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17 noviembre 2010

La historia de su vida

Siempre pensé que en los blogs dejamos pedacitos de nosotros mismos, pero si me paro a pensarlo... es que Una de Rizos soy yo.

Nació casi sin que nadie lo supiese. Lentamente y sin prisas se fue adaptando a su nueva realidad, a su mundo, fue aprendiendo de cada experiencia y de cada persona que tenía cerca. Tan sólo lo conocían unos pocos: su familia, sus amigos, gente que se deshacía en mimos y en entusiasmo para que creciese y se hiciese más fuerte.

En su primera etapa quería empaparse de experiencias y de formas de pensar ajenas. Viajaba de acá para allá ávido de conocimiento, dejándose ver en un blog vecino y luego en otro y luego en otro, comentando a veces con timidez y asimilando siempre. Él prácticamente no creaba contenido, ya que era estudiante y sus únicas responsabilidades eran las de formación. En ocasiones se pasaba de travieso y metía la pata, pero los demás se lo perdonaban porque a fin de cuentas era sólo un niño.

Poco a poco hizo amigos en el cole y empezó a ampliar su círculo social y a jugar en el patio. Se rodeó de otros blogs principiantes que tenían las mismas inquietudes e ideas, gente con la que se sentía cómodo y podía dialogar y compartir aventuras. Fue por entonces cuando se ganó su primer troll, el típico matón de instituto que disfruta haciendo sufrir al más débil por pura inseguridad y cobardía propia.
Una de Rizos era un niño fuerte y salió adelante con ayuda de sus amigos y familiares, claro. Cuando acabó el instituto se dio cuenta de que hay que quererse a sí mismo y dejar atrás a la gente que trata de herirte. Se rodeó de aquellos que le querían y así, con mucha ilusión y ambición en la mirada, empezó su etapa universitaria.

Un blog adulto tiene multitud de posibilidades en cuanto a oferta formativa se refiere: puede estudiar letras, filosofía, ciencia y tecnología, informática, política... Sea lo que sea lo que llena su cabecita de inquietudes, siempre encontrará buenos profesores en la red dispuestos a enseñarles y guiarles. Algunos les llaman gurús, otros simplemente les admiran sin etiquetar. Pero suele ser gente con miles de seguidores, gente que sabe de lo que habla y que puede callarnos con dos o tres palabras que sentencian. Gente que ha estudiado, que sigue teniendo curiosidad por saber. Que lee.
Una de Rizos eligió la rama literaria y se hizo rastas en el pelo. Supongo que en el fondo tiene alma de poeta, y por eso sus entradas se volvieron cuentos, relatos, poemas y ensayos. Reflexiones cargadas de metáforas que, en realidad, dejaban escapar pedacitos de su mente y de su corazón entre palabra y palabra.
Con esta evolución tan notable, su blogroll siguió aumentando y aceptando todo tipo de blogs. Del mismo modo, muchos otros blogs compañeros de facultad añadieron a Una de Rizos en sus listas de favoritos, creando así un grupo de colegas numeroso para irse de marcha y reír a carcajadas entre clase y clase, en la cafetería.

Todos tenemos una época tonta en nuestras vidas. La edad del pavo, la llaman. A Una de Rizos le llegó entonces, cuando vio que tras conseguir dejar atrás la sombra de los trolls se dio cuenta de que podía gustarle a las chicas y ser popular. Entonces su admiración para con los profesores evolucionó a cierta envidia. Él también quería triunfar, ser el rey de los seguidores, que todos le admirasen y le nombrasen en los periódicos universitarios. Que algún día le llamasen gurú.

Así fue como mi blog cambió el "escribir porque me gusta, para mí mismo" por "escribir para ser leído". Tuvo su época dorada en visitas y escribió el post estrella del que todos hablaron durante un tiempo. Jugó  unos meses a disfrazarse de lo que no era, a tratar de gustarle a todo el mundo. Se vestía como un fantoche, con pantalones caídos hasta las rodillas y el pelo engominado, de punta. Empezó a faltar a clase, olvidando todas aquellas normas que con tanta admiración había escrito en sus libretas cuando tomaba apuntes en primero: "hay que escribir sobre lo que se conoce, y sobre todo disfrutar escribiendo"... paparruchas, pensaba. Algún día sería famoso y para ello tenía que ser constante, así que se propuso actualizar su contenido más a menudo, casi como una obligación. Hablaba de lo que todos hablaran, de lo que estuviese de moda. Si todos escuchaban lo nuevo de Mika, él tenía que comentar también lo mucho que molaba ese disco, no fuese a pensar nadie que no era moderno.
Trataba de atraer a las chicas mostrándose atrevido y sensual, desplegando su cola de pavo real llena de colores y purpurina. Habló de sexo, de modas, de internet, de política, de temas complicados que no le interesaban lo más mínimo. Y ganó algún lector... sin que aquello compensase todo el esfuerzo. Se saturó.

