, ya que en Ikea para llegar a un sitio te hacen recorrerte media tienda para asegurarse de que no te pierdas nada.
Y no me lo podía creer. Otra vez una cola kilométrica, pero para pagar. Estaba tan lleno que ni siquiera podía alcanzar a ver la salida sin compra...
Me empujaron, me metieron en medio de un corro de carros llenos de cajas y peluches y me sentí como un pequinés en medio de una marea de merinas.
Y me desplomé. Es lo último que recuerdo antes de recuperar el conocimiento a la salida, tumbada junto a una uvi móvil con Jose pálido a mi lado y abanicada por dos enfermeros. "Has sufrido una lipotimia, tómate una coca-cola y siéntate en un sitio despejado". Estupendo, pensé yo, acariciándome el enorme chichón de mi frente. El final perfecto para la tarde... al menos llevaba pantalones y nadie me pudo ver las bragas al desmayarme, como la última vez.
En fin, que no vuelvo a pisar ese pozo del diablo en la vida. Al menos hasta dentro de dos meses, cuando todos los malagueños hayan reformado la decoración de sus casas y me dejen al menos mirar los muebles tranquila...
Joder, es que si por lo menos fuese verdad esa leyenda urbana que corría la semana pasada por mi ciudad ("si vas a Ikea ahora te regalan un cheque de 500€") pues lo entendería... pero es que por mucha piruleta, mimo, banda de música y restaurante...¡sigue siendo una tienda de muebles!
Que se metan la piruleta por su santo culo sueco.
Pues bien... servidora es aún un alma cándida e inocente (a pesar de sus 26 tacos ya cumpliditos) y hoy ha estrenado sus vacaciones yendo a Ikea, con la idea de pasar un rato entretenido y conocer esa tienda tan famosa. Jose, mi colega y compi de curro, llevaba ya varios días pidiéndome que le acompañase, que quería comprar algunos muebles para su estudio... y al final accedí. Total, pensaba yo esta mañana, ya han pasado varios días y no habrá tanta gente... además iré al medio día, que estará vacío.
Tardamos media hora exacta en acceder al aparcamiento. Sólo para entrar, puesto que la caravana alcanzaba la autovía. Aún así, decidimos tener paciencia y nos encaminamos algo mosqueados hasta la tienda...
Cuando Jose y yo llegamos la cola ya daba la vuelta a la nave. Y mira que es grande, eh. Por si fuera poco, al principio de la cola habían formado un zig zag como esos que se forman en las atracciones de Port Aventura...
En cada recodo había un pobre muchacho disfrazado de random animalito para tratar de contener la furia e impaciencia de la gente, sin éxito.
Casi casi me doy la vuelta y me marcho a casa si no hubiese sido porque una especie de ardilla gigante me dio una piruleta de corazón y un librito y un lápiz para apuntar la referencia de mis compras. Jo, qué fácil se me compra.
Hora y media más tarde por fin conseguimos poner un pie en el interior de la tienda... y por un instante se me olvidó que estaba en una tienda de muebles: una banda tocaba música clásica, tres mimos hacían monerías junto a las escaleras mecánicas, dos animadores jugaban con un grupo de niños histéricos y les pintaban la cara, un restaurante desprendía un extraño olor a hamburguesa requemada y todo el recinto estaba repleto de trabajadores vestidos de amarillo pollo chillón. Pero muebles, ni uno.
Seguimos unas flechas del suelo que nos recordaban que somos ovejas (me pido la negra) y que no debemos salirnos del redil, y por fin llegamos a la tienda mismamente. La zona de exposiciones, donde tienen montados ambientes reales para que veamos como quedarían nuestros sofases en el salón. Pues bien... imposible dar dos pasos sin ser engullida por un grupo de marujas. Intentaba alargar la mano para tocar una lámpara, y un señor me la quitaba de las manos. Estaba cansada y algo mareada, pero no me podía sentar en ningún sitio porque decenas de peña estaban probando las butacas canturreando eso que les grabaron en el cerebro con la publicidad: "en ikea nos dejan que probemos todos los asientos sin problemass".
Me harté. Pero hartarme hartarme, de tal calibre que dejé de ver nada para tratar de concentrarme en el camino de flechitas y salir de allí. Me sentía fatal y me era casi imposible avanzar entre la marea de gente, pero a duras penas me fui abriendo camino hasta la zona de cajas. Eso sí, dando un rodeo enorme, ya que en Ikea para llegar a un sitio te hacen recorrerte media tienda para asegurarse de que no te pierdas nada.
Y no me lo podía creer. Otra vez una cola kilométrica, pero para pagar. Estaba tan lleno que ni siquiera podía alcanzar a ver la salida sin compra...
Me empujaron, me metieron en medio de un corro de carros llenos de cajas y peluches y me sentí como un pequinés en medio de una marea de merinas.
Y me desplomé. Es lo último que recuerdo antes de recuperar el conocimiento a la salida, tumbada junto a una uvi móvil con Jose pálido a mi lado y abanicada por dos enfermeros. "Has sufrido una lipotimia, tómate una coca-cola y siéntate en un sitio despejado". Estupendo, pensé yo, acariciándome el enorme chichón de mi frente. El final perfecto para la tarde... al menos llevaba pantalones y nadie me pudo ver las bragas al desmayarme, como la última vez.
En fin, que no vuelvo a pisar ese pozo del diablo en la vida. Al menos hasta dentro de dos meses, cuando todos los malagueños hayan reformado la decoración de sus casas y me dejen al menos mirar los muebles tranquila...
Joder, es que si por lo menos fuese verdad esa leyenda urbana que corría la semana pasada por mi ciudad ("si vas a Ikea ahora te regalan un cheque de 500€") pues lo entendería... pero es que por mucha piruleta, mimo, banda de música y restaurante...¡sigue siendo una tienda de muebles!
Que se metan la piruleta por su santo culo sueco.
en Zaragoza abrieron hace un par de meses... y aun no lo he pisado
ResponderEliminarque se esperen
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Yo sólo he ido a un IKEA dos veces, con unos cinco años de diferencia entre visita y visita, y nunca tardé más de 40 minutos en salir de allí, chulo que es uno jajaja
ResponderEliminarGracias por pasarte por mi blog, espero que nos sigamos leyendo! Un beso desde Copenhague!
Pos yo un año allí trabajando... imagínate.
ResponderEliminarPero a veces lo añoro (no me peguéis).
Espero que el chinchón no haya sido grave.
Un beso.
Ikea es así... siempre a tope! da igual a la hora que vayas o el día de la semana... siempre estarán sus carriles inundados de gente! me encantan sus cosas, pero siempre salgo de la tienda destrozada y de mala leche!
ResponderEliminarjournalism beard incensed planurgent mild argue entrance props applications delve scare
ResponderEliminarlolikneri havaqatsu