Yo siempre he sido muy partidaria del odio, así en general, y debo reconocer que a veces prefiero que me odien a que me quieran para siempre. El amor hacia un ideal utópico e irreal es corrosivo: te va consumiendo y te impide seguir adelante. El odio controlado y temporal, en cambio, te ayuda a curar. A renacer. A borrar. A continuar.
Por eso sonrío cuando me llaman bruja. Loca. Zorra. Superficial. Histérica. Cuando hablan guiados por su rencor y los falsos recuerdos. Cuando intentan demostrar algo innecesario. Cuando se descubren. Yo me quedo al margen, observando, con calma.
Realmente soy puro altruismo: me gusta que me odien porque sé que esa es, de alguna forma, la única salida hacia su felicidad. Y yo quiero que sean felices.
Lejos.
Espero que no te los encuentres cuando vuelvan de la frutería o de comprar huevos
ResponderEliminarMe ha gustado, sincero
Muaks
Odio quiero, mas no indiferencia, así decía una pieza musical peruana.
ResponderEliminarBesos
Yo no soy partidaria del odio en plan a largo plazo. Pero de las rabietas sí. Te coges una pataleta de las buenas y ayuda a pasar página. Y yo siempre he dicho que a los ex hay que desearles que les vaya bien. Lo bastante bien como para que no vuelvan, al menos.
ResponderEliminarUn beso!
Y nada une más a la gente que un enemigo común. Así que si te odian en grupo les estas haciendo un favor inmenso... :P
ResponderEliminarY el anuncio de Navidad me parece una ñoñería. Desde que nos quitaron al calvo...
ResponderEliminarBien lejos.
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