Lo comprendió mucho después, cuando acabó la facultad y se dio cuenta de que con su primer trabajo oficial se había convertido en un esclavo. Ya no escribía por placer, ya no quedaba nada de aquel blog que nació con alegría y ganas. Por querer hacerse millonario en lectores había perdido un millón de ilusiones, y comprendió que aquellas personas que se le arrimaron cuando fingía ser lo que no era jamás podrán ser fieles lectores y amigos... porque no conocían al verdadero Una de Rizos.

Tenía que cambiar, volver a ser él mismo para sentirse bien. Y de esta forma fue que paró en seco su ritmo frenético de actualizaciones y se centró en él. En qué quería, en qué necesitaba realmente. En qué le hace feliz. ¿Cual era el sentido de su existencia, si no hacía algo que le llenase?


Así llegamos al hoy de mi blog. Un blog que refleja mi propio estado de ánimo, que derrocha energía cuando estoy bien y denota tristeza cuando estoy de capa caída. Un blog que no necesita ser leído por mucha gente, sino por gente que aprecia lo que digo y que me aprecia a mí. Un blog que no me dará de comer pero que prefiere ser auténtico a venderse.
Un blog maduro y no por ello aburrido: creo que está viviendo la segunda edad del pavo, ahora en su tercera edad. Es un abuelete marchoso que hace lo que quiere cuando le apetece, al que es fácil sacarle sonrisas y al que ningún troll sería capaz de hundir a estas alturas. Un blog que disfruta de las cosas pequeñas, que se siente dichoso cuando alguien le pide consejo. Que te dice "más sabe el diablo por viejo que por diablo" entre risitas flojas y comentarios burlones. Que se apunta a cursillos de twitter para jubilados, para aprender a mandarle mensajes a sus compañeros de mus y avisar a los más despistados de su barrio cada vez que actualiza y escribe un nuevo post.

No seáis muy duros con él, que está medio sordo y sin gafas ve mal. Además os tiene mucho cariño, queridos lectores ovejosos, y seguro que si le devolvéis ese cariño se quedará con nosotros muchos años más con sus ovejas, su ilusión y ese enfermizo color morado que lo mancha todo... como un niño travieso con una pared en blanco y su rolutador Carioca favorito.

11 comentarios:

  1. Llegué a este blog siguiendo el rastro de migas de pan que me dejaron aposta para llamar mi atención. Como diciendo "no se lo digas a nadie, pero estoy aquí". He visto como ha crecido, se ha desarrollado. He visto sus buenos momentos y los que no son tan buenos. Siempre he querido pasar a saludar, incluso en momentos en los que parecía que formaba parte de otros tiempos.

    Y aquí sigo, acompañando al viejo cascarrabias siempre que pueda


    Echaba de menos muchas cosas, este post forma parte de alguna de ellas. Gracias.

    Besoooooos

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  2. Muy buena entrada!!.. Felicidades!!

    Todos partimos buscando eso, creo yo. Ser oidos y comentados. Luego ya lo que importa es "que se dice" y no "cuantos dicen".

    Saludos!!

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  3. Muy bien contada la historia del blog, pero sobre todo te felicito por haberlo conservado durante tanto tiempo. Yo he tenido blog desde hace seis años... pero muchos blogs diferentes... en algún momento he decidido dejarlo todo y mudarme, cambiar de barrio, cambiar de vecinos, cambiar de nombre... siempre me he llevado algunas amistades conmigo, eso sí.
    Mola que te vengan a ver y te traigan obsequios, claro... pero al final, lo que cuentan son esas personas que te hacen sentir bien, con las que puedes ser tu misma y contar lo que quieras, a tu manera :)

    Besos

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  4. Que haría yo sin mi blog...
    Al final de los años es mi terapia diaria!

    Besitos

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  5. Me ha gustado la comparación :)
    A todos nos gusta tener lectores (siempre que se escribe algo es con el fin de que alguien lo lea),y comentaristas,que al final son la prueba de que te leen,pero hay que procurar no perder de vista el estilo del blog.
    Hace tiempo estuve tentada de dejar de hablar de fútbol en mi blog porque a la mayoría de la gente que lo sigue no le gusta,pero no lo hice y ahora me alegro.

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  6. ¿Sabes? eres una musa de la blogosfera.

    Un beso.

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  7. El blog es para que tú escribas lo que te apetece, no para que lo leer lo que le apetece a otros. Y cuando se convierte en obligación, deja de ser diversión, y creo que eso se nota...

    Usted siga como siempre, Doña Bea ;)

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  8. Tal y como lo pintas, parece que le quedan dos telediarios al blog... espero que hayas empezado una nueva infancia (más que haber llegado a la vejez) y tengamos Rizos para rato...

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  9. jajaja Camaleona! Al blog le queda para rato, tranquila :)

    Gracias por vuestros ánimos (Gordi... ¿musa de la blogosfera? juasss xD)
    Al final queda claro que hay que ser uno mismo, dentro y fuera de la red. UN besote gigante :***

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  10. Un blog encantador, desde sus inicios hasta la actualidad, con todos sus cambios y variantes! : )
    Tengo muy buenos recuerdos de aquellos diseños a los que contribuía humildemente :P
    Un besazoo

